Los
panistas tienen un prejuicio muy marcado, tal como una fijación, se sienten
superiores, de abolengo. El pueblo para ellos no es más que una masa
menesterosa de ser guiada. Ellos, los panistas, apelan al designio divino como
la base de su derecho a mandar. Esa tesis está bien torcida. Por lo general,
los panistas pervierten este prejuicio y sin ningún pudor muestran lo que
realmente son: desviados de la realidad y de todo valor. No les importa
hundirse en el fango con tal de obtener o mantener el poder político. El caso
más claro lo es Felipe Calderón que sin ningún pudor quiere volver a gobernar a
través de su mujer, Margarita Zavala; la pobre mujer ha sido pervertida por su
esposo y, ella no ha protestado públicamente, ante los deseos incontrolables de
Calderón.
No es Margarita Zavala la que quiere el poder
sino su marido, el más activo entre los dos para obtener la candidatura a la
presidencia de la república. El método que escogido Calderón para tratar de
obtener su objetivo es la violencia verbal, el cinismo, el insulto vulgar. Parece
que está muerto de hambre y que, la única forma de la que puede vivir es estar
en la presidencia a como dé lugar. Está enfermo y sin remedio alguno.
Es
despreciable que enlode a su mujer con tal de volver al poder que pocos, muy pocos
desean; hasta los panistas se le oponen. “Ya les tocó a los Calderón, dicen a
coro”. Calderón tiene todo en contra, únicamente lo impulsa su ciega ambición;
no se arredra, por el contrario, se lanza a despotricar contra quienes
determina que son sus enemigos. Su comportamiento es soez, tal y como si se
batiera en albures en el peor de los mercados; como si estuviera con personas
de la peor calaña.
Tontamente,
cree que insulta impunemente a los demás. El primero sobre el que recae el mal
es sobre el mismo Calderón, su familia, partido y la nación entera. Todo lo
ensucia. Se muestra tal y como es: el tipo prejuiciado que no puede justificar
su superioridad y, entonces, se revuelve como fiera para tratar de llevar a
todos a su estercolero. Sujeto procaz sin límites. Hay que evitar ese camino.
En la intimidad los lideres panistas (los demás son víctimas), se comportan de
la manera más ruin como cuando contrataron prostitutas y bajo el gozo del
omento se oía una voz femenina ¡Animo Montana!, fomentando el ser panista:
doble y hasta triple moral. Calderón oye esa misma voz en su cerebro de manera
constante, que lo incita a seguir y seguir el camino del cieno.
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