Todo sistema político llega a su fin y, el Priato, sistema político impuesto por el Partido Revolucionario Institucional durante más de 80 años, ha llegado a su fin. La Edad Media no podía durar eternamente como sus beneficiarios lo querían; llegó el Renacimiento como un chispazo y cedió su lugar a la Modernidad, está a la Postmodernidad y esta última a la Híper modernidad. Un proceso que no tiene vuelta.
Se terminó el Estado moderno mexicano donde se inscribió el Priato pero muerto el Estado de bienestar (Nunca dio cabal respuesta) no tiene sentido ya que siga el actual sistema político; únicamente lo sostienen los beneficiarios del mismo; es decir, los priistas y panistas; todos los demás claman por un nuevo sistema político que le corresponda al Estado híper moderno. Nuevos actores, nuevas ideas, nuevas reglas. No hay paso hacia el pasado inmediato.
Es evidente que, los priistas y panistas no están preparados para la democracia y para la ciudadanización de la misma. Estarían perdidos; su naturaleza es dogmática; en los prisitas por la costumbre y en los panistas por su teología torcida. Esto les impide seguir al pie de la letra esta nueva época, lo suyo es el pasado. Los priistas añoran “El carro completo” y los ´panistas la Edad Media, tal como añoran la familia “Papá, mamá e hijos”, balbucean mientras miran el horizonte lejano alejarse de sus miradas.
Una nueva realidad, un nuevo orden donde el pueblo o mejor dicho los ciudadanos organizados intervengan en las decisiones públicas en todos los ámbitos. En el estado de México están cifradas las esperanzas de los demócratas para iniciar el cambio de sistema político pero, puede ser que esa entidad federativa no caiga en manos de los demócratas; no importa tanto como el seguir trabajando; pues, este sistema tiene tantos resquebrajamientos por doquier que cualquiera puede ser su punto de quiebre total; y, pasara sin duda alguna.
A pesar de seguir en funcionamiento este Pritanic de la política, su suerte está echada; el iceberg del cambio ha tocado el punto más débil del Priato: su inutilidad como sistema político. En los mejores tiempos del PRI, el presidente era el órgano que todo lo podía; hoy, lo son las grandes trasnacionales. El fondo es distante y las riveras del olvido esperan este sistema político. La realidad no admite apelaciones ni dilaciones sin sentido.
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