El
actual gobierno compuesto por los órganos que no poderes, Legislativo,
ejecutivo y Judicial, como todos los demás anteriores, se comportan como si
ellos fueran los soberanos y no simplemente mandatarios, es decir, ejecutores
de la voluntad nacional. Ganar elecciones no les otorga ninguna facultad
soberana. Sostener lo contrario de palabra y de obra es ir en contra del pueblo,
verdadero soberano.
El
artículo 39 constitucional es claro. La soberanía nacional reside esencial y
originariamente en el pueblo y todo por se instituye en beneficio de este.
Palabras más palabras menos. Son embargo, su sentido no puede estar en
contradicho. Es el pueblo el que manda y si no se acatan sus órdenes debe
implementar correctivos y aun destituir y enjuiciar a los gobernantes y políticos.
Lo contrario sería tener por nulo al pueblo.
En
este contexto, es inadmisible que, Aurelio Nuño, sostenga que la reforma
educativa no se pude discutir y menos reformar. Algar que por ser
constitucional la reforma educativa esta es intocable es un craso error. Eso es
antidemocracia pura. Ni siquiera la Constitución General puede estar por encima
de la soberanía nacional ya que, es el pueblo quien crea la Carta Magna para la
convivencia social en la mejor armonía, en el mejor bien común, en la mayor
justicia, libertad y democracia. Pero cuando esos principios rectores de la vida
republicana han sido anulados y han sido puestos al servicio de gobernantes y políticos
corruptos, usando la propia Carta Fundamental para seguir en la corrupción e
impunidad, esta debe estar reformada,
abolida si es necesario para salvar la república. Y, digo república en donde
todos tengan oportunidades. Hoy tenemos gobernantes y políticos que viven como
si fueran herederos de una monarquía permanente y sin rendir cuentas.
Si
el pueblo soberano no puede corregir, por cualquier medio, los excesos,
corrupciones, castigando a los responsables ese pueblo ni puede llamarse
soberano ni libre ni democrático. Ante el pueblo soberano no se puede alegar cosa
alguna cuando a todas luces un grupo de gobernantes y políticos pretenden
someter al pueblo a la más espantosa simulación democrática. Si el pueblo
mexicano no puede usar su soberanía y mostrar que tiene consciencia ante sí y
para sí de su actual estadio y de su devenir, entonces merece el gobierno que
tiene. Con todo, eso me parece ya imposible.
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