lunes, 6 de junio de 2016

EL HECHO SOCIOLÓGICO




El hecho sociológico se nos presenta en el ámbito del ser. Es la realidad misma con toda su rigidez. Los seres humanos tendemos a idealizar, a concebir la realidad en el campo del deber ser. Estos dos campos, el del deber ser y el del ser son diversos, no se tocan y menos empatan. Por ello, quienes idealizan se frustran y a menudo se lamentan de que lo ideal y la realidad sigan caminos diversos aunque no en diferentes direcciones. El mundo del deber ser nos guía. A menudo vemos que el mundo es injusto y nos lamentamos; con todo, ello, no hace mella en el mundo del deber ser; la justicia no sufre menoscabo y aunque la denostemos, la perseguimos como los marineros la estrella del norte. No es menester tener ideales como guías en la vida.  

Los seres humanos en su niñez son moldeable y pueden cambiar merced a la inmadurez y que tienes poco contenido. Todavía en la adolescencia es posible el cambio. Sin embargo, ya maduros los seres humanos son casi imposibles de cambiar. Es una tarea de titanes dicho cambio. Ahora bien, véase, a la sociedad en su conjunto y se tendrá toda una amalgama de estratos sociales con sus intereses, con sus ritos teológicos y sociales, con toda la diversidad economía, intelectual, de educación, de idiosincrasia y todo lo que conlleva vivir en sociedad. Si en el individuo maduro el cambio es casi imposible, imagínese el cambio de toda una sociedad. Requiere de mucho más tiempo para cambiar. De allí proviene que las sociedades se vean como películas a ritmo lento, tan lento que nos desespera su cambio de tortuga casi imperceptible.

Para que una sociedad cambie se deben dar determinadas condiciones o hechos que aceleren el cambio. En muchas ocasiones las sociedades son aprisionadas por un sistema político, económico o religioso que se nos antoja que no hay cambio; esto no es acertado. Las sociedades cambian quieran o no, aunque cada época tenga su ritmo. Es evidente que si se compara la Edad Media con la actual época; la primera se nos parecerá una tortuga y la segunda un Aquiles.


Los seres humanos al estar dentro de una sociedad con sus propios intereses, su educación, idiosincrasia, ideología, clase social y todas y cada una de sus características inherentes se obstaculizan, se crispan los nervios, surgen los disensos y hasta los odios irreconciliables con lo que se da al traste con el cambio de velocidad requerida para que avance. Solo la consciencia, la organización de una buena parte de la sociedad (sin importar las clases), puede romper esta confusión y lograr encaminar al resto hacia un mejor estadio, En caso contrario, puede incluso caerse en una tiranía con el pretexto del orden.  

Ya bien entendido el hecho social no nos debe sorprender su lentitud, su velocidad media o su cambio brusco. En el caso de México el cambio nos vino del exterior con la globalización y la imposición del Neoliberalismo. No había otra opción para el sistema político que, aunque se sigue negando al cambio no tiene más camino que la del cambio. Para bien o para mal. Aunque hasta ahora hemos buscado el camino de la democracia sin lograrlo no se debe cejar. Por otro lado, deben llegar nuevas generaciones para que la sociedad cambie con respecto a la anterior y actual. Cada generación tiene sus propios problemas, sus intereses, sus propios medios para lograr el cambio. Es una mala visión óptica pretender que en México se logren los cambios con métodos revolucionarios de principios del siglo pasado (XX). Se alega que si Zapata y Villa vivieran en la actualidad harían la revolución armada. Las revoluciones armadas están bien muertas que no la violencia armada. Quizá si dichos personajes vivieran hoy, con la edad natural de esta época estarían tan inmersos en la misma que ni siquiera les pasaría por la mente el cambio violento.

Ahora bien, se dice que, de manera alguna sirve manifestarse en las redes sociales pues el cambio esta en la lucha en las calles. Es claro que, en ningún tiempo la sola manifestación de ideas contra el mal gobierno ha hecho cambiar las condiciones generales y ni siquiera las accesorias. Con todo, la manifestación de ideas a través de los medios escritos como con los hermanos Flores Magón, en su periódico “Regeneración”, tuvo su importancia pues crearon consciencia y por ello, el gobierno de Porfirio Díaz, los persiguió hasta la muerte. Las redes sociales de la actualidad deben servir para crear consciencia de la mala administración y como base para tomar acción política en contra de los malos gobernantes.

En la persecución de la democracia no se debe desdeñar ningún método, ningún medio para la consecución del fin. Las nuevas generaciones que ya no nacieron bajo la bota de la dictadura del partido único de Estado están destinadas a llevar ese cambio hacia la democracia pero, este no será posible sin tener plena consciencia de su objetivo general y de sus objetivos particulares. No se ve claro el cambio ni la consecución del fin. No obstante, las elecciones de este cinco de junio del año dos mil dieciséis fue un duro golpe para el gobierno y el partido oficial. Han desdeñado la democracia, la soberanía y las han tratado como conceptos abstractos. Fatal error. Han perdido la esperanza de seguir en la corrupción, en la impunidad, en la no rendición de cuentas.

Es menester que el pueblo se organice y se involucre en la política. No tiene de otra. La ciudadanización de la política es un presupuesto para la creación del nuevo Estado híper moderno. El Estado moderno mexicano venia herido de muerte desde hace más de treinta años y con cada reforma agonizaba. Murió y fue sepultado con las reformas estructurales (privatización total). Ahora bien, el Estado moderno estaba corrompido por todos lados y esta misma corrupción se coló a la sociedad (en ese orden y trayectoria). Murió dicho Estado más no la corrupción, esta quedó más fuerte que nunca, sostenida por gobernantes y por la mayoría de los partidos políticos relativamente nuevos que veían y ven volverse empresarios de lo público.

El Estado híper moderno mexicano nació bajo el bautismo de fuego de la corrupción que le dio el actual jefe del ejecutivo junto con todo su gabinete. A esto súmesele los gobiernos delas entidades. En suma todo el sistema político que, bien entendido con los empresarios se han lanzado a un festín de fieras hasta rapiñar todo lo público. Al momento parece que todo está perdido. Empero, todo exceso, todo extremismo termina por fatigarse y se tiende a volver a la prudencia, a la templanza. Esta tarea le corresponde al pueblo. No idealicemos y veamos la realidad. No es lo que, los demócratas esperaban en estas elecciones que se impusiera la democracia. Todavía viven las viejas formas corruptas de compra de voluntades y de votos. Recuerden la lentitud del cambio social. Abandonar el campo de lucha es la derrota, seguir luchando a favor de la democracia, la tarea de los verdaderos demócratas.  


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