El
hecho sociológico se nos presenta en el ámbito del ser. Es la realidad misma
con toda su rigidez. Los seres humanos tendemos a idealizar, a concebir la
realidad en el campo del deber ser. Estos dos campos, el del deber ser y el del
ser son diversos, no se tocan y menos empatan. Por ello, quienes idealizan se
frustran y a menudo se lamentan de que lo ideal y la realidad sigan caminos
diversos aunque no en diferentes direcciones. El mundo del deber ser nos guía.
A menudo vemos que el mundo es injusto y nos lamentamos; con todo, ello, no
hace mella en el mundo del deber ser; la justicia no sufre menoscabo y aunque
la denostemos, la perseguimos como los marineros la estrella del norte. No es
menester tener ideales como guías en la vida.
Los
seres humanos en su niñez son moldeable y pueden cambiar merced a la inmadurez
y que tienes poco contenido. Todavía en la adolescencia es posible el cambio.
Sin embargo, ya maduros los seres humanos son casi imposibles de cambiar. Es
una tarea de titanes dicho cambio. Ahora bien, véase, a la sociedad en su
conjunto y se tendrá toda una amalgama de estratos sociales con sus intereses,
con sus ritos teológicos y sociales, con toda la diversidad economía,
intelectual, de educación, de idiosincrasia y todo lo que conlleva vivir en
sociedad. Si en el individuo maduro el cambio es casi imposible, imagínese el
cambio de toda una sociedad. Requiere de mucho más tiempo para cambiar. De allí
proviene que las sociedades se vean como películas a ritmo lento, tan lento que
nos desespera su cambio de tortuga casi imperceptible.
Para
que una sociedad cambie se deben dar determinadas condiciones o hechos que
aceleren el cambio. En muchas ocasiones las sociedades son aprisionadas por un
sistema político, económico o religioso que se nos antoja que no hay cambio;
esto no es acertado. Las sociedades cambian quieran o no, aunque cada época tenga
su ritmo. Es evidente que si se compara la Edad Media con la actual época; la
primera se nos parecerá una tortuga y la segunda un Aquiles.
Los
seres humanos al estar dentro de una sociedad con sus propios intereses, su educación,
idiosincrasia, ideología, clase social y todas y cada una de sus características
inherentes se obstaculizan, se crispan los nervios, surgen los disensos y hasta
los odios irreconciliables con lo que se da al traste con el cambio de
velocidad requerida para que avance. Solo la consciencia, la organización de
una buena parte de la sociedad (sin importar las clases), puede romper esta confusión
y lograr encaminar al resto hacia un mejor estadio, En caso contrario, puede
incluso caerse en una tiranía con el pretexto del orden.
Ya
bien entendido el hecho social no nos debe sorprender su lentitud, su velocidad
media o su cambio brusco. En el caso de México el cambio nos vino del exterior
con la globalización y la imposición del Neoliberalismo. No había otra opción para
el sistema político que, aunque se sigue negando al cambio no tiene más camino
que la del cambio. Para bien o para mal. Aunque hasta ahora hemos buscado el
camino de la democracia sin lograrlo no se debe cejar. Por otro lado, deben
llegar nuevas generaciones para que la sociedad cambie con respecto a la
anterior y actual. Cada generación tiene sus propios problemas, sus intereses,
sus propios medios para lograr el cambio. Es una mala visión óptica pretender
que en México se logren los cambios con métodos revolucionarios de principios
del siglo pasado (XX). Se alega que si Zapata y Villa vivieran en la actualidad
harían la revolución armada. Las revoluciones armadas están bien muertas que no
la violencia armada. Quizá si dichos personajes vivieran hoy, con la edad
natural de esta época estarían tan inmersos en la misma que ni siquiera les pasaría
por la mente el cambio violento.
Ahora
bien, se dice que, de manera alguna sirve manifestarse en las redes sociales
pues el cambio esta en la lucha en las calles. Es claro que, en ningún tiempo la
sola manifestación de ideas contra el mal gobierno ha hecho cambiar las
condiciones generales y ni siquiera las accesorias. Con todo, la manifestación de
ideas a través de los medios escritos como con los hermanos Flores Magón, en su
periódico “Regeneración”, tuvo su importancia pues crearon consciencia y por
ello, el gobierno de Porfirio Díaz, los persiguió hasta la muerte. Las redes
sociales de la actualidad deben servir para crear consciencia de la mala administración
y como base para tomar acción política en contra de los malos gobernantes.
En
la persecución de la democracia no se debe desdeñar ningún método, ningún medio
para la consecución del fin. Las nuevas generaciones que ya no nacieron bajo la
bota de la dictadura del partido único de Estado están destinadas a llevar ese
cambio hacia la democracia pero, este no será posible sin tener plena
consciencia de su objetivo general y de sus objetivos particulares. No se ve
claro el cambio ni la consecución del fin. No obstante, las elecciones de este
cinco de junio del año dos mil dieciséis fue un duro golpe para el gobierno y
el partido oficial. Han desdeñado la democracia, la soberanía y las han tratado
como conceptos abstractos. Fatal error. Han perdido la esperanza de seguir en
la corrupción, en la impunidad, en la no rendición de cuentas.
Es
menester que el pueblo se organice y se involucre en la política. No tiene de
otra. La ciudadanización de la política es un presupuesto para la creación del
nuevo Estado híper moderno. El Estado moderno mexicano venia herido de muerte
desde hace más de treinta años y con cada reforma agonizaba. Murió y fue
sepultado con las reformas estructurales (privatización total). Ahora bien, el
Estado moderno estaba corrompido por todos lados y esta misma corrupción se coló
a la sociedad (en ese orden y trayectoria). Murió dicho Estado más no la corrupción,
esta quedó más fuerte que nunca, sostenida por gobernantes y por la mayoría de
los partidos políticos relativamente nuevos que veían y ven volverse empresarios
de lo público.
El
Estado híper moderno mexicano nació bajo el bautismo de fuego de la corrupción que
le dio el actual jefe del ejecutivo junto con todo su gabinete. A esto súmesele
los gobiernos delas entidades. En suma todo el sistema político que, bien
entendido con los empresarios se han lanzado a un festín de fieras hasta
rapiñar todo lo público. Al momento parece que todo está perdido. Empero, todo
exceso, todo extremismo termina por fatigarse y se tiende a volver a la prudencia,
a la templanza. Esta tarea le corresponde al pueblo. No idealicemos y veamos la
realidad. No es lo que, los demócratas esperaban en estas elecciones que se
impusiera la democracia. Todavía viven las viejas formas corruptas de compra de
voluntades y de votos. Recuerden la lentitud del cambio social. Abandonar el
campo de lucha es la derrota, seguir luchando a favor de la democracia, la
tarea de los verdaderos demócratas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario