En
las elecciones de este cinco de junio de dos mil dieciséis en México, se harán oficiales
los resultados y se harán escaramuzas legales; con todo, el sistema político seguirá
igual de corrompido. El Estado moderno mexicano fue creado por los líderes
sobrevivientes revolucionarios y heredado por sus descendientes. La revolución mexicana
no fue esencialmente provechosa para el pueblo mexicano que, fue sometido a una
dictadura de partido único de Estado. El Estado nació viciado de origen y no
tardaron los políticos en crear toda una infraestructura de la corrupción. “El
que no transa no avanza”, “Vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”,
son dos muestras del pensamiento político mexicano.
Los
mexicanos hemos creado toda una trama de obstáculos para salir de la corrupción
en todos los ámbitos. Prácticamente no ha habido presidente, gobernador,
diputados, senadores y demás funcionarios públicos, así como partidos políticos
que no hayan ocurrido a la corrupción para salir de su pobreza material, para
corromper el sistema político y mantenerse en el poder. Los peores se han encumbrado
en el poder público.
Las
presentes elecciones no son la excepción. Se dirá por parte del gobierno y del
oficialismo que fueron unas elecciones transparentes y en paz con incidentes
menores. Esas son las apariencias. Durante meses anteriores, los partidos políticos
destinan grandes cantidades de dinero para comprar el voto de los más pobres,
de los más ignorantes, de los más necesitados y que forman la gran mayoría de
mexicanos. Son presas fáciles de los operadores políticos de base. Con ello, se
logra que casi ningún gobernante o político se vea inmiscuido en delitos
electorales, permitiéndoles, por lo menos, no perder más de su credibilidad ya
mancillada.
Se
declarara que las elecciones se llevaron sin incidentes graves, y eso será enteramente
cierto. Sin embargo, los ríos de dinero de procedencia indeterminada que se
gastan los partidos políticos para comprar el voto no son incidentes no graves
sino la esencia de la corrupción. Si hay dinero carretadas de dinero sin
declarar y que es invertido por particulares o por la delincuencia se debe uno
imaginar las pingues ganancias que esperan llevarse. Todo el sistema político está
inmerso en esta práctica y en el fondo no permitirán que esta forma corrupta,
delincuencial de hacer política quede fuera de uso.
No
es necesario un equipo especializado en la materia de investigación para ver lo
que pasa en las esquinas o en casas exprofeso para la compra del voto, es evidentísima
la corrupción electoral. Se dan despensas, artículos, dinero en efectivo, se
prometen trabajos y todo lo inimaginable para que los pobres, siempre los más
pobres sirvan como materia prima del sistema político corrupto. Se dirá que
fueron elecciones sin incidentes graves. De acuerdo, “Sin incidentes graves”, la
corrupción que se está viviendo hoy, no es un incidente ni un accesorio sino la
médula de la corrupción. Si esto no se empieza a verdaderamente a remediar se seguirá
en la vil simulación.
En
las elecciones de este cinco de junio de dos mil dieciséis en México, se harán oficiales
los resultados y se harán escaramuzas legales; con todo, el sistema político seguirá
igual de corrompido. El Estado moderno mexicano fue creado por los líderes
sobrevivientes revolucionarios y heredado por sus descendientes. La revolución mexicana
no fue esencialmente provechosa para el pueblo mexicano que, fue sometido a una
dictadura de partido único de Estado. El Estado nació viciado de origen y no
tardaron los políticos en crear toda una infraestructura de la corrupción. “El
que no transa no avanza”, “Vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”,
son dos muestras del pensamiento político mexicano.
Los
mexicanos hemos creado toda una trama de obstáculos para salir de la corrupción
en todos los ámbitos. Prácticamente no ha habido presidente, gobernador,
diputados, senadores y demás funcionarios públicos, así como partidos políticos
que no hayan ocurrido a la corrupción para salir de su pobreza material, para
corromper el sistema político y mantenerse en el poder. Los peores se han encumbrado
en el poder público.
Las
presentes elecciones no son la excepción. Se dirá por parte del gobierno y del
oficialismo que fueron unas elecciones transparentes y en paz con incidentes
menores. Esas son las apariencias. Durante meses anteriores, los partidos políticos
destinan grandes cantidades de dinero para comprar el voto de los más pobres,
de los más ignorantes, de los más necesitados y que forman la gran mayoría de
mexicanos. Son presas fáciles de los operadores políticos de base. Con ello, se
logra que casi ningún gobernante o político se vea inmiscuido en delitos
electorales, permitiéndoles, por lo menos, no perder más de su credibilidad ya
mancillada.
Se
declarara que las elecciones se llevaron sin incidentes graves, y eso será enteramente
cierto. Sin embargo, los ríos de dinero de procedencia indeterminada que se
gastan los partidos políticos para comprar el voto no son incidentes no graves
sino la esencia de la corrupción. Si hay dinero carretadas de dinero sin
declarar y que es invertido por particulares o por la delincuencia se debe uno
imaginar las pingues ganancias que esperan llevarse. Todo el sistema político está
inmerso en esta práctica y en el fondo no permitirán que esta forma corrupta,
delincuencial de hacer política quede fuera de uso.
No
es necesario un equipo especializado en la materia de investigación para ver lo
que pasa en las esquinas o en casas exprofeso para la compra del voto, es evidentísima
la corrupción electoral. Se dan despensas, artículos, dinero en efectivo, se
prometen trabajos y todo lo inimaginable para que los pobres, siempre los más
pobres sirvan como materia prima del sistema político corrupto. Se dirá que
fueron elecciones sin incidentes graves. De acuerdo, “Sin incidentes graves”, la
corrupción que se está viviendo hoy, no es un incidente ni un accesorio sino la
médula de la corrupción. Si esto no se empieza a verdaderamente a remediar se seguirá
en la vil simulación.
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