sábado, 21 de junio de 2014

PASADO Y PRESENTE, OPROBIOSOS


La posición filosófica respecto del pasado inmediato no puede ser otra que la guerra permanente. Los conservadores no sienten la necesidad imperiosa de cambiar el presente sino de heredar e imponer en forma imperiosa las condiciones que el sistema imperante impone con toda su fuerza avasalladora; tal es el caso del neoliberalismo. El actual gobierno de Peña Nieto no es un gobierno progresista; su lema “Mover a México”, no es otra cosa que una simple declaración frívola de ausencia de ideas propias. El imperialismo de las empresas trasnacionales le impuso a los políticos mexicanos el sistema económico y lo han aceptado a las mil maravillas. No hay camadas de políticos con ideas nuevas. La gran mayoría de los políticos son del mismo corte conservador y servil al sistema económico con algunos matices. Nunca podrían sentir de forma íntima la necesidad de reformar el sistema político porque en ello les va su vigencia viciosa y porque son incapaces de siquiera sospechas la existencia de nuevas formas de gobierno, están embarazados de lo viejo, lo caduco y solo pueden recibir órdenes que cumplir al pie de la letra.

Por el contrario, el liberalismo del pensamiento nos lleva a guerrear denodadamente en contra de las imposiciones económicas, políticas y sociales no por la pura oposición sin sentido, tal y como lo aseveran los conservadores más chatos sino que por el contrario, sentimos íntimamente la necesidad de reformar el pasado inmediato por ser oprobioso, injusto, corrupto y extiende sus brazos infectados sobre el presente y sobre el futuro. Un muerto vigoroso nos parece este sistema político que no obstante su corrupción y decadencia permanente como enfermedad infecta todo lo que toca. El Estado mexicano y en especial su gobierno, en sus tres niveles, tiene como actividad principal el saqueo de lo público a través de la corrupción. Desde el presidente de la República hasta el más ínfimo presidente del municipio mas modesto tienen como único objetivo la venta o renta de todo lo que pueda otorgarles la mínima ganancia.

Es puede apreciar inmediatamente que son dos posiciones encontradas e irreconciliables las que sostiene el gobierno de México y la sociedad mexicana consciente. La posición gubernamental es el resultado de la imposición mecánica, consentida y hasta en complicidad de las empresas trasnacionales sedientas de la última gota de sangre nacional y de acallar el pensamiento dinámico y critico a la pura ganancia por la ganancia en contra de la vida radicalmente nacida de la vitalidad pensante que siente el traje remendado de mercantilismo y consumismo impuesto a los mexicanos como no propio, como demasiado ajustado hasta la asfixia de la vida.

El presidente representa el perfecto producto fracasado tanto de la política como del sistema educativo en México, que solo sirve como figura emblemática de los mexicanos enajenados y nacidos de la producción hueca de la vida, son los perfectos consumidores funcionales del sistema neoliberal, impedidos de cualquier concepción de ideas y acciones propias.  


Ante tanto conservadurismo mexicano no es seguro que se pueda combatir el pasado inmediato dado a la práctica vigente de esas viejas formas corruptas de gobierno; sin embargo, no es posible la pasividad; la forma actual de gobierno es sentida por los pensadores libres como una afrenta, como una ofensa, como una transgresión no a leyes positivas sino a la vida misma. 

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