domingo, 15 de junio de 2014

LA VIDA POR LA VIDA




La Híper modernidad ha llevado a los seres humanos a vivir más aislados y más inconscientemente, a pesar, o mejor dicho, debido a los adelantos tecnológicos y científicos logrados. La vida ha sido empeñada a cualquier actividad (trabajar, ganar dinero, estudiar, rezar, servir publica o de forma privada a otros), sin tener un minuto para realmente vivir por vivir. No se trata de vivir como el vagabundo que lucha tristemente contra los infortunios de su condición o vivir lujosamente tal y como lo hacen los extravagantes ricos del momento sino de solo vivir sin ninguna obligación más allá de solo vivir. Ese vivir que conlleva los más básicos requisitos; la alimentación, la conservación de uno mismo, cubrirse de los fenómenos meteorológicos y defenderse de los peligros.

Esto parecerá una locura para los economistas, teólogos y aun filósofos. Saint Simón pegaría gritos desaforados ante este planteamiento, los burgueses estarían al punto del suicidio por no ganar un centavo más o como ellos lo verían como una perdida desastrosa. A los teólogos se les haría un sacrilegio vivir sin estar hincados rezando y murmurando rezos día y noche con rituales francamente ridículos, incluso a la gente común, asolada por la miseria se le haría una locura teniendo la necesidad imperiosa de luchar a brazo partido diariamente por subsistir. A los intelectuales les parecería absurdo vivir por vivir habiendo glorias que obtener por el gran pensamiento que pueden producir.

Total que vivir por vivir parece estar proscrito entre los seres humanos y solo a los demás animales les es licito y legitimo tal cosa. Sin embargo, si se analiza la vida actual se verá que se vive por cualquier cosa menos para la vida misma. Es posible vivir solo por vivir, aunque sea de vez en cuando y ensanchar el poder individual de manera consciente. 


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