Los
festejos, por el triunfo de la selección mexicana de futbol sobre la croata,
nos dan un excelente parámetro sobre la psicología social de la nación mexicana;
sus deseos y su realidad concreta. La mayoría de los mexicanos no quiere la
verdad ni remediar su situación social, política y económica sino evadirse de
la realidad. Una nación que no quiere y por ende, no puede liberarse en lo mínimo
de sus cadenas no merece otra cosa que la esclavitud y el saqueo. Por desgracia
esto es lo que ocurre en México. Es cierto que la estupidez es mundial y por
doquier se puede ver gente enajenada por el futbol; no obstante lo anterior, se
debe ver cada realidad concreta. No es lo misma situación en un enajenado con recursos
materiales que estarlo en plena miseria.
La
mayoría de los mexicanos que festejan, en la realidad no tienen porque festejar, un día después tendrán que regresar a su cruda realidad: la
miseria moral, intelectual y material. Esto no significa que no haya una buena parte
de la nación, la más valiosa, que quiera y actué en contra del mal gobierno y,
el gobierno, también tiene que regresar a la cruda realidad de tener un serio
problema en todos los ámbitos y tener que lidiar con la nación pensante, crítica
y actuante.
Debemos
aceptar serenamente que la mayoría de la nación mexicana no quiere ejercer sus
derechos sino la dulce o amarga evasión de la realidad. No se debe contar para
bien, con esta parte de los mexicanos y no se debe perder el objetivo: la
democracia. Quien o quienes pierdan la serenidad por esta estupidez excesiva
muestran que no están maduros para seguir en la lucha democrática.
En
toda la historia no se ha dado la concientización general, de un solo pueblo. Siempre
han sido minorías conscientes las que han logrado el cambio general, en la democracia, en sus diversos estadios. Esperar lo contrario es romanticismo puro,
idealismo y tontería. No tardará en terminar el efecto de esta borrachera
futbolera o estupidez mexicana.
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