Enrique
Krauze me da la impresión de faltarle profundidad; es cierto que hace una
narrativa buena en su obra “Siglo de Caudillos”, que trata sobre las biografías
de diversos caudillos mexicanos de un siglo que va de 1810 a 1910. Krauze,
falto de pensamiento tuvo que tratar de explicar la historia de México, durante
ese periodo, desde la perspectiva de Thomas Carlyle, que pone en primer plano a
los seres humanos de excepción, los caudillos.
En
este contexto, Krauze, acuñó la idea que, México paso de una época de caudillos
a una de instituciones, sin mucha reflexión. ¿Cómo fue posible esto?. La revolución
y sus herederos el Partido Revolucionario Institucional lo lograron. El partido
único de Estado cegó al bisoño historiador. Pero ¿esto es cierto?. Debemos
seguir tal idea. Vemos a las instituciones y no hay de otra que reconocer que allí
están. Pero entonces ¿Cómo llamar a Lázaro Cárdenas y a los presidentes de la república?.
¿No hacen las veces de4 caudillos durante el Presidencialismo?.
Si
los caudillos se hubieran extinguido por la explosión del meteoro llamado
Partido Revolucionario Institucional debería haber pruebas de su extinción. Los
seres humanos de excepción extintos hubieran dejado de hacer sentir su
presencia y un agotamiento se hubiera sentido en el Estado mexicano. Con todo,
Krauze no reparo en que, la creación de instituciones y su manejo tenían el
menester de seres humanos excepcionales. Sin ellos, las instituciones no funcionarían
y terminarían en la decadencia, circunstancia que hoy acontece. Políticos o
caudillos mediocres dan como resultado instituciones enjutas, débiles y
mediocres.
La
creación de instituciones era el paso obligado después de la revolución. No había
de otra. Después de una época de destrucción viene la de construcción. La falta
de visión de Krauze, guiada por el pensamiento de Carlyle, dio como resultado
una idea falsa. No se percató que los caudillos, los seres humanos de excepción,
los líderes siguieron y siguen existiendo a la par que las instituciones. Los
luchadores sociales, los líderes regionales o nacionales no son más que
caudillos y que estaban sujetos a la dominación del partido de Estado: el PRI. Con
su decadencia los líderes sociales fueron saliendo de este partid para
manifestar su pensamiento y personalidad para bien o para mal.
Ahora
bien, los mexicanos estamos necesitados de intelectuales que no centren su
pensamiento en un punto sin que tengan la mayor amplitud de conocimiento para
abarcar lo mayor posible el saber. En caso contrario seguiremos el camino de
Krauze, dar mala herencia a nuestros conciudadanos y generaciones futuras. Pensar
como este historiador es negar el libre pensamiento y vivir estrechamente en el
error.
José
Antonio Meade, ha optado por seguir los pasos de Krauze, y anda diciendo, a través
de un tuit, del 9 de abril de 2018, que “Hace décadas los mexicanos
decidimos dejar atrás la época de los caudillos para convertirnos en un país de
instituciones. Lamentablemente, algunos insisten en mandarlas al carajo. No lo
comparto. Nuestras leyes e instituciones deben ser cumplidas y respetadas. #YoMero”. “6:30 - 9 abr.
2018”. Mal muy mal por parte de este candidato a la
presidencia de la república. Se jacta de ser el más preparado académicamente y
tener experiencia en gobernar desde las instituciones; de haber ido a Yale a
estudiar para venir a repetir sin reflexión alguna una mentira.
No
se puede hacer política sin caudillos o líderes, estos son menester para que
encabecen las demandas ciudadanas. Se nota que, Meade está lejos de ser realmente
estudiado pues al hablar y escribir muestra su magro saber en todos los rubros.
A los Estado Unidos Mexicanos le llama país, siendo que es un Estado. Se puede
revisar a fondo las obras de filosofía política o sobre la teoría en este rubro
y no se encontrara una obra seria que se titule “Teoría General del país” o “Teoría
del país”, sino teorías sobre el Estado. Los griegos crearon la Ciudad-Estado,
en la época moderna se creó el estado Nacional y ahora no se vislumbra pero se
creara el Estado híper moderno, se quiera o no.
En
efecto, Krauze con su pensamiento carlyleano tropical, falto de frialdad, de
serenidad dio a luz una mentira que se ha venido repitiendo hasta el cansancio
sin ninguna crítica sana. La obra no es de desdeñarse pero si contiene
conceptos erróneos que ruborizarían a un pensador serio. Seguir el pensamiento
de esta obra es un error pues precisamente en estos momentos de crisis y zozobra
hacen falta caudillos, líderes que vislumbren el camino a seguir y nos muestren
como hacerlo.
Jóvenes,
pónganse a estudiar para repudiar la herencia de los malos profesionistas en
todas las ares del saber y con ello evitar ser manipulados. Que no se alcancen títulos
y grados huecos que sirven únicamente para la jactancia política pero nunca
como un medio para esclarecer lo medular en la vida.