jueves, 8 de marzo de 2018

CAMBIO DE RÉGIMEN POLÍTICO INELUDIBLE





Porfirio Díaz, duró como dictador, alrededor de treinta años en el poder político y económico; eso tuvo como consecuencia el empobrecimiento de la mayoría de la población. Se daba la apariencia de legalidad, de democracia, de desarrollo, de paz, de buena vida pero era eso apariencia. La realidad era totalmente diferente.

Contra esta dictadura el pueblo reaccionó haciendo la revolución de 1910 y en más o menos seis meses se había terminado la dictadura. Díaz, se embarcó en el Ypiranga hacia Francia, hacia el pueblo que ayudo a derrotar junto con Benito Juárez, para no volver a tierra mexicana.  

Los jefes revolucionarios fueron ensayando como imponer una dictadura ya no personal sino de partido único de Estado. Fundaron el Partido Nacional Revolucionario (PNR), siguieron ensayando y cambiaron el modelo y crearon el Partido de la Revolución Mexicana (PRM), no funcionó y crearon al final el Partido Revolucionario Institucional que logró cuajar e imponer un sistema totalitario y represor. Era totalitario porque fuera del partido no había forma de vivir dignamente y represor porque no admitía disidencias.  Fue tan bien diseñado para la dictadura de un partido único de Estado que ha durado casi noventa años, casi tres veces que la dictadura de Díaz. El atraso, la corrupción, la impunidad, la pobreza extrema y la simulación de democracia fueron sus sellos indelebles. Con todo, se acabó.

El Presidencialismo priista se terminó con la privatización de los bienes y servicios públicos. Desde los años ochenta del siglo pasado se iniciaron las privatización de lo público y gradualmente, mientras más se privatizada el presidente perdía el poder sobre la economía y pasaba a las grandes trasnacionales hasta invertirse los papeles; ahora eran las trasnacionales las que mandaban. Se perdió la poca soberanía que tenía el Estado mexicano.

En lo político el presidente también perdía el monopolio. El surgimiento de partidos políticos de toda índole fue minando el poder político del partido único de Estado al punto de quedar el PRI, como un partido más entre todos los demás. Ahora tiene menester de hacer alianzas con otros partidos de su mismo corte. La “dictadura perfecta” no lo fue tanto y se resquebrajó hasta dar paso a una incipiente democracia amenazada por el propio PRI y las trasnacionales que quieren imponer la “Dictadura de partidos”, a través de las coaliciones.

El liberalismo económico quitó a los vasallos de la tutela de los nobles y así se inició el Liberalismo. Seres humanos libres para ser explotados por los ricos. El surgimiento del Comunismo y la implementación del Socialismo Real, en la URSS y otros Estado nacionales impidieron la hegemonía del Liberalismo económico. Con la caída de la URSS en 1990-91, se inicia la hegemonía actual del Neoliberalismo económico que hace mella también en lo político pues impone leyes fundamentales e impone presidentes, legisladores y jueces.

Para el triunfo del Neoliberalismo, era menester que el Estado de bienestar que no cumplió con sus fines pero que tutelaba derechos de obreros, campesinos, la educación gratuita, la seguridad pública y protegía medianamente el suelo, subsuelo y la naturaleza, debía morir a como diera lugar. El gobierno de Enrique Peña Nieto, dio la puntilla al Estado moderno con sus privatizaciones de 2015 y se terminó el Estado paternalista. Todos los bienes y servicios deberían costar a los mexicanos.

Con la privatización de lo público paradójicamente se dio libertad a los ciudadanos. Los ciudadanos se incorporaron a la vida pública con su libertad aunque no sabían qué hacer con esa libertad; añoraban los viejos tiempos en que el Estado mexicano era fuente de forma de vida pero ese Estado ya no existe. Sin embargo, es esa libertad dada pero no pedida ni querida la que puede sacar a los ciudadanos de su postración. Claro la libertad requiere responsabilidad, madurez, consciencia y acción política. Los ciudadanos no deben volver a la minoridad ante el gobierno ni ante las trasnacionales pues como consumidores tienen un poder insospechado pero inmenso. Imaginen que los ciudadanos se organizan para elegir como, cuando y que consumir.

En este contexto, el régimen priista ya no tiene absolutamente que ofrecer que no sea la simulación, la corrupción e impunidad. Ese sistema político ya no sirve y no es capricho su sustitución por otro donde los ciudadanos sean el eje central de la política y de las decisiones públicas. Ese es el temor de los políticos y gobernantes que los ciudadanos metan sus narices en la administración, en la política, en la impartición de justicia; en suma, en todo lo público hasta terminar con la corrupción construyendo un Estado mexicano nuevo. Y, de ello tienen la voz los ciudadanos para bien o para mal.

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