sábado, 3 de marzo de 2018

HA MUERTO EL PRESIDENCIALISMO Y HA NACIDO EL ANTICRISTO PRIISTA




El Presidencialismo, fue el sistema político creado por el Partido Revolucionario Institucional, por medio del cual se impuso la “Dictadura del partido único de Estado”. El presidente en turno era el mandamás. Ponía Ministros de la suprema corte de Justicia (Otro de los órganos del Estado), a placer, designaba senadores y diputados al Congreso de la Unión (el otro de los órganos del Estado). Es decir, el órgano ejecutivo estaba por encima de los dos restantes órganos. Por si esto fuera poco, gobernaba el Distrito Federal por medio de un Regente. La división de poderes existía únicamente en lo formal, en letras, en papel, nunca en la realidad.

Como el presidente en turno tenía en sus manos el monopolio del poder político. Designaba gobernadores, diputados a los Congresos Locales, presidentes municipales y todos los funcionarios del ámbito federal y local que a su juicio bueno o malo debía designar. Con la selección y otorgamiento de puestos pagaba favores políticos y a la vez mantenía satisfechos a los actores políticos. Todo en una gran familia. Y, como en toda familia, había disputas, descontentos y peleas pero todo se arreglaba dentro del seno familiar.

Los tiempos han cambiado. Hoy, el presidente en turno esta arrinconado por sus propios hechos y actos. Dio muerte al Presidencialismo con sus reformas estructurales de 2015. Su propia corrupción y, la de sus cómplices le complican día y noche el continuismo de esta crisis. Todos los días tiene que estar confabulando con el fin de dejar el poder en quien le convenga. Que el régimen muerto siga caminando aunque el olor nauseabundo impregne todo lo público y privado.

Para lograr sus fines, Enrique Peña Nieto por pura necesidad y consecuencia tiene que pudrir aún más el régimen hasta llevarlo a grados de escándalo internacional. Ha tullido, disminuido, atrofiado, manchado a todas las instituciones y dependencias del gobierno. Ni siquiera Porfirio Díaz se atrevió a tanto. Todo lo que lo rodea se pudre, se cae pero el, no le importa; salvar el pellejo propio y de sus cómplices, es su fin a cualquier costo. El Estado está en ruinas y huele a corrupción como nunca.

El presidente se ha mostrado como el más torpe, ignorante de todos los tiempos con la única facultad de ser corrupto y cínico a la vez. No creo que supiera lo que iba a pasar con sus reformas estructurales de 2015, fueron las últimas puñaladas al agónico régimen político y con ello traslado el poder a las trasnacionales. Quedó sin el gran poder político y económico de los que gozaron sus antecesores en los años dorados del PRI.

Es paradójico que Peña Nieto, entre más privatizaba menoscababa su propio poder y que, mientras más trata de salvar el trasero más tiene que destruir las instituciones. El enemigo de la republica gobierna desde Los Pinos. El peligro y el gran delincuente para México, gobierna con un gabinete que más que eso es un cartel de delincuentes y criminales que se escudan en el marco jurídico y político.

Del Presidencialismo que aseguraba por la fuerza la unidad del Estado, la unidad del pueblo, el control de la economía, el control político, la simulación de la justicia, el silencio de la corrupción, el ocultamiento de las atrocidades por parte de las fuerzas públicas solo queda un desesperado presidente totalmente ido de la realidad que pinta mundos que no cuajan, que se deshacen al menor contacto con la realidad pero que está dispuesto a ahondar la crisis del estado mexicano, minando los órganos, socavando las instituciones pudriendo lo público y lo privado, administrando la violencia y la muerte sin acertar a esclarecer un solo problema nacional y con la promesa de dejar un desastre nacional que será difícil de arreglar en veinte años.



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