Con
el sistema inquisitorio los ciudadanos mexicanos que transgredían la ley, eran
culpables desde el inicio del proceso. La prueba reina era la confesión. Por
ello, todo el cuerpo policiaco era experto en tortura en todas sus formas
posibles pues arrancada la confesión era poco lo que se podía hacer para
defenderse. Era el preámbulo de la sentencia condenatoria. A esto súmesele que
el Ministerio Publico tenia fe pública en el ámbito de sus atribuciones. Es evidente
que todo el sistema era una trampa de la cual era casi imposible salir.
Como
siempre, este tipo de sistema penal estaba dirigido a los más desvalidos a las
prostitutas dado a que se considera inmoral y no estar reglamentado el ejercicio
de este oficio deviene en ilegal. Los pobres son otro de los grandes sectores a
los que se les aplicaba el sistema penal pues sin recursos económicos era muy difícil
que pudieran defenderse. La lentitud burocrática se sumaba a las penurias para
hacer todavía más difícil y cara la defensa. El otro sector al que se les
aplicaba la ley penal era a los pendejos y aquí cabían todos incluso los ricos que
cometían delitos, claro eran pocos los pudientes que se veían en estos trances.
El
fin no era la justicia sino el control social, la simulación de la justicia, el
poder político y el apuntalamiento del régimen político en su conjunto. Desde
los policías hasta los jueces tenían una sola misión que los que caían en las
garras de la justicia fueran culpables con toda la desvergüenza. Los derechos
humanos eran invisibles e impracticables. La corrupción era el motor de todo el
sistema. Se simulaba la honradez, la imparcialidad y se pintaba el valor
justicia como el fin sin tener esto conexión con la realidad. Historia negra.
En
la actualidad con el sistema acusatorio adversarial se trata de tener el valor
justicia como el fin y en ello se ha extraviado el gobierno pues aunque se dice
que se busca la justicia se evita por todas las maneras posibles. Los cuerpos policiacos
no han dejado los abusos, las torturas y toda clase de trampas para llevar a
los ciudadanos a la justicia. Los jueces son insuficientes, los ministerios públicos
además de insuficientes mal preparados. Los científicos y técnicos insuficientes
para poder determinar científicamente la responsabilidad y la culpabilidad a través
de los jueces.
Esto
es dramático. El gobierno en turno está en franca lucha por salir airoso de su
estela amplia y profunda de corrupción sin importarle claro está la impartición
de justicia. En un Estado nacional en donde hay más cantinas que escuelas y juzgados
es imposible imponer el valor justicia como el paradigma del sistema judicial.
Los
clásicos del Derechos Penal decían que el mismo estaba destinado a las putas, a
los pobres y los pendejos. Esta verdad aunque vulgar es eso una verdad que no
ha lograda ser desterrada de la vida de los mexicanos. Si la sociedad misma no
se preocupa y ocupa de que esto cambie el gobierno no lo hará porque el Derecho
Penal mexicano no está destinado a los gobernantes, políticos ni ricos, están
fuera y no cambiaran estas circunstancias que tanto los favorecen.
Como
antaño, las procuradurías dependen de los presidentes en turno y los
gobernantes en turno de los estados que, las usan para fines políticos.
Mientras esto siga así, seguirá la simulación. México, seguirá teniendo multiplicidad
de leyes pero sin la justicia como fin. Por ello, las matanzas, las
desapariciones forzadas, la tortura, los abusos de poder siguen tan frescos
como antaño. Hasta ahora, el nuevo sistema es un fracaso evidente.
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