Toda
la ilustración tuvo un fin, la libertad del ser humano a través de la razón. La
revolución francesa hija de la ilustración terminó con la forma de gobierno monárquica,
la autoridad eclesiástica en su antigua forma y con toda autoridad que fuera un
estorbo para el desarrollo del Estado moderno; hoy, los Neoliberales, necesitan
la híper individualización de los seres humanos y que el Estado híper moderno esté
libre de los deberes impuestos al anterior Estado: todos los derechos
alcanzados medianamente, a la educación gratuita, a la salud pública, al
trabajo con limitaciones a los abusos de los patrones, derecho a la vivienda
digna, respeto a las garantías individuales y, a las garantías fundamentales.
Esta
el escenario puesto pero faltan los actores principales, los ciudadanos capaces
de hacer frente al sin número de obstáculos, dificultades para poder
desarrollarse plenamente en esta nueva realidad, la mayoría quizá ni siquiera
perciben su actual momento histórico. Un momento que exige sacrificio propio, del
desarrollo de las facultades mentales y físicas a su máximo expresión. Pocos en
realidad están capacitados para sacrificarse en aras de su plenitud, es muy fácil
acostumbrarse a la falsa comodidad actual, difícil es tener consciencia y actuar
en consecuencia; abandonar el infierno parece imposible. Esta nueva realidad ha cogido al pueblo dormido en sus dogmas
y no se ve para cuando tenga a bien despertar. El antiguo fin, “Sapere aude”, (Atrévete
a saber), es aun hoy más vigente y necesario.
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