Con
los dioses todo está dicho y todo, en apariencia está arreglado, sin los dioses
los seres humanos quedan huérfanos pero libres. En el segundo caso, se abre un
mundo de posibilidades y pueden, los seres humanos, claudicar y retornar a las
alas protectoras de la teología o puede abrirse el camino que consideren más
apropiado, todo ello, bajo su más estricta responsabilidad y, sonreír, padecer
las consecuencias de su enorme tarea y reír a carcajadas por su derecho bien
ganado a vivir con el centro de la gravedad de la vida, en la vida misma.
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