El
gobierno necesita de mitos, de símbolos y de ritos para mantenerse en el poder
el mayor tiempo posible. En el caso mexicano el grito se dio un dieciséis de
septiembre por la madrugada pero el buen Porfirio Díaz, incorporó el día de su
cumpleaños (15 de septiembre al festejo patrio). Desde entonces, se da el grito los días quince
de septiembre y no el dieciséis como originalmente pasó. Los símbolos patrios
como la bandera, el himno, la campana de Dolores; las imágenes de los que
iniciaron la independencia (Miguel Hidalgo, María Morelos, etc.), los que se
dice dieron su vida defendiendo la patria (Los niños héroes), los que iniciaron
la revolución mexicana (Emiliano Zapata, Francisco Villa), son de gran utilidad
ideológica que el gobierno en turno usa para el control del pueblo. Se hace uso
del sentimentalismo patriótico para hacer sentir a los mexicanos que existe una
identidad más allá de cualquier diferencia real o de cualquier desatino o de
plano de un fracaso total en el gobierno. Los ritos son otros elementos que
tienen la finalidad de hacer sentir a la nación mexicana que existe seriedad,
compromiso; véanse los desfiles, la solemnidad del traspaso del poder en el
Ejecutivo Federal, los gobernadores o hasta el más modesto presidente
municipal; los desfiles de las fuerzas armadas impresionan por su marcialidad
aunque sean los mismos que reprimen, desaparecen, matan y reprimen al pueblo. En
el sistema educativo se hace los mismo, se inculcan los mitos, se enseña a
respetar los símbolos y se hacen ritos periódicamente para domar la resistencia
juvenil.
Cuando
los jóvenes se hacen ciudadanos se les obliga de todas las maneras posibles a
que se identifique con ser ciudadano, se empieza con una identificación para
votar y el amaestramiento sigue de mil maneras sutiles. En este punto la mayoría
esta alienada y se ofende si alguien se sale de lo establecido; si se está en
una multitud, una oleada de miradas reprobatorias se lanzaran a censurar el mínimo
desliz ante los mitos, los símbolos o los ritos.
Es
evidente que, quienes están en el poder tienen toda una maquinaria construida exprofeso
para manipular a la población sin que esta sepa que está siendo usada en contra
de sus propios intereses; incluso sirven para acallar y aun aplastar a los
disidentes, a los críticos y oponentes al sistema imperante. No sorprende que
las masas actúen irracionalmente en contra de quienes tienen la consciencia de
la corrupción, de los excesos e impunidad de los gobernantes.
El
grito de Miguel Hidalgo no fue de independencia, estaba destinado contra el mal
gobierno y no contra Fernando VII; solo quería un mejor trato para con sus
intereses. Después, la historia fue diferente y vino la independencia. Es irónico
y muy significativo que sea precisamente el mal gobierno en turno quien de un
grito de independencia cuando ha sido totalmente un gobierno contra reformador
hasta llegar a ser un gobierno que ha logrado volver dependiente al pueblo
mexicano, tanto en lo político como en lo económico, dos cosas fundamentales.
Las privatizaciones han venido ordenadas por las grandes trasnacionales; el actual
gobierno es dependiente del poder económico. Las privatizaciones tienen como único
fin que todos los bienes y servicios les cuesten a los ciudadanos y que vencido
el obstáculo, las nuevas generaciones sientan tan natural que deben pagar por todo
lo que tengan menester y se vuelvan más consumidores que ciudadanos
conscientes.
No
se puede entender cómo se va haciendo cada vez más grande la distancia entre lo
que es la persona humana y la persona como sujeto de derechos y obligaciones sin el concepto de cosa humana. A
la primera se le definía desde la Filosofía, tratando de dignificarla; la
segunda, se le definía desde el Derecho y se le trataba de proteger en sus garantías
individuales (Lugar casi sagrado que debería respetar el gobierno); esto se ha
ido abandonando en favor de la degradación de la persona humana y el ciudadano
hasta el punto de crearse nuevas prácticas en la realidad que dan paso a nuevos
conceptos; la persona es ya solo una pálida sombra en su dos aspectos y se ha
creado la persona-mercancía, la cosa humana que vale para el sistema político-económico, en
cuanto es consumidor sumiso y alegre integrante del mas decadente ente: el
Estado.
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