domingo, 27 de septiembre de 2015

DIA DE LA INDIGNACION NACIONAL MEXICANA



La actuación del gobierno mexicano es muy extraño, inusual ante la ola de protestas alrededor del mundo a un año de los hechos trágicos de Ayotzinapa. Parece que no le importa que el pueblo exija justicia precisamente a Enrique Peña Nieto, quien sin más explicaciones se fue a Nueva York con la comitiva acostumbrada.  Al día de la indignación nacional y mundial Peña Nieto responde con otro día más de indiferencia gubernamental. Sigue al pie de la letra “El no entiende que no entiende”. Preside un gobierno paralizado que trata de aparentar bienestar y cree en la magia de los números y la realidad televisada. Sin embargo, no pueden soslayar el peligro inminente de la voluntad general del pueblo y el apoyo de las naciones amigas, conscientes de subyacer bajo las apariencias un gobierno despótico, corrupto que se sostiene por las mentiras de los medios y la Ley del Garrote.

En su desesperación han traído como apoyo de Peña Nieto la vieja caballada: Manlio Fabio Beltrones, Emilio Gamboa, Cesar Camacho, toda la cargada de gobernadores y líderes charros, que ven amenazada su tierra de rapiña. Esta vieja clase política que ha vivido la mayor parte de su vida del erario sin justificación alguna y en medio de la corrupción terrible sin que se les aplique la justicia porque se han dedicado a construir una red de impunidad amplia y profunda que empieza con el mismo presidente dela República y llega hasta el presidente auxiliar municipal más modesto.

La vieja clase política y por desgracia la reciente no quieren aceptar que los tiempos han cambiado a la nación mexicana; ya no es posible someter al pueblo a través de las televisoras y los medios oficialistas. Los viejos y nuevos comunicadores (véase el nivel), están rebasados por el alud de jóvenes críticos del sistema, de activista, de ciudadanos conscientes de los malos gobernantes y políticos y de la imperiosa necesidad de cambiar el podrido sistema político para que el sistema económico funcione bajo otros ordenamientos.

Hoy la nación mexicana se siente menesterosa de manifestarse de hacer sentir e imponer su voluntad general, su soberanía en la conducción de los asuntos nacionales. Es evidente que Peña Nieto no está del mismo lado que los padres de los jóvenes desaparecidos sino en su contra. Vive en una burbuja bien cuidada por el Estado Mayor Presidencial y por sus incondicionales, es decir, por los que han llevado la corrupción y la impunidad política a institucionalizarse como una forma de vida segura solo para gobernantes, políticos y empresarios igual de corruptos que hacen negocios turbios con el gobierno a costa del erario y de la nación mexicana.

Si el turismo de Peña Nieto fue una estrategia para tratar de minimizar la manifestación nacional, la misma no es siquiera medianamente acertada. La sed de justicia, de cambio no se va a calmar con la ausencia del principal símbolo de corrupción sino acentuar. Volverá y se dará plena cuenta de que el clamor sigue como un fuego inextinguible que arrasa la nación de punta a punta. Es bien sabido que a ninguna persona le aprovecha su propio mal y este es, un caso emblemático del presidente que iba a salvar a México a pasado a ser el presidente de las mentiras históricas, permanentes y que no tiene idea alguna de cómo salir de atolladero.

Peña Nieto ha metido la cabeza en el hoyo de la ignominia en pleno Nueva York pero ha dejado expuestas partes que deberían se pudorosas y que, sin embargo, no le importa dejar al descubierto con tal de no oír el clamor de justicia ni de ver en movimiento lo más granado del pueblo mexicano pidiendo democracia. Es un presidente débil al servicio de las trasnacionales; es un tigre de papel que huye ante sus obligaciones.

México está en crisis o mejor dicho el sistema político está en crisis y esto, además de crisis, significa oportunidad de cambio y un cambio profundo en la política. Los capos de la política no podrán hacer cosa alguna ante el empuje del pueblo mexicano. Si bien, los pueblos no gobiernan directamente si son capaces de imponer su voluntad cuando así lo creen necesario y el presente caso no es la excepción.


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