viernes, 14 de agosto de 2015

LENGUAJE JURÍDICO Y FILOSÓFICO




El lenguaje de los abogados en la práctica jurídica es escueto, va  a los hechos de manera lacónica sin adorno en el lenguaje, su discurso es breve, así se lo exige la práctica, la ley. Por el contrario, el filósofo tiene un lenguaje enredado, oscuro y tiene que echar mano del largo discurso para explicar un solo hecho.

La verdad jurídica teórica es dogmática y en la práctica prevalece la verdad legal sobre la real. Sin embargo, el divorcio entre la verdad real con la legal no es absoluto y en muchas ocasiones se acercan tanto que se pueden ver frecuentemente (no tanto como se desea), que dichas verdades casan casi en perfecta armonía; si esto no fuera así, de continuo correría sangre a diestra y siniestra por este solo hecho. En el caso de la verdad filosófica, esta empieza también por los dogmas, por la historia y a poco se torna contra su pasado, reformando cuánto hay de poco sólido y parte en busca de nuevas verdades libres del dogma de antaño. Como toda verdad científica, las verdades jurídicas o filosóficas son provisionales.

Ahora bien, entre los filósofos y los juristas se prefiere a estos últimos por su tono de lenguaje, por su sello de sabiduría. Con todo, el lenguaje jurídico no deja de estar preñado de verdades tan importantes como el filosófico. Solo que nos ponemos nostálgicos a la hora de escoger como una tendencia hacia la madre de todas las ciencias. Aunque últimamente las verdades científicas se han colocado en el trono de la verdad verdad con su lenguaje exactísimo.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario