domingo, 23 de agosto de 2015

EL SANTANISMO COMO FORMA DE GOBIERNO



El actual régimen gubernamental recuerda vívidamente a los diferentes gobiernos que tuvo Antonio López de Santa Ana. Quien se hizo llamar, “El Héroe de Tampico”, “Defensor de la Patria” y el más conocido, su “Alteza Serenísima”. Santa Ana ocupó la presidencia en once ocasiones. La primera vez en 1833, la última en 1853.  Aquella época todo era incierto; México perdió más de la mitad de su territorio a manos de los estadounidenses. El “Héroe de Tampico, vendió “La Masilla”, por 15 millones. Había intervenciones extranjeras como las de Francia, España, Inglaterra y de los Estados Unidos. Los problemas internos se centraban entre los conservadores que querían una monarquía y la religión católica como rectora de la nación mexicana, mientras que los liberales quieran imponer una república federal y separar el Estado eclesiástico del Estado Civil. Con tantos problemas las clases dirigentes pensaban que “El Defensor de la Patria”, era el hombre ideal para dirigirlos. Antonio López, estuvo con monárquicos, republicanos, federalistas, liberales, conservadores, realistas y con quien le sirviera para llegar al poder, era un pragmático.

Su “Alteza Serenísima”, no tenía una idea clara de lo que hoy podríamos llamar “Proyecto de Nación”, solo quería el poder por el poder, en consecuencia se volvió dictador y tendía hacia la monarquía. Era adicto a la adulación hacia su persona.

El tiempo del "Defensor de la Patria" era tiempo de transición hacia la instauración de la República mexicana, la consolidación del Estado mexicano ante el resto del mundo. Era el umbral hacia el Liberalismo, pronto se dejaría el conservadurismo y se haría la separación del Estado religioso del laico. Debido al devenir, con base en los hechos de la nación mexicana, el actual momento político y económico se parece al tiempo de Santa Ana. Esta época es, de transición hacia el Neoliberalismo, se abandona el patriotismo y se inserta al Estado mexicano en nuevas relaciones con el Estado teológico y con los demás Estados nacionales.

Los patrones se repiten. Parece que solo los priistas son los únicos que saben gobernar o por lo menos como se dice “Roban pero dejan robar”. Los dos sexenios que el Partido Acción Nacional tuvo el gobierno federal, con toda su corrupción e impunidad, solo sirvieron para apuntalar la necesidad de traer el “santanismo priista” para salvar a la nación mexicana.

Se necesitaba un "Defensor de la Patria" y fue hallado en la figura de Enrique Peña Nieto, “la patria” estaba en peligro. Se le programó una imagen televisiva y por todos los medios informativos posibles. Su boda fue un acontecimiento de cuento de princesas; las mujeres suspiraban ante su presencia; su imagen bien cuidada espantaba a los más pintados. Había llegado “El Salvador de México”, “El Reformador Audaz” y el, mismo se lo creyó al punto de encantar a los líderes del Partido Acción Nacional, Gustavo Madero y al, del Partido de la Revolución Democrática, Jesús Zambrano. Todo era fiesta pomposa y de oropel. Caminaban sobre nubes. El Pacto por México se firmó y se anunció que con esto la nación mexicana estaría siguiendo los pasos del “Sueño Americano”. Todo se iba a privatizar en favor de los mexicanos. Todo lo demás eran ladridos de perros por el “Mover a México”. Locos que no entendían la nueva realidad. Eran unos cuantos los que se negaban a cambiar.

Tal y como a López de Santa Ana al presente gobierno no le cuaja ningún proyecto y no es, que no haya habido tiempo ni recursos destinados a implementar la privatización de lo público. Son más de treinta años de Neoliberalismo. Sin embargo, los patrones siguen siendo los mismos.  El actual partido en el poder quiere volver a imponer su dictadura e imponer en cada nuevo sexenio un monarca con el sello divino. ¿Suena o no a derecho divino “El Salvador de México”?, un solo hombre por su sola voluntad “salvando a México”. Ya existe una casta divina: la política, aunque se divida en partidos, esto no es obstáculo para imponer una dictadura y si es posible una monarquía. La forma republicana en la Constitución, en los ritos, en el discurso no permite ver que en realidad el fondo es la de una monarquía. Solo falta un rey, un todopoderoso.

El pueblo cansado de tanta fanfarronería e irracionalidad, liderados por Juan Álvarez y otros caudillos oponentes a su “Alteza Serenísima” puso manos a la obra y mediante el Plan de Ayutla, en 1855 fue derrocado el dictador, obligado al exilio y pusieron punto final al santanismo.

A pesar de todos los excesos en el gobierno de los pueblos, estos buscan la buena administración publica y si bien, las naciones no gobiernan directamente, si determinan la forma del mismo y sus límites en los casos más afortunados. Véase el caso de Suiza, Suecia u otros pueblos que han logrado lo dicho. El caso mexicano no es la excepción permanente. Tendrá su hora y espero la sepa aprovechar.

El fascismo, el nazismo, el comunismo real, las dictaduras de todo tipo, la dictadura de Porfirio Díaz, quisieron imponerse como formas de gobierno y vida y, fracasaron estrepitosamente, no sin dejar profundas huellas emocionales colectivas, por sus formas atroces de someter a los pueblos. El priismo o se vuelve verdaderamente democrático o desaparecerá bajo las mismas condiciones ya anunciadas. Con todo, el futuro puede ser definido de una manera diferente al que se quiere imponer.


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