El
existir es la característica principal que tienen los seres y la vida a los que
animados (sin el sentido de tener alma), y sin más parece que el problema de la
vida esta resuelto en su base principal y ya no hay cosa alguna que decir; no
obstante, se sabe que a los seres humanos se les da la vida y cosa paradójica, tienen
que hacerse su vida. Se nace sin desearlo, se vive (radicalmente a voluntad
propia) y se muere contra la voluntad.
Un
tema que Ortega y Gasset tuvo a bien y con gran tino fue haber visto como la
vida casi nunca había tenido su centro en la vida miasma. Un tema que leí hace
años y que por economía procesal no haré referencia puntual. El tiempo se me
acaba.
Desde
el inicio, en donde surgió lo que se puede llamar el antecedente de los seres
humanos (el plural es solo cosa de estilo, solo existe una raza: la humana, con
variantes), estos tuvieron que tratar de explicarse su entorno y nació el mito
como explicación para los fenómenos naturales y para la vida misma. La vida
tuvo y tiene todavía, su centro en los cuentos imaginativos que daban una “razón”
de ser y de vivir. Los poetas se encargaron de cantar en toda clase re rimas
estos cuentos mitológicos.
La
creación de los dioses, a la par, dio como consecuencia la creación de la clase
sacerdotal, misma que germinó y se elevó para apropiarse de esas “verdades” mitológicas
para impedir el avance de la vida, de la verdadera razón.
Los
griegos y romanos fueron un oasis en donde se cultivó la razón sin que esta
estuviera exenta de la teología pero se había dado un avance enorme. Por fin se
tenían las condiciones para pensar seriamente acerca de la vida. Llego el
cristianismo con toda su charlatanería dio al traste con el avance de la
ciencia, de la tecnología y el saber por la vida. Todo dependía de un Principio
Único, el Dios cristiano, más allá de él, solo existía el pecado, el infierno,
la condenación. Los seres humanos se sentían ahogados dentro de esta cárcel pero
no había salida, se tenía que vivir bajo estas condiciones.
El
Renacimiento es, el umbral del uso de la razón para investigar su qué y su para
qué, de la vida desde la razón, de manera incipiente y gradual. Sin embargo,
ahora el centro de la vida se trasladó a ser racionalista al extremo, es decir,
a ser científico de manera radical. A pesar de ello, parece que las masas son
ciegas a los acontecimientos inmediatos, incluso los científicos creen que, lo más
importante de sus vidas es, precisamente eso: inventar y con ello inventan una
disparatada. No hablemos ya de los políticos que son por excelencia lerdos en
casi todos los campos del saber y más de la conciencia. No es que no se deba y
se pueda vivir como científico o como Neoliberal o como se quiera sin tener la
plena consciencia de lo que significa la vida su centro y ¿qué significa la
vida en estos términos?, vivir sin más ni más exentos de centros ulteriores de
la vida, sin depender de la mitología, de la teología ni de la ciencia o la tecnología
y de todos las normas que cinchan a los seres humanos a vivir bajo el yugo de
sus fines: la sinrazón, Dios, la ciencia, la tecnología, sin que esto
signifique sus abandono. Precisamente en estos tiempos, la vida ha sido puesta
por debajo de lo meramente material. Desde tiempos ancestrales los ricos han
podido más que el resto aunque estos últimos sean mayoría pero se tenía por lo
menos la oportunidad de hacer mundo, de hacer vida; hoy, con la globalización el
campo es más estrecho y las oportunidades escasas para ello.
La
tecnología, la televisión, lo material por lo material rigen la vida. No es
casualidad que se tengan gobernantes estúpidos que no tengan la mínima idea de
la vida y sí mucho pragmatismo por los bienes materiales. Quizá mi vida particularísima
no sea importante para los demás, debería decir el ser humano individual pero,
a lo manos para mi debe ser digna de ser vivida. Tampoco es casual que mientras
más se habla y se lucha en favor de los seres humanos más se carece de ellos y
se violan, por quienes deben ser sus protectores, los gobernantes y políticos
con toda impunidad. No hay mucha diferencia el hoy con el Estado de naturaleza,
en donde se imponía la ley del más fuerte. En particular, en México impera la
ley del más corrupto.
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