No
puede ser democracia cuando se consigue el poder a través de corrupción sin límites;
no puede ser un gobierno republicano cuando este gasta como una monarquía
absoluta; no puede ser legal lo que está en contra del interés general del
pueblo. Tal Estado de Derecho debe ser declarado legaloide, es decir, una vil simulación
del verdadero Derecho; en consecuencia se debe cambiar toda la Constitución General
donde se recupere la legalidad general y se condene eficazmente a los corruptos
con base en la soberanía nacional que reside esencial y originariamente en el
pueblo. Mientras esto no se haga los más corruptos seguirán burlando lo más
esencial en el ser humano: la dignidad.
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