viernes, 21 de agosto de 2015

EL CALCETAGATE O EL LÍMITE DE SU RAZÓN Y ACCIÓN



Se hizo una dura crítica sobre las calcetas que Enrique Peña Nieto uso en la cerrera del quince de agosto de dos mil quince, “Molino del Rey”, organizada por el Estado Mayor Presidencial, en un afán de mostrarlo como saludable, energético, vivaz y hasta inteligente, donde aparentemente se apreciaba que las tenía puestas al revés.  Inmediatamente, Peña Nieto, a través de su cuenta de twitter y Facebook, salió a refutar, por medio de fotografías, de las calcetas que uso durante la carrera que no las llevaba mal puestas. Esto desató mayores críticas, en virtud de su rapidez en refutar lo mediático e insignificante sobre sus calcetas pero no de los temas graves que aquejan a la nación mexicana.

Son públicas las limitaciones mentales, lingüísticas, geográficas, culturales, de historia y al parecer en ningún ámbito de la vida es ducho, a excepción de la corrupción. Ahora bien, esto relacionado con la respuesta rápida, certera pero insignificante que dio respecto a sus calcetas, lleva a concluir que, en la realidad no gobierna Peña Nieto sino ser solamente una imagen hueca puesta para tratar de consolidar a un grupo de políticos corruptos del Partido Revolucionario Institucional. La designación de Manlio Favio Beltrones como presidente del PRI, no es otra cosa que poner al presidente bajo la tutela del viejo/nuevo PRI.

Sería muy esclarecedor quienes gobiernan en la realidad. No se puede seguir pensando en que Peña Nieto gobierna. Los adjetivos que le endilgan sus incondicionales, los políticos que se dicen de oposición y hasta la gente bien intencionada tales como “hombre de Estado”, “inteligente”, “audaz”, “el salvador de México” y otros por el estilo, no tienen ningún sustento real. La respuesta al “Calcetagate”, muestra sin lugar a dudas que es ducho para esclarecer cosas frívolas, insignificantes, al tamaño de su intelecto y de su acción ante los grandes problemas nacionales; es incapaz de hilar una oración coherente por sí mismo, de tener una visión nacional. Es un pobre hombre que tendrá la indigna e indignante suerte de haber sido escogido por un grupo de políticos para acceder al poder. Su papel se limita a pasar por pantalla, a ser solo una mala imagen del buen político y una exacta del político apocado, malo para lo bueno, bueno para lo malo.

Es un ser humano investido con la categoría presidencial, dando magnas batallas contra las críticas sobre sus frivolidades; es el campeón indiscutible del ridículo humano, enclaustrado en los límites de una inteligencia y acción tendientes al cero, a la nulidad, rodeado de nanas que tratan desesperadamente por mostrarlo como lo que no es. inteligente y político de acción


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