Desde
que se consolidó el Estado nacional moderno, se hizo una división del trabajo
respecto de los órganos que ejercen la soberanía y se hizo pertinente para
evitar abusos de los titulares de esos órganos, darles facultades específicas a
cada uno de ellos; así al órgano Legislativo se le dieron atribuciones de crear
leyes, al Ejecutivo, la administración de lo público y al Judicial la impartición
de justicia.
En
México, se ha evitado de manera sistemática la división del trabajo entre los órganos
de gobierno a nivel federal y a nivel estatal, en el primero, con la hegemonía del
partido único de gobierno se implantó el totalitarismo y el presidente de la República
decidía el funcionamiento del Estado, imponía a Ministros de la Suprema Corte, Senadores
y Diputados, a gobernadores, diputados de los estados, funcionarios de toda
clase y era el presidente del Partido Revolucionario Institucional. A esto se
le llamo presidencialismo. El órgano Ejecutivo estaba por encima de los dos
restantes y con ello nunca fueron independientes los órganos, legislativo y el
judicial. En la actualidad se intenta hacer lo mismo por el presidente de la República
en detrimento de la incipiente democracia mexicana.
En
los estados los gobernadores hacen la misma función respecto de los órganos
legislativo y judicial con lo que son treinta y un obstáculos para la
democracia y se le debe sumar el gobierno del Distrito Federal.
Los
intentos de mantener el presidencialismo son evidentes, por parte del actual
titular del Ejecutivo. Sin embargo, los tiempos han cambiado y las
circunstancias son ya diversas al totalitarismo agonizante. Ha propuesto como candidato
a Eduardo Medina Mora sin atenerse a la
idoneidad de su candidato a la Suprema Corte de la Nación, no tiene la
experiencia y es muy difícil que llegue a obtenerla. Enrique Peña Nieto no
entiende que para bien gobernar y en su caso impartir justicia son necesarios
dos atributos: razón y experiencia.
Hay
un ejemplo muy ilustrativo sucedido en Inglaterra a la sazón gobernada por Jacobo
I, quien pretendía tener la razón suficiente para juzgar cualquier causa. Esta
es la discusión que tuvo con el Justicia Mayor. “De acuerdo con la Ley de Inglaterra
–dijo el Justicia-, el rey en persona no puede juzgar causa alguna; todos los
casos civiles y penales, tendrán que fallarse en algún tribunal de justicia, de
acuerdo con la ley y la costumbre del reino”. A lo que le respondió el rey,: “Creo
que la ley se funda en la razón; yo, y otros poseemos tanta razón como los
jueces”.
“Los
casos que atañen a la vida, a la herencia, a los bienes o al bienestar de los súbditos
de su Majestad –replicó Coke-, no pueden decidirse por la razón natural sino por la
razón
artificial y el juicio de la ley, la cual es un arte que requiere largo
estudio y experiencia, antes que un individuo pueda llegar a conocerla a fondo”.
[1]
Para
el caso de Medina Mora es, evidentísimo que a su edad sería una locura que
fuera investido con tan alto cargo sin haber previamente tenido un tiempo largo
de estudio y ejercicio sobre la impartición de justicia que le diera la
experiencia para formarse una razón artificial a la medida del cargo para el
desempeño de sus funciones que ni más ni menos son la interpretación ultima de
la constitución General de la República. Se estaría imponiéndole a la Suprema
Corte una carga costosa, inútil y perniciosa para la nación mexicana.
En
el caso de que se impusiera a Eduardo Medina Mora como Ministro de la suprema
corte de Justicia de la Unión, se estaría debilitando a este supremo cuerpo
colegiado más de lo que ya está y aumentando este intento de Neo
presidencialismo ya fuera de las nuevas circunstancias y exigencias de la
actualidad y el futuro próximo. Es evidente, que el Peña Nieto trata de socavar
aún más la impartición de justicia con la imposición de Medina Mora con el
apoyo de los Senadores de su partido.
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