viernes, 6 de marzo de 2015

LA RAZÓN NATURAL Y LA ARTIFICIAL



Desde que se consolidó el Estado nacional moderno, se hizo una división del trabajo respecto de los órganos que ejercen la soberanía y se hizo pertinente para evitar abusos de los titulares de esos órganos, darles facultades específicas a cada uno de ellos; así al órgano Legislativo se le dieron atribuciones de crear leyes, al Ejecutivo, la administración de lo público y al Judicial la impartición de justicia.

En México, se ha evitado de manera sistemática la división del trabajo entre los órganos de gobierno a nivel federal y a nivel estatal, en el primero, con la hegemonía del partido único de gobierno se implantó el totalitarismo y el presidente de la República decidía el funcionamiento del Estado, imponía a Ministros de la Suprema Corte, Senadores y Diputados, a gobernadores, diputados de los estados, funcionarios de toda clase y era el presidente del Partido Revolucionario Institucional. A esto se le llamo presidencialismo. El órgano Ejecutivo estaba por encima de los dos restantes y con ello nunca fueron independientes los órganos, legislativo y el judicial. En la actualidad se intenta hacer lo mismo por el presidente de la República en detrimento de la incipiente democracia mexicana.

En los estados los gobernadores hacen la misma función respecto de los órganos legislativo y judicial con lo que son treinta y un obstáculos para la democracia y se le debe sumar el gobierno del Distrito Federal.

Los intentos de mantener el presidencialismo son evidentes, por parte del actual titular del Ejecutivo. Sin embargo, los tiempos han cambiado y las circunstancias son ya diversas al totalitarismo agonizante. Ha propuesto como candidato a  Eduardo Medina Mora sin atenerse a la idoneidad de su candidato a la Suprema Corte de la Nación, no tiene la experiencia y es muy difícil que llegue a obtenerla. Enrique Peña Nieto no entiende que para bien gobernar y en su caso impartir justicia son necesarios dos atributos: razón y experiencia.

Hay un ejemplo muy ilustrativo sucedido en Inglaterra a la sazón gobernada por Jacobo I, quien pretendía tener la razón suficiente para juzgar cualquier causa. Esta es la discusión que tuvo con el Justicia Mayor. “De acuerdo con la Ley de Inglaterra –dijo el Justicia-, el rey en persona no puede juzgar causa alguna; todos los casos civiles y penales, tendrán que fallarse en algún tribunal de justicia, de acuerdo con la ley y la costumbre del reino”. A lo que le respondió el rey,: “Creo que la ley se funda en la razón; yo, y otros poseemos tanta razón como los jueces”.

“Los casos que atañen a la vida, a la herencia, a los bienes o al bienestar de los súbditos de su Majestad –replicó Coke-, no pueden decidirse por la razón natural sino por la razón artificial y el juicio de la ley, la cual es un arte que requiere largo estudio y experiencia, antes que un individuo pueda llegar a conocerla a fondo”. [1]

Para el caso de Medina Mora es, evidentísimo que a su edad sería una locura que fuera investido con tan alto cargo sin haber previamente tenido un tiempo largo de estudio y ejercicio sobre la impartición de justicia que le diera la experiencia para formarse una razón artificial a la medida del cargo para el desempeño de sus funciones que ni más ni menos son la interpretación ultima de la constitución General de la República. Se estaría imponiéndole a la Suprema Corte una carga costosa, inútil y perniciosa para la nación mexicana.

En el caso de que se impusiera a Eduardo Medina Mora como Ministro de la suprema corte de Justicia de la Unión, se estaría debilitando a este supremo cuerpo colegiado más de lo que ya está y aumentando este intento de Neo presidencialismo ya fuera de las nuevas circunstancias y exigencias de la actualidad y el futuro próximo. Es evidente, que el Peña Nieto trata de socavar aún más la impartición de justicia con la imposición de Medina Mora con el apoyo de los Senadores de su partido.





[1] Tena Ramírez, Felipe. Derecho constitucional Mexicano.
México, ed. Porrúa, 1981. 

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