De
siempre las cosas materiales consideradas de valor han tenido una gran atracción
sobre los seres humanos, atesorarlas son sinónimo de poder. Las cosas son,
tienen ser. Sin embargo, los humanos hemos descubierto, de hace mucho, que hay
una enorme diferencia entre el ser de las cosas y el ser de los humanos. No se
debe confundir ni fundir tales seres. Por un lado, las cosas tienen un ser dado
que no puede variar por voluntad propia ya que carecen de la misma, por el
otro, en cambio, los seres humanos les es, dado su ser pero este tiene que ser
construido (bien o mal), a través de las acciones que se tomen cada día. Y, las
diferencias no terminan allí. La vida es el ser más radical, más extraño y quizá
por eso, entre otras cosas lo más hermoso a pesar de sus vicisitudes. La vida
como ente metafísico, hasta ahora, es inexplicable. Bien, retomemos la idea
primaria.
Con
loca desesperación los seres humanos nos avocamos a la acumulación de cosas
materiales para satisfacer nuestras necesidades básicas y algunos hasta nadar prácticamente
en ellas. Los que alcanzan la acumulación de bienes materiales y dinero son
considerados como poderosos y con justa razón, el dicho vulgar “Con dinero
baila el perro y sin dinero como perro”, es muy acertado a pesar de su grosera rudeza.
Hoy, día vemos con asombro la mayor acumulación de bienes materiales, de dinero
y poder político en unas cuantas manos y que son los mismos que dirigen el
mundo. ¿Todo está perdido para el resto, la gran mayoría de desposeídos?, de
manera alguna. No se debe confundir (he dicho), ni fundir el ser de las cosas
con el ser de los humanos, esto puede hacerse artificialmente cuando se trata a
los que tienen mucho o casi todo con referencia a lo que tienen. No obstante,
caemos en la cuenta de que, no solo existen las cosas materiales. Y, ¿el
saber?, parece que está muy devaluado o que de plano solo en las manos de los
ricos tiene sentido este saber. Esto podría parecer así, a primera vista. A
pesar de esto, bien se puede ver que, darle mayor importancia a lo material en
forma desmedida (tampoco se deben despreciar las cosas, vivimos entre ellas), es
un error. Precisamente ese enorme error ha llevado a la humanidad a este
estadio donde la vida esta despreciada y puesta por debajo de lo material.
Llamamos a esto Neoliberalismo que no es otra cosa que la súper producción y el
híper consumo a través de la sobre explotación del trabajo de los seres humanos
y de todo lo que en el mundo hay sin sentido superior.
Lo
interesante y ahí está el reto, es que, los seres humanos (en este momento),
deben re encontrase y darle más valor a su ser que al ser de las cosas. El ser
de las cosas no aumente un ápice el ser de los humanos. Los más ricos no son más
humanos solo tienen más cosas. Ontológicamente, es decir, filosóficamente no
hay diferencia entre ricos y pobres. La diferencia está dada en lo material y
en algún momento (espero que no sea demasiado tarde), se tendrá que parar esta
imbecilidad de sentir artificialmente el ser de los humanos fundido con el de
las cosas. Confundido como estamos los seres humanos nos damos al pesimismo sin
saber que tenemos un ser que deberíamos disfrutar a pesar de todo. Es un tesoro
que bien podríamos acrecentar cada día pero no lo hacemos por querer meramente
alcanzar cosas materiales (a las cuales no debemos renunciar), o por desidia,
pereza o por el enorme reto que significa ser mas en eso que somos, ya sea esto chófer, pastelero, comerciante, científico o que se yo, de entre las miles y
miles de formas de ser.
Me
se ocurre que vamos por el mal camino (no del todo), por agrandar el ser de las
cosas y achicar el ser de los humanos y, me se ocurre que hemos abandonado el
ideal y la práctica de ser prudentes como lo decían los griegos, ser templados
como lo decían los romanos o ser como nuestros antepasados prehispánicos congruentes
con la naturaleza. ¿Cómo lograr semejante cosa que parece imposible?, no se
necesita solo programas generales para deducir a los seres humanos
particulares, también los seres humanos de manera individual pueden lograr inducir
a la humanidad. En general, cada uno sabe más o menos qué es lo correcto, lo
justo y que rumbo debe tomar su vida y como cambiar la misma. Claro, la cosa no
es, tan fácil, pero, precisamente allí está el bello reto de los seres humanos,
renuncia a los grandes esfuerzos es renunciar a ser.
Si
los humanos no tuviéramos que hacernos la vida, nuestro ser, caeríamos irremediablemente
en el ser de las cosas de manera ontológica. Podemos hacer bien o mal nuestro
ser pero no debemos confundir ni fundir de manera alguna nuestro ser con lo
material de manera exclusiva ni radicalmente.
Los
ricos se han excluido del todo, es decir, de la humanidad, se ha aislado como
Robinson Crusoe y como este desgraciado ansían el trato humano y otean en el
horizonte de sus vidas pero al parecer están tan cegados por su adicción a lo
material, al dinero y al poder sinsentido que se niegan a ver como si la noche
permanente hubiera caído sobre sus vidas y tal vez, así sea. Se han olvidado
que son solo eso: humanos, mortales, hasta ahora.
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