La
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, consagra el derecho de
todos los ciudadanos para ejercer sus derechos políticos, para votar y ser
votados o para ocupar un cargo público en los términos legales que señala el artículo
35 de la Carta Magna y las leyes secundarias. Este es el contexto general. Los
casos concretos se deben analizar desde la perspectiva de la política y la
democracia. En el caso de Carmen Salinas ya incluida dentro de la lista de
plurinominales de Partido Revolucionario Institucional, debe responderse a lo
menos a las preguntas siguientes: ¿Cuál es la intención de los priistas?, ¿qué puede
o no aportar Carmen Salinas como legisladora?, ¿es, apta Carmen Salinas para
ser legisladora?.
Es
evidente, que los priistas, deben tener por lo menos una intención clara, a
saber mantener el poder, objetivo de toda política. Ahora bien, es, un desatino
no ver el daño que los priistas le hacen a la política mexicana y al pueblo en
general con esta decisión. Para dichos cargos existe una idoneidad que no es
tocada por ninguna parte. En la parte de la educación, la de oficio y de la razón.
Es cierto, que Carmen Salinas tiene razón como la mayoría de los mexicanos
pero, su razón natural no le alcanza para ocupar el puesto, le hace falta la razón
artificial para ponderar todas las circunstancias generales para proponer leyes
que puedan poner las condiciones generales, en el marco de la democracia
republicana, para que la nación mexicana logre sortear los enormes obstáculos que
tiene delante y que debería ser de suyo, de suma importancia atacar.
Respecto
a la posible aportación que pueda hacer o no Carmen Salinas a la política,
salta a la vista que, es imposible que pueda aportar cosa buena alguna, por el
contrario, la política y el pueblo mexicano pierden en la misma proporción que
los priistas ganan. La falta de educación y oficio en la política, hace
evidente que no puede aportar en lo mínimo. Se puede alegar que muchos
legisladores han estado y están en las mismas condiciones cognitivas y exentas
de oficio político y es, cierto, solo que, la falta de educación y de oficio político
en los legisladores ha servido para llevar al pueblo mexicano al lamentable
estado en que se encuentra. Política corrompida hasta la médula. Bajo estas
condiciones Carmen Salinas solo servirá como títere a los intereses políticos de
los priistas. De levanta dedos. Parece increíble que una persona de este tipo sea
postulada para tan alto cargo cuando la política mexicana naufraga sin remedio
inmediato y lo que se necesita son
personas calificadas para tratar de ayudar a sanear la enorme corrupción existente.
Carmen
Salinas no tiene la mínima idea de las leyes o de iniciativas que puedan servir
al pueblo mexicano para salir del atolladero en que se encuentra. La conformación
del Estado en la híper modernidad necesita de toda la sabiduría y de todo el
oficio político para enfrentar uno de los momentos más difíciles, no solo del
Estado mexicano sino de los Estados nacionales en general.
Si
bien Carmen Salinas tiene el derecho a votar y ser votada y, a ocupar un cargo
en los términos legales, esta, claro que no es apta para desempeñar tan alto
cargo. Es una pena y una vergüenza que, en lugar de tratar, por lo menos, de
solucionar , en lo que les corresponde a los priistas, la política, le endilguen
a la misma un fardo más que mantener y que soportar.
Para
la futura diputada federal, si tal es el caso, el puesto será una anécdota que
presumir entre sus amigos y ante el pueblo pero para los mexicanos será una
nueva afrenta y una vergüenza permanente.
En
la hora en que, los priistas deberían, mostrar que entienden sobre las nuevas
circunstancias y respecto de la urgencia de empatar la política con la
realidad, tropiezan con su ADN político y vuelven, como una remembranza, a las
ideas obsoletas, al populismo, echan mano a lo más granado del cine de ficheras
de tan negros recuerdos y enturbian más la política y muestran que la
democracia, el pueblo y el bien común les importa una corcholata.
Es, lamentable que el pueblo se tenga que ocupar de temas tan incómodos y vergonzosos en lugar de ocuparse de reconstruir un Estado maltrecho y en franca debilidad ante las trasnacionales.
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