En
todo momento, si se pone la suficiente atención, se reconoce que la realidad es
más profunda y radical que las más locas fantasías. Los priistas son un dechado
de antigüedades obsoletas. Quieren revivir a toda costa el viejo
presidencialismo que les funcionó durante más de setenta años. Sin embargo, eso
es imposible, las circunstancias han cambiado radicalmente y el Estado
mexicano, no es, mas ya ese ente cerrado como monada que solo reflejaba la realidad
parcial y en determinado nivel. El festejo por los 85 oprobiosos años de
existencia del Partido Revolucionario Institucional (hasta el nombre es una contradicción
¿desde cuando las revoluciones son institucionalizadas?), fue el escenario para
que ebrios de felicidad artificial se desbocaran los priistas para decir que el
PRI de Enrique Peña Nieto, será el futuro de México. Sinceramente creo que están
errados. La nación mexicana, en general, ya no es más botín político. De manera
incipiente pero decidida y constante la sociedad va despertando a una realidad
mas radical y pero mas clara. El gobierno mexicano en sus tres niveles es
corrupto y blandengue y en ese grado es corrupto e ineficiente. Eso es lo que
de inicio debe la sociedad mexicana enmendar ya que los políticos no lo harán. Bastará
que termine el gobierno de Peña Nieto para que se destapen todas las
corruptelas y todas las malas acciones que este sexenio nos dejará. Esto no es
una simple predicción ni una cosa asilada. No ha habido gobierno desde hace
mucho tiempo que este del lado del pueblo. La alternancia nos trajo alternancia
en la corrupción. Los panistas resultaron tan pillos como los priistas.
Peña
Nieto y más que Peña Nieto, el priismo, quiere regresar la pasado y están en
todo su derecho pero sin la nación mexicana esa debe ir por su propio camino.
Las condiciones están dadas y los principios generales también. Democracia,
justicia, imperio de la ley, solidaridad, bien común libertad, unidad y todos
aquellos principios y elementos que lleven a la nación mexicana y recalco esto,
nación mexicana, deben darles su verdadero cariz y efectiva practica para la
convivencia entre los individuos. Y, que esto luego se derrame con toda su
fuerza hacia el gobierno e instituciones. Hoy sabemos que Peña Nieto y el
priismo regresaron por la única forma que conocen: el fraude. Un fraude
solapado por por las instituciones que deben garantizar la imparcialidad, el
derecho, la justicia y todo lo que ello conlleva de inherente. No hay duda las instituciones
han fallado al pueblo mexicano.
No
hay un presidente legítimo ni legal sino una especie de Homero Simpson maquillado
y vestido para el relumbrón pero ineficaz como primer mandatario. Es de risa
ver como los jilgueros e incondicionales y lambiscones con fingida solemnidad
le dicen: “Señor
presidente., como si con ello se le pudiera insuflar un poco d conocimiento, de
sabiduría, una sola idea que valga la pena. Esta mas que probado que es un idiota
funcional que medio puede articular un párrafo y perderse en medio de las
vaguedades e inexactitudes de todo tipo. Es un Homero Simpson que funciona en
el mundo porque este mundo ya esta construido con sus usos, costumbres y el
respirar es una función orgánica así como el caminar pero no el amarrase los
zapatos.
Carlos
Salinas quiso ser el cesar mexicano, el padrino de la patria, el manda más o
como quiera llamársele y bochornosa y vergonzosamente falló. ¿Qué le hace pensar a
los priistas que rodean a Peña Nieto que este figurín vacio puede ser el Carlos
Salinas exitoso?. ¿Esto s lo que necesita la nación mexicana?, ¿Tienen los
priistas y Peña Nieto las cualidades necesarias para revivir l viejo
presidencialismo?, ¿Los mexicanos permitiremos tal cosa?, esta interrogantes serán
contestadas a cabalidad en los próximos años, sin embargo, podemos adelantar
una respuesta aunque, incipiente y no totalmente verdadera si indiciaria, no podrán
los priistas hacer lo que no hicieron cuando eran el partido oficial y único y
tenia todo el poder. Hoy día el poder, como debe ser, se ha fraccionado y dudo
mucho que se vuelva a reunir en una sola persona: el presidente. Mucho menos si
ese presidente tiene serias deficiencias culturales, morales, éticas, jurídicas,
políticas, humanas y humanísticas, de lenguaje, d valor y por sobre todo de
ideas. Ojala y Peña Nieto se acercara a Homero el gran poeta griego y no encarnara
a Homero Simpson.
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