Miré
y escuché, en la madrugada de hoy, la entrevista que Ricardo Rocha hace al
Senador Miguel Barbosa y debo decir que de siempre me dio la impresión, el
ahora Senador, de no saber tensar el arco popular de izquierda para los fines
políticos que eran menester. Recuerdo haber tenido que ir a la ciudad de Tehuacán,
Puebla por motivos de trabajo allá por el año de dos mil cuatroy haber visto
una oficina en el centro de la ciudad con un rotulo que anunciaba la oficina de
un priista de la localidad: era la oficina de Miguel Barbosa. La primera
impresión que tuve de él, era que ese político era más rápido en las artes del
engaño para sí que las de la política benéfica para los otros.
Tiempo
después lo encontré como militante del Partido de la Revolución Democrática. Mi
primera impresión se ahondo. Con sus artes del ilusionismo logró apoderarse del
partido y a poco logró ser diputado plurinominal en el Congreso del Estado. Con
alianzas y juego de manos alcanzó afianzar su poder y al poco tiempo hizo
diputado local a quien poco antes era su chofer, por si esto fuera menor pudo
lo impensable, hacer diputado a quien en un tiempo fue el titular de
intendencia del partido. A este último lo conocí a razón de mi trabajo para una
empresa para la cual trabajé y en labor mía, acudí a requerir el pago de una
deuda que tenían y fue el intendente quien me atendió en primera instancia. No
tengo cosa alguna en contra de aquellos que logran escalar posiciones de
cualquier tipo, siempre y cuando sea por méritos propios y no como simples
instrumentos de otro u otros. La nobleza o grandeza es virtud propia, lo que se
hereda o recibe sin méritos propios es una carga maldita. Hoy me parece que ese
personaje manejado a distancia por Barbosa sigue gravitando en el Partido de la
Revolución Democrática en el Estado de Puebla. No sé si el Senador haya leído
la vida de Calígula pero bien le ha salido hacer nombrar a ilustres
desconocidos flamantes diputados. Con sus aristas Calígula en su demencial
actuación política nombró a su caballo Incitatus, Cónsul y no hubo poder humano
inmediato que remediara estas locuras sino la muerte violenta.
Bien,
volviendo a la entrevista, me quede sorprendido respecto a las ideas que
habitan en la cabeza del Senador Barbosa y que las expresa de una manera
francamente muy sin convencer. Manifiesta trabajar por el pueblo y en especial
por el partido al que pertenece y llanamente el único beneficiado de su
quehacer político es él mismo y sus incondicionales. Es de señalar que como el
resto de los que se llaman de izquierda no pronuncio una sola idea de
izquierda, es decir de socialismo o de comunismo. La izquierda ha perdido la fe
en sus raíces y ha muerto de sopetón. Eso es tirar la toalla y rehuir a la
lucha aunque se diga que se sigue en la lucha. El Pacto por México fue la playa
donde varó al perecer de manera permanente el Partido de la Revolución
Democrática.
Habló
sobre la reforma energética y dice, lo que ya sabemos, que fue un exceso en
contra del pueblo, y a pesar de no estar de acuerdo con la misma, declara ser
hombre de pactos con el gobierno. No se puede mudar de métodos. Lo formidable
de la entrevista es que manifiesta ser un hombre que pide lo imposible, es
fanático de la utopía, hará un gran frente nacional de izquierdas para combatir
los excesos del gobierno. Dice tener una visión nacionalista. No se ha enterado
que el nacionalismo murió ha mucho. Bien, mi parecer es que quizás por su
estado sicológico el Senador Barbosa sintió el repentino deseo de la “humildad”
y quizás también, inconscientemente deliro con el idealismo de la utopía pero
no tardará en caer en la cuenta que tiene un destino que cumplir: el
pragmatismo político y entonces, olvidará la lucha fraterna en contra del “Neoliberalismo
rampante”. ¡Que frase!. Mírese bien y se verá que hay dos ideólogos visibles
dentro del Partido de la Revolución Democrática; uno, lo es, Jesús Ortega y el
otro el referido Senador. Ambos han renunciado a la lucha socialista y por
supuesto, a la ideología socialista. Sin embargo, El Senador Barbosa tiene mas
a la mano y con claridad sus fines aparejados con los del partido que Ortega. Jesús
Ortega quiere los cielos diáfanos, las alturas profundas, Miguel Barbosa las
tierras bajas, los valles llenos de espino donde sacar a relucir sus buenas
artes. En fin el coordinador de los Senadores perredistas es el pragmatismo
andando. Existe un tercer miembro; Jesús Zambrano, el brazo ejecutor del
pragmatismo barbosiano, es decir, el feo instrumento de la doblez. En el recayó
la culpa de las monedas de plata y este estigma le seguirá mas allá de su
muerte física.
Finalmente
se pregunta ¿qué se va a festejar el cinco de febrero?, día de la promulgación
de la Constitución General, ¿Cuál constitución?, responde; ¿qué se va a
festejar el dieciocho de marzo?, día de la expropiación petrolera y el
veintiuno de marzo, día del natalicio de Benito Juárez, ¿Cuál República
Juarista?, vocifera.
Me
quedó claro que todo lo que había dicho el Senador Barbosa no era otra y misma
cosa que ideas fuera de lugar o mejor dicho “En ningún lugar” que eso significa
utopía, nadando en masas nebulosas de su retórica. Es decir, no dijo verdades sino
trató solo de persuadirnos de estar diciendo verdades. Nunca ha sido profundo
sino un hombre de pactos, es decir, pragmático. El ADN priista es su guía,
nunca pudo extirparse esa genética porque nunca quiso hacerlo, volverse
democrático, liberal, ajustarse al Derecho hubiera sido su muerte política.
Realmente me da pena que la llamada izquierda no sea más que la criada del
gobierno en turno en cualquier entidad pero así son las cosas. No nos hagamos
falsas ilusiones, si ha de haber un cambio político este tendrá que venir de la
sociedad civil fundamentalmente, esa sociedad civil que no ha dejado de luchar
con limpieza y valentía. Los partidos son los jueces, tiranos y ejecutores del
pueblo.
El
Senador Barbosa no tiene la idea clara y clarificada de lo que es la democracia
porque nunca ha tenido a bien usar su razón para hundirse en la profundidad de
tal idea y mucho menos la ha constatado con la práctica. La razón quiere abarcar
más allá de sus límites, quiere que todo se ajuste a sus designios sin que lo
que designa se constate, deja fuera la experiencia, pero toda ciencia y la
ciencia política no es la excepción, requiere constantemente de constatación no
de razones huecas. Me parece que el Senador ha perdido la cabeza y seguirlo en
su barbarie es echar las barbas propias a remojar.
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