miércoles, 22 de enero de 2014

UN UTÓPICO PRAGMÁTICO




Miré y escuché, en la madrugada de hoy, la entrevista que Ricardo Rocha hace al Senador Miguel Barbosa y debo decir que de siempre me dio la impresión, el ahora Senador, de no saber tensar el arco popular de izquierda para los fines políticos que eran menester. Recuerdo haber tenido que ir a la ciudad de Tehuacán, Puebla por motivos de trabajo allá por el año de dos mil cuatroy haber visto una oficina en el centro de la ciudad con un rotulo que anunciaba la oficina de un priista de la localidad: era la oficina de Miguel Barbosa. La primera impresión que tuve de él, era que ese político era más rápido en las artes del engaño para sí que las de la política benéfica para los otros.

Tiempo después lo encontré como militante del Partido de la Revolución Democrática. Mi primera impresión se ahondo. Con sus artes del ilusionismo logró apoderarse del partido y a poco logró ser diputado plurinominal en el Congreso del Estado. Con alianzas y juego de manos alcanzó afianzar su poder y al poco tiempo hizo diputado local a quien poco antes era su chofer, por si esto fuera menor pudo lo impensable, hacer diputado a quien en un tiempo fue el titular de intendencia del partido. A este último lo conocí a razón de mi trabajo para una empresa para la cual trabajé y en labor mía, acudí a requerir el pago de una deuda que tenían y fue el intendente quien me atendió en primera instancia. No tengo cosa alguna en contra de aquellos que logran escalar posiciones de cualquier tipo, siempre y cuando sea por méritos propios y no como simples instrumentos de otro u otros. La nobleza o grandeza es virtud propia, lo que se hereda o recibe sin méritos propios es una carga maldita. Hoy me parece que ese personaje manejado a distancia por Barbosa sigue gravitando en el Partido de la Revolución Democrática en el Estado de Puebla. No sé si el Senador haya leído la vida de Calígula pero bien le ha salido hacer nombrar a ilustres desconocidos flamantes diputados. Con sus aristas Calígula en su demencial actuación política nombró a su caballo Incitatus, Cónsul y no hubo poder humano inmediato que remediara estas locuras sino la muerte violenta.

Bien, volviendo a la entrevista, me quede sorprendido respecto a las ideas que habitan en la cabeza del Senador Barbosa y que las expresa de una manera francamente muy sin convencer. Manifiesta trabajar por el pueblo y en especial por el partido al que pertenece y llanamente el único beneficiado de su quehacer político es él mismo y sus incondicionales. Es de señalar que como el resto de los que se llaman de izquierda no pronuncio una sola idea de izquierda, es decir de socialismo o de comunismo. La izquierda ha perdido la fe en sus raíces y ha muerto de sopetón. Eso es tirar la toalla y rehuir a la lucha aunque se diga que se sigue en la lucha. El Pacto por México fue la playa donde varó al perecer de manera permanente el Partido de la Revolución Democrática.

Habló sobre la reforma energética y dice, lo que ya sabemos, que fue un exceso en contra del pueblo, y a pesar de no estar de acuerdo con la misma, declara ser hombre de pactos con el gobierno. No se puede mudar de métodos. Lo formidable de la entrevista es que manifiesta ser un hombre que pide lo imposible, es fanático de la utopía, hará un gran frente nacional de izquierdas para combatir los excesos del gobierno. Dice tener una visión nacionalista. No se ha enterado que el nacionalismo murió ha mucho. Bien, mi parecer es que quizás por su estado sicológico el Senador Barbosa sintió el repentino deseo de la “humildad” y quizás también, inconscientemente deliro con el idealismo de la utopía pero no tardará en caer en la cuenta que tiene un destino que cumplir: el pragmatismo político y entonces, olvidará la lucha fraterna en contra del “Neoliberalismo rampante”. ¡Que frase!. Mírese bien y se verá que hay dos ideólogos visibles dentro del Partido de la Revolución Democrática; uno, lo es, Jesús Ortega y el otro el referido Senador. Ambos han renunciado a la lucha socialista y por supuesto, a la ideología socialista. Sin embargo, El Senador Barbosa tiene mas a la mano y con claridad sus fines aparejados con los del partido que Ortega. Jesús Ortega quiere los cielos diáfanos, las alturas profundas, Miguel Barbosa las tierras bajas, los valles llenos de espino donde sacar a relucir sus buenas artes. En fin el coordinador de los Senadores perredistas es el pragmatismo andando. Existe un tercer miembro; Jesús Zambrano, el brazo ejecutor del pragmatismo barbosiano, es decir, el feo instrumento de la doblez. En el recayó la culpa de las monedas de plata y este estigma le seguirá mas allá de su muerte física.

Finalmente se pregunta ¿qué se va a festejar el cinco de febrero?, día de la promulgación de la Constitución General, ¿Cuál constitución?, responde; ¿qué se va a festejar el dieciocho de marzo?, día de la expropiación petrolera y el veintiuno de marzo, día del natalicio de Benito Juárez, ¿Cuál República Juarista?, vocifera.

Me quedó claro que todo lo que había dicho el Senador Barbosa no era otra y misma cosa que ideas fuera de lugar o mejor dicho “En ningún lugar” que eso significa utopía, nadando en masas nebulosas de su retórica. Es decir, no dijo verdades sino trató solo de persuadirnos de estar diciendo verdades. Nunca ha sido profundo sino un hombre de pactos, es decir, pragmático. El ADN priista es su guía, nunca pudo extirparse esa genética porque nunca quiso hacerlo, volverse democrático, liberal, ajustarse al Derecho hubiera sido su muerte política. Realmente me da pena que la llamada izquierda no sea más que la criada del gobierno en turno en cualquier entidad pero así son las cosas. No nos hagamos falsas ilusiones, si ha de haber un cambio político este tendrá que venir de la sociedad civil fundamentalmente, esa sociedad civil que no ha dejado de luchar con limpieza y valentía. Los partidos son los jueces, tiranos y ejecutores del pueblo.

El Senador Barbosa no tiene la idea clara y clarificada de lo que es la democracia porque nunca ha tenido a bien usar su razón para hundirse en la profundidad de tal idea y mucho menos la ha constatado con la práctica. La razón quiere abarcar más allá de sus límites, quiere que todo se ajuste a sus designios sin que lo que designa se constate, deja fuera la experiencia, pero toda ciencia y la ciencia política no es la excepción, requiere constantemente de constatación no de razones huecas. Me parece que el Senador ha perdido la cabeza y seguirlo en su barbarie es echar las barbas propias a remojar. 

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