La
caída del Muro de Berlín supuso la caída del Socialismo Real, es decir, del No
Socialismo, dado que lo que existió en la extinta Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas fue una dictadura de partido, exenta de democracia, libertad y todo
por lo que habían luchado los socialistas científicos. Esto tuvo sus efectos en
México; las izquierdas perdieron todo interés por seguir en la lucha por el
socialismo y el comunismo. La política sintió de repente ese vacío ideológico y
la falta de la práctica de los principios científicos del verdadero socialismo.
No se puede ser socialista o comunista por decreto o por arte de magia. La convicción
de ser de izquierda no se adquiere con un bebedizo ni coloreándose con frases o
logotipos con alusiones de autenticidad, no, la convicción por una izquierda democrática,
libre, crítica del sistema pero sobre todo de sí misma, es el razonamiento
profundo de que el ser humano no es una mercancía indigna ni mucho menos y se
siente la necesidad de rescatar la dignidad humana de las garras del puro
mercantilismo.
La
izquierda en México ya lo hemos visto ha perdido el rumbo y es ridículo que
ahora, para los dirigentes que se llaman de izquierda todo lo que brilla artificialmente
es signo de ser un norte y hacia allí se dirigen, al llegar se dan cuenta que
su percepción era errada y al pronto al ver otra luz cualquiera nuevamente se
sienten irremediablemente atraídos y con paso presuroso y a marchas forzadas
avanzan sin prestar atención a las voces que tratan de advertirlos de su error.
Eso en México se llama estar norteados pero se agrava el extravío porque la
izquierda se arroja llorosa y avergonzada de su pasado a los brazos de la
derecha.
En
Puebla la izquierda no es más que un puñado de políticos que viven de las
limosnas del gobierno en turno y ha sido integrada por priistas que se han
regodeado en hacer de las franquicias (partidos políticos), negocios políticos.
Se avecina una nueva legislatura y toda será panista o conservadora, es lo
mismo. Si se revisa a esta nueva legislatura se verá que estará al servicio del
gobernador y que la oposición real no existe.
Ha
ocurrido un hecho en Puebla (común en toda la República), han llegado políticos
imberberes y oportunistas como oposición al gobierno conservador de Rafael
Moreno Valle. Estos políticos que se llaman de izquierda son en realidad
priistas que descobijados del priismo (perdió la gubernatura) se han acercado e
integrado con sonrisas a la izquierda y ahora lanzan sendas consignas de que
lucharan por el pueblo. Sera trágico para el pueblo constar con el tiempo de
que esta izquierda es de derecha.
Los
políticos que se llaman de izquierda en México creen que la política es el arte
de vivir con excesos del presupuesto, sacarse fotografías en todos los
escenarios posibles y especialmente con la bandera mexicana para darse un toque
de patriotas y por supuesto publicarlas en las redes sociales. Se les ha
olvidado (convenientemente) que la política tiene como meta el poder para el
servicio al pueblo con las características de democracia, libertad y todos los
elementos inherentes a los fines del socialismo. Pero como son improvisados e
ignorantes no podrán siquiera intuir que no es con promesas de acercar la
cultura a la gente en general o volverse gestores de todo tipo o ser serviles
con el gobernador o su coordinador o el dueño de la franquicia.
En
Puebla la preocupación de los políticos de izquierda debería ser el ejercicio
del poder público y las relaciones del Estado con los gobernantes y las
trasnacionales y dar posibles soluciones y alcanzar las soluciones posibles. Pero
esta oposición de izquierda tiene una visión provinciana, chabacana y pueril de
la vida y por ende de la política. Por un lado, divertirá ver como esos sueños
estultos se desmoronan y por el otro, tendré que padecerlos. El tiempo nos descubrirá
que los políticos de izquierda son todo menos de izquierda.
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