Es
bien sabido que el Estado nacional se compone básicamente de tres elementos:
Territorio, población y gobierno (órganos legislativo, ejecutivo y judicial) y
que este último se debe encargar de ejercer la soberanía nacional; hacia el
extranjero con los demás Estados nacionales y en lo interno ejerciendo las tres
funciones principales, salvaguardando el territorio nacional, procurando el
bien común de la población y regulando adecuadamente las relaciones entre las
sociedades anónimas (el gran capital) y las relaciones que están tienen con el
pueblo.
En
el caso mexicano la cosa es grave dado que buena parte del territorio mexicano
no lo controla el gobierno mexicano sino el crimen organizado (Michoacán y
Tamaulipas son los casos más destacados), una parte significativa de Chiapas
(por el ejército zapatista). El caso se agrava dado que también la población civil
se ha lanzado a luchar por su libertad y tranquilidad ante el embate del crimen
organizado y se han constituido las defensas comunitarias que controlan algunos
municipios de Michoacán y de Oaxaca. Por si esto fuera poco las grandes
empresas trasnacionales nacionales y extranjeras han logrado concesiones en
todos los rubros de la producción controlando una buena parte del territorio
nacional. Todo esto ante la pasividad y muchas veces la franca complicidad del
gobierno en turno.
Si
el gobierno mexicano ya no ejerce la soberanía nacional en la mayor parte del
territorio ni sobre la población que vive en el territorio nacional se concluye
que es la persona moral más anémica de todas y por ello no puede más que estar
de mirón ante los hechos.
Para
muchos estudiosos Estado y Derecho son una y la misma cosa pero cuando un Estado
no está constituido por normas de Derecho aplicables y el poder con miras a
someter a toda la población que formalmente está en el territorio nacional se deriva
que es un estado fallido, dígase lo que se diga. Tal parece que el único fin
del gobierno mexicano es promulgar leyes a favor de las grandes trasnacionales
y reprimir a la población civil que protesta. Es decir, es guardián y policía
privada de las sociedades anónimas.
El
gobierno mexicano en este contexto evoca a una gran empresa de seguridad
privada al servicio de quien pueda pagar por sus servicios y solo para la
salvaguarda de los intereses de las diversas empresas trasnacionales. Para tal
efecto, los partidos políticos se han convertido en grandes empresas de colocación
para los puestos gubernamentales. Para Montesquieu viendo a los griegos y
romanos en su grandeza determino que la virtud era lo más importante en el
Estado. En efecto, griegos y romanos alcanzaron su esplendor cuando imperaba la
virtud entre sus ciudadanos. En México se prefiere la vulgaridad máxima dado
que para los políticos mexicanos la moral (la virtud) es un árbol que da moras
y por ende un estorbo para su ambición desmedida.
Esta
es la máxima de los políticos mexicanos: “Vivir fuera del presupuesto, es, vivir en el error”. Bajo este signo han logrado vencer y sostenerse en el poder. Su cinismo
no tiene límites. Prefieren el oprobio nacional que trabajar y comportarse
virtuosamente. Que espectáculo.
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