PUEBLO Y GOBIERNO EN MÉXICO EN LA CUARTA TRANSFORMACIÓN
En
México, las condiciones sociales-políticas-económicas-culturales y de todo tipo
han cambiado radicalmente; esto es el resultado de todo un proceso que ha
durado por lo menos 50 años. Si bien, por un lado, la economía ha sido la punta
de lanza que dirige al Estado mexicano esta misma economía ha desencadenado las
fuerzas sociales al punto de liberarlas del Estado y con esto contribuyo a dar
al traste con el sistema político totalitarista priísta.
El
Estado mexicano estaba organizado por un partido único de Estado que manda,
tres grandes sectores: obrero, campesino y popular en donde estaba la gran mayoría
del pueblo que obedece y toda una gran armadura que inicia con el Derecho en
todos sus ámbitos para hacer legal todo lo público y privado, aunque fuera
injusto; seguían centrales obreras, campesinas y populares para el control
social; había toda clase de líderes que se iniciaba con el presidente de la
república hasta el más modesto jefe de cuadra (control territorial), o caciques
rurales y toda una pléyade de formas de control. Todo el Estado mexicano
dirigido por una sola voluntad, la del presidente en turno. Por ello, a este
periodo se le llama Presidencialismo. El pueblo es un mero comparsa del partido
único de Estado y principalmente del presidente. Era el gobierno de un solo
hombre, nunca una mujer. No es casualidad que el machismo sea el sello
distintivo de sistema político como tampoco es al azar que en este lapso
tempo-espacial se haya desarrollado el feminismo como respuesta al machismo.
El
colapso definitivo del Presidencialismo tuvo muchos factores y el resultado fue
la liberación de los mexicanos del Estado mexicano y sin este factor ya no
tiene sentido el Presidencialismo y el partido único de Estado. Hacía falta que
el viejo sistema político desapareciera y se creara uno nuevo y esto tampoco es
una ocurrencia ni es el resultado del azar sino el resultado necesario de una
nueva etapa del Estado mexicano. Esto se quiera o no.
Con
el régimen Presidencial, todo dependía de la voluntad del presidente en turno, ya
fuera la vida pública o privada en diversos grados. En el gobierno de uno el
resto obedece. No había libertad, legalidad, valores morales ajenos al sistema
oficial ni conciencia popular. Se crearon programas asistenciales para mantener
la lealtad del pueblo para con el gobierno y el palo y el garrote para los
disidentes. Los ciudadanos dependían casi absolutamente del Estado. En este
contexto, no se podía desarrollar el Neoliberalismo. Para que florezca el libre
mercado hace falta mano libre y consumidores. Pero si los mexicanos dependían del
Estado, pues este les proveía de lo básico para vivir no había necesidad de
consumir. Además, existía la tradición de la producción artesanal. En la
provincia, era normal que las familias tuvieran una vida sustentable casi autónoma
al producir sus propios productos de consumo personal de forma familiar. En
cada casa era obligado tener una parcela para sembrar maíz, frijol, cebollas,
habas, calabazas y todo lo necesario en este rubro.
Por
si esto fuera poco, las familias tenían cerdos, vacas, chivos, borregos,
gallinas y toda una gama de animales para poder valerse de los mismos sin necesidad
de consumir enlatados ni bebidas azucaradas. La alimentación era de lo mejor
posible. En esta época a pesar de haber enfermedades no eran relevantes la
diabetes, la hipertensión, el sobrepeso y todas esas enfermedades que ahora
aquejan al pueblo mexicano y para ello, fue necesario transformar el
pensamiento del pueblo mexicano. Esto fue posible desde el oficialismo que
inicio las privatizaciones con el gobierno de Miguel de la Madrid Hurtado y terminó
con enrique Peña Nieto.
Durante
este periodo se fue quitando al pueblo mexicano de los derechos inherentes al
Estado de Bienestar para pasar al Estado Neoliberal. En el primero había derechos
para todos y cada uno de los tres grandes sectores: obrero, campesino y
popular. Si bien no se logró la abundancia o el cumplimiento del bienestar
prometido si se crearon derechos como la vivienda (Infonavit), salud (IMSS), educación
(SEP), y toda una larga lista de derechos e instituciones que procuraban más o
menos cumplir con hacerlos realidad, por lo menos a una buena parte de cada
sector; con lo cual se lograba estabilidad social o control social.
Para
que el Neoliberalismo triunfara en México era menester que se liberara al
pueblo de mexicano del Estado mexicano y concretamente del gobierno. Esto se logró privatizando todas las empresas
estatales con lo cual el poder económico se trasladaba a la iniciativa privada
mexicana y extranjera (surgimiento de grandes nuevos ricos). A esto le iba
aparejado la reforma de todos los rubros del derecho en los tres grandes
sectores: obrero, campesino y popular. Sin empresas y sin trabajadores el
Estado enflaco a su mínima expresión, se debilito y esto permitió que las
trasnacionales lo pudieran manipular a placer.
Después
de las reformas estructurales de Enrique Peña Nieto en conjunción con el
Partido Acción Nacional y el Partido de la Revolución Democrática,
principalmente, se dejó en libertad económica, política, social, artística a
los mexicanos de manera definitiva. Había muerto el Presidencialismo y se
iniciaba la democracia pues ahora los ciudadanos podían decidir sobre todos los
rubros de la vida pública y privada. Lo demás es historia.
Ahora
bien, al quitarle los derechos alcanzados en el Estado de Bienestar a los
mexicanos se les dejó desnudos, en zozobra y tuvieron que pasar de la pasividad
o semi-pasividad a la vida dinámica pues ahora; tenían que conseguir todo lo básico
para sus vidas con exclusivamente sus fuerzas acicateados por la necesidad
real. Mano libre para producir y esa misma mano de obra para consumir sin la
esperanza de que el Estado a través de su gobierno ayude a los ciudadanos
productivos. Pocos programas sociales para mantener a los ciudadanos activos.
El Neoliberalismo había triunfado sin importar el tipo de gobierno. Claro esto
no es en definitivo.
En
este contexto, se hace la política y la oposición parece ignorar que ya no debe
atacar al presidente de la república pues in que se minimice su importancia, el
pueblo a través de los ciudadanos ha descubierto, logrado o se ha topado con
que tiene derechos y los puede hacer valer. Esto fue lo que sucedió en las
elecciones del 2018, como resultado de imponer el Neoliberalismo; es decir, los
propios priístas, panistas, perredistas,
del Partido Verde y Movimiento Ciudadano mataron el régimen Presidencial del
cual tanto dependían. Al nuevo régimen le compete enterrar al viejo régimen y
lo hará. Esto no quiere decir que, el Estado mexicano se vaya, por este solo hecho,
con la abundancia y se entre en Jauja; esto debe ser el resultado (si es que se
logra), de mucho trabajo, sacrificio y tiempo; mucho tiempo.
Finalmente,
el gobierno de uno se ha terminado y el pueblo ha entrado en la escena política
(y qué entrada), y es de esperarse que siga así mientras no cambie el régimen dinámico.
Por lo tanto, es inútil que la oposición dirija exclusivamente sus ataques al presidente
en turno cuando el poder electoral, es decir, político, se ha depositado en el
pueblo. Es al pueblo al que deben conquistar políticamente y no tratar de
destituir al presidente en turno, quien por lo demás tiene (por el momento), el
apoyo popular. No entiende la oposición que únicamente podrá acceder a sus pretensiones
de poder público si tiene al pueblo de su lado y por el momento, tan alocados
como están no hacen otra cosa que servir de bufones y diversión del pueblo. Esto
va para largo.
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