NUEVO ESTADO, NUEVOS ÓRGANOS, INSTITUCIONES Y
DEPENDENCIAS
Los
seres humanos somos dados a engañarnos ante la realidad y eso es lo que ha
pasado con esto que se ha llamado como la Cuarta Transformación. Por un lado,
el sentimiento y la consciencia que una buena parte de la sociedad mexicana tomó
para cambiar este régimen tomó mucho tiempo; por lo menos cincuenta años. Por
el otro, el régimen Presidencial, tuvo un fin, impedir la democracia, sostener
a un solo partido único de Estado como hegemónico en el poder político con un
totalitarismo sin precedentes y esto fue la clave que tuvo que descifrar el
pueblo mexicano. Este régimen cumplió con su cometido y su razón de ser despareció
y por ende eso tenía que desaparecer, tal y como sucedió. Un tercer elemento lo
es la sociedad mexicana que cambio en definitiva a la par que las
circunstancias nacionales e internacionales cambiaban.
Imaginen
que la ciencia y la tecnología al avanzar cambian a los pueblos de diferentes maneras,
pero de manera particular a los mexicanos al grado de no poder seguir con un
sistema político cerrado, conservador, totalitarista, represor, ilegal,
ilegitimo sin libertad y todos los derechos concomitantes a la democracia. Esto
por sí mismo ya es suficiente para terminar con la estática estatal que se
negaba a transformarse, a cambiar a pesar de que los gobiernos presidenciales
trataron de hacerlo.
Si
por esto fuera poco, el poder presidencial fue perdiendo la rectoría de la economía
que pasó a las trasnacionales. El poder político se fue fragmentando al irse
creando diversos partidos y el partido único de Estado se enfrentaba a otro
problema; competir en diversos frentes cuando anteriormente no tenía esa preocupación
ni ocupación. El Partido Revolucionario Institucional fue hecho para tener el poder
absoluto y no tener competición; por lo cual, no estaba preparado para
competir.
Ahora
bien, el Neoliberalismo y los neoliberalistas tienen la necesidad de que, los
seres humanos tengan la máxima libertad posible; es decir, que se vuelvan híper
individualistas y sean ellos los que afronten, con los mínimos derechos, la
vida y principalmente la económica. La libertad que tanto había negado el
presidencialismo fue una necesidad, una consecuencia de la economía de libre
mercado y, contra esto y ya no pudo más el Partido Revolucionario
Institucional.
En
estas circunstancias, los priistas y panistas se equivocan al querer volver al
pasado; esto no va a pasar. Lo que debería hacer y esto es fundamental para
ellos, es encarar la realidad y trabajar en serio para tener oportunidades
futuras de alcanzar el poder político perdido. Con su actitud conservadora no
hacen más que reforzar el actual gobierno. No han entendido que es lo que
quiere el pueblo y lo que no quiere. La democracia burguesa es una condición lógica
del libre mercado. Antes de la caída del Muro de Berlín con su consecuencia, la
caída de la Unión de Repúblicas Socialistas impedía que se impusiera el libre
mercado en México. Con estos hechos se dejó el campo libre para el triunfo del
Neoliberalismo en buena parte del mundo y México no fue la excepción. Todas las
condiciones estaban dadas para la caída del partido único de Estado y de su
marco político.
En
estas condiciones es impresionante que, los llamados intelectuales, analistas políticos
y de toda clase no puedan darse cuenta que, por mucho que se opongan a este
nuevo gobierno y, a esta Cuarta Transformación, no lograran más que afirmar y
apuntalar este nuevo Estado; esto contra su voluntad. El pasado no volverá pues
la maquinaria económica va en dirección contraria a sus deseos y arrastra todo
lo demás, incluida la democracia y la política.
Si
esto no va a cambiar es irracional que sigan sin cambios los órganos,
instituciones y todas las dependencias que sirvieron al anterior régimen político-económico-social.
Todo, a lo menos, se debe renovar, reformar o refundar; no es posible que se continúe
con todo lo viejo ante una nueva realidad. En consecuencia, los alarmistas, los
creadores de noticias falsas y la oposición natural no tienen razón en sus
concepciones de la realidad ni en sus dichos contra esta realidad novísima.
Imaginen
esta nueva era con todos los adelantos científicos y tecnológicos que nos
permiten saber lo que pasa en todo el mundo a través de las redes y que se
intente vivir como si estos fueran los años cincuenta del siglo pasado,
imposible. Es cierto que, los ciudadanos estamos expuestos al escrutinio de los
demás, pero no lo están menos los gobiernos y esto ya no va con el viejo
pensamiento y comportamiento de un sistema político cerrado como el que imperó
durante 108 años.
Lo
que se debe hacer es, preparase, en consecuencia, de esta nueva realidad y
dejarse de añorar el pasado ido y que no volverá. La vida, en general, si no se
renueva cae en decadencia y eso es lo que, le pasó al pueblo mexicano que permaneció
en la mediocridad durante décadas sin saber cómo pueblo su camino pues le era
dictado desde el poder político. En este
pasado 2018, los ciudadanos dictaron sentencia definitiva contra el antiguo régimen
sin permitir, hasta ahora, apelación alguna y creo que así seguirá.
Se
creía que la soberanía nacional era una utopía, pero se dejó en claro todo lo
contrario que esta es posible a pesar de todo. No hay sistema político que
pueda soportar el cumulo de cambios y circunstancias ya narradas de manera breve,
pero espero que, suficiente para entenderse la actualidad.
Este
cambio no es de Andrés Manuel López Obrador ni únicamente de un partido sino de
todos los actores políticos, sociales, económicos en particular y del pueblo
mexicano en buena parte. Es cierto que el actual gobierno no tiene buen tacto
en muchas ocasiones ni tiene contiene a la generación política que tuvo Benito Juárez.
Esa generación política fue excepcional y cada uno de los personajes que la
integraron fueron por si mismos singulares y con una preparación sin par. Hoy
no tenemos a los mejores políticos, pero si tenemos un pueblo lo suficientemente
consientes como para dar un golpe de timón y no permitir un nuevo régimen totalitarista
y las condiciones no están dadas.
El
lema y condición política derivado de la revolución mexicana de 1910, “Sufragio
efectivo, no reelección”, ha sido de tal calidad que a pesar de haber permitido
la supremacía de un partido (PRI), no ha permitido hasta ahora la reelección, aunque
el sufragio no haya sido efectivo y esta, es la tarea pendiente del pueblo
mexicano.
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