EL PRESIDENCIALISMO COMO IDEA POLÍTICA (SUFRAGIO EFECTIVO, NO REELECCIÓN)
El
Presidencialismo mexicano fue un totalitarismo sin par con apariencias de
democracia, legalidad, legitimidad y todo lo que esto conlleva pero fue todo lo
contrario. Tuvo como fin el control total del Estado mexicano y lo logró por décadas.
La base de este régimen político fue tener el poder político absoluto y
depositarlo en un solo individuo; a saber el titular del órgano ejecutivo
federal (que no poder ejecutivo lo que es un error mayúsculo y que ya lo he
explicado ampliamente), que tenía entre sus facultades meta constitucionales de
designar a su sucesor. Por seis años el presidente de la república era el todo
poderoso al grado de asegurar que al preguntar la hora sus subalternos le respondían
“las que usted quiera señor presidente”. Esto aseguraba la continuidad del
partido único de Estado en el poder político. Pero esto se acabó.
Ahora
bien, a pesar de haberse acabado el Presidencialismo y esto no significa que el
actual presidente tenga un enorme poder pero esto es anormal, extraordinario
como tiene que ser en este tipo de cambio político. De otra manera no habría como
lograr el objetivo. Sin embargo, el poder que detenta el actual primer
mandatario (el que obedece al pueblo mandante), es por voluntad popular de los
ciudadanos; durante el Presidencialismo, el poder era transmitido de presidente
al candidato oficial que tenía la seguridad de ser el siguiente presidente. Simplemente
no había democracia, los ciudadanos no contaban sino como meros comparsas del
totalitarismo y a la postre de los fraudes electorales. En efecto, hay
diferencias abismales entre esta incipiente democracia y el viejo régimen. Esto
es fundamental porque todos los analistas, periodistas de renombre se han ido con
las apariencias y sostienen que, Andrés Manuel López Obrador, está intentando convertirse
en dictador. Lo que es totalmente falso pues, fundamentalmente fueron los
votantes los que dieron el triunfo a Andrés Manuel y eso es democracia.
En
el régimen Presidencial el poder se transmitía entre la cúpula del poder y
concretamente entre el presidente y el siguiente candidato sin que este último
interviniera activamente. En el viejo sistema político existía la idea y la práctica
del gobierno de un solo hombre. Ahora son los ciudadanos los que han ocupado el
escenario político. Se han invertido los papeles. En cuanto pase este sexenio
los votantes y, el pueblo en general harán un análisis de la gestión del presidente
y, partido y se verá la acción política del pueblo al juzgar toda la administración.
La
gran tarea del pueblo mexicano es olvidarse de la idea del gobierno de un solo
hombre y ya no abandonar la práctica democrática. Ahora el binomio idea
presidencial y práctica política están separados y así deben seguir pues si ese
binomio regresa en los términos del pasado volveremos al Presidencialismo. Hoy
sigue existiendo la idea del Presidencialismo pero ya independiente de la realidad.
Y, es allí donde la gran mayoría de analistas políticos y periodistas terminan extraviados
al seguir pregonando que regresa el Presidencialismo. Esto por ignorancia y
perversidad.
En
este mismo contexto, los grandes analistas políticos, políticos y periodistas
no han reparado que el anhelo de democracia, a pesar de ser impracticable no murió
sino que fue cuidada por diversos grupos, personas y partidos. El lema “Sufragio
efectivo, no reelección”, contiene ese anhelo. Que los votos de los ciudadanos
sean efectivos en las elecciones y que no haya reelección; es decir, un
dictador al estilo de Porfirio Díaz por nombra a uno solo. Los votos ciudadanos
durante mucho tiempo no tuvieron efectividad democrática, legal y legítima pues
todo era una simulación bien montada. Pero la reelección de un solo presidente no
se ha dado a pesar de la gran tentación que han tenido personajes como Carlos
Salinas de Gortari o, a través de sus esposas como con Vicente Fox o Felipe Calderón
y eso se debe bien ponderar.
Si
se mira bien la elección del 2018, fueron las primeras elecciones en las que el
pueblo soberano de México impone su voluntad general, votando por sus candidatos
preferidos, el partido que les pareciera el mejor o no votando; es decir, se ha
cumplido por vez primera la primera parte del lema; que los votos ciudadanos
fueran efectivos y falta que se cumpla la segunda parte que no haya reelección y
eso se cumplirá pues el pueblo mexicano no permitirá una reelección.
Los
grandes analistas, políticos y periodistas pueden seguir vociferando que vamos
al comunismo, al socialismo o hacia una dictadura; el pueblo maduro debe seguir
en plena posesión de la efectividad de los votos en cada elección y no permitir
reelección alguna y con eso mostrará que ha dejado la minoridad política. El
pueblo no debe dejarse de influir sino ser lo que está escrito en el artículo 39
constitucional, que es el
soberano y debe cambiar “La división de poderes”, pues los tres órganos de
gobierno federales y por ende el resto no pueden ser soberanos. El pueblo es
quien les da facultades, atribuciones o funciones para hacer uso de la soberanía
pero no por si ni para sí.
Desde
el presidente de la república hasta el más modesto de los presidentes de las
Juntas Auxiliares son mandatarios; es decir que reciben órdenes de la voluntad
general del pueblo por acción u omisión. En este sentido es el pueblo soberano
el mandante, el que ordena y manda a sus empleados y no al revés como con el
viejo Presidencialismo. Al terminar la actual administración gane quien gane,
si se observa de inicio el lema “Sufragio efectivo, no reelección”, se podrá
celebrar la madurez política del pueblo mexicano. Para ello se debe borrar del
pueblo la idea del Presidencialismo para avanzar en la democracia.
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