IDEOLOGÍA IMPERANTE
Pasan
años, décadas y centurias sin que se las ideas cambien. Hasta a los que se
llaman intelectuales se han dejado llevar por las apariencias y han creído que
es verdad. La responsabilidad y la culpabilidad es de todos. Es increíble la
pasividad del pueblo en general y una desgracia en particular de los “intelectuales”.
Se ha creído que todo es responsabilidad de los “caudillos”, y que la vida
particular es consecuencia de la personalidad única de quien es el mandatario,
en funciones. El mandatario no es más que, el quien recibe el poder y las
ordenes de gobernar (en este caso), en uno de los tres niveles de gobierno y no
quien debe hacer su voluntad.
Es
indudable que, el pueblo mexicano en las elecciones de 2018 para la
presidencia, gubernaturas y municipalidades decidió dar un claro ejemplo de
cambio. El priísmo tenía un fin fundamental, sostenerse en el gobierno de
manera permanente en un estado totalitarista; esto se terminó de manera lógica y
se puede decir hasta natural. El México de hoy, y los mexicanos de hoy, son muy
diferentes en diversas áreas de la vida que los de hace una treintena de años. Las
circunstancias nacionales y mundiales han cambiado y es evidente que un sistema
político totalitarista a la manera del partido único de Estado no puede ser ya
el que impere entre los mexicanos. Seguimos la suerte que sigue la vida para
bien o para mal.
No
se le tiene que quitar los méritos a los líderes o caudillos si los tienen,
pero no se debe soslayar la importancia del pueblo en general y los electores
en particular en los momentos decisivos de cambios. Tanto el líder como el pueblo hicieron un
trabajo combinado para terminar con el régimen político presidencialista pero
no hay que dejarse engañar; sin quererlo, los priistas también hicieron su
parte para erosionar el mismo régimen político y no hay que dejar de lado la actuación
panista perredista y de los demás partidos; hubo una sinergia que derivó en el
fin del régimen político totalitarista.
No
hay que dejar que, la ideología siga influyendo de manera fundamental en la
vida política y en todos los rubros de los mexicanos. No hay que seguir pensando
que una sola persona puede guiar al resto sin que haya posibilidad de que el pueblo
tenga relevancia en el devenir. La importancia del pueblo ha sido mayúscula pues
ninguno esperaba que la toma de conciencia y la actuación en consecuencia fuera
tal que sorprendió a todos; propios y, extraños, esto es la prueba irrefutable
de quien en realidad quería e hizo el cambio y o sigue haciendo, dando el
respaldo al presidente.
Es
verdad lo que dice el presidente, sin el pueblo no hay forma de que siga el
cambio del régimen y en esto se equivoca la oposición al lanzar sus permanentes
ataques contra el presidente y dejar intacto al pueblo, el verdadero sustento
del cambio. Mientras no logren entender esto, no podrán corregir su destino. En
estos momentos bien se puede decir que con el pueblo todo, y sin el pueblo
ninguna acción podrá hacerse.
Los
partidos de oposición están errados al dirigir exclusivamente sus ataques
contra el presidente en turno como si no tuvieran que ganarse al pueblo para
fortalecer sus ataques y tratar de ganar el poder político. Con sus hechos no
hacen más que dejar seguir la 4T sin corregir lo malo que trae de manera congénita.
Hace falta una oposición fuerte que corrija lo malo en conjunción con el
pueblo. La ideología de los caudillos debe terminar para dar paso a la verdad
basada en la razón y en la ciencia. Sin esto el Estado mexicano seguirá en la
flacura, la decadencia que hasta ahora mantiene. Menos ideología y más razón y
ciencia para efectos benéficos. La ideología
imperante del régimen anterior y de los “intelectuales”, en vigencia debe
terminar para dar paso a la escena al pueblo consciente y actuante. Fuera la
pasividad anterior, para dar paso a la dinámica social. Ya no más un ¡Viva México!, hueco y sin
sentido.
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