RIESGO DE ENFERMEDAD Y MUERTE
Es
evidente que, la pandemia tomó al gobierno del Estado de Puebla, por sorpresa
debido a la falta de inteligencia del gobernador Miguel Barbosa Huerta, no es
de sorprenderse si se le conoce por lo menos lo mínimo. Su actitud fue infantil
al tratar el tema con la mayor frivolidad; sin embargo, la realidad lo rebasó
por todos lados y ciego, actuó de manera torpe pero ya nunca podría siquiera
entender y atender esta enfermedad. Un enfermo y débil al mando en el mayor
peligro.
El
gobernador no le quedó otro camino que tratar de imponer medidas contrarias a
los intereses de la mayoría de los ciudadanos en particular y en contra de todo
el pueblo, en lo general. Fue de decreto en decreto que gradualmente agravaba y
lanzaba la pandemia del Covid hacia los gobernados. Ejemplo, ordenó la no circulación
de los automóviles particulares, pero permitió el transporte público y esto
tuvo como efectos la propagación de la enfermedad. Su reacción fue torpe, ridícula
y autoritaria. ¡Quédense en sus casas!, alegando que había ya dado 300 mil
despensas que es lo mismo que 300 mil mentiras torpes.
Mientras
los gobernantes encabezados por el gobernador viven una realidad; la realidad
radical de la mayoría es un drama cuando no una tragedia de muerte, una sinfonía
macabra que se eleva cada mañana mientras los responsables, en buena medida de todo
esto, se refugian en sus casas con todos los medios de subsistencia a la mano,
mientras los más pobres salen cada día por el sustento mínimo que los lleve a
paliar y eventualmente alcanzar la otra orilla sorteando peligros invisibles.
Únicamente
hay dos opciones: quedarse en casa y ver languidecer a la familia o salir ante
lo que a los que tienen los medios para vivir encerrados les parece una necia
locura. Nunca podrán entender la vida del día a día que tiene la mayoría. Se
vive entre la inconciencia, la conciencia y la valentía de saber que de todos
modos en la casa o en la calle espera el peligro y quizá la muerte.
Un
gobierno que no entiende la realidad debería ser destituido inmediatamente por
el pueblo soberano; claro las circunstancias no lo permiten, pero se debería de
esperar a que pase el peligro para tomar partido político no en favor de los
anteriores gobernantes y si se quiere ni de este sino a favor de la cosa pública.
No más gobernantes lerdos en extremo de la vergüenza permanente y lacerante.
Les
tengo noticias del mundo real. Existe gente que no tiene ya que perder y en
cierto sentido ni su ser y eso es brutal. De común se puede uno encontrar a
muchos seres humanos deambulando por las calles no solo sin las mínimas medidas
higiénicas sino claramente sin días de bañarse. La causa tiene un mismo origen
la extrema pobreza. Buscan el alimento diario y cesan de ir de un lugar a otro.
Piden una moneda o un mendrugo que comer. Esto únicamente lo pueden entender los
que han pasado por la misma hambruna que acicatea sin cesar día y noche. La
moralidad de beatería no tiene cabida aquí para juzgar lo que está más allá de
sus posibilidades de entendimiento. Aquí se quiebra toda lógica, toda forma de
vivir razonable para saltar los pulsos vitales porque a pesar de todo el
instinto de supervivencia los guía como un gps natural a seguir a pesar de las
miradas de reprobación, la censura o toda ley u orden de la autoridad.
He
visto gente sin ninguna higiene restregarse los rostros llenos de granos exprimidos
con anterioridad o llevarse a la boca alimentos que no se creería poder ingerir
y es todo un espectáculo increíble. Hay que mantenerse fuerte. La sana
distancia no es más que una bobería cuando se trata de sobrevivir en tales
condiciones. Y, con todo, la gente percibe el engaño de ir escalonadamente
alargando los periodos de no poderse volver a la nueva normalidad. ¡Quédate en
casa!, reza la letanía obtusa de los gobernantes y que tiene por respuesta la cacofonía
de los estómagos vacíos o semivacíos.
La
vigilancia policial se ha incrementado para controlar a los más pobres. Una y
otra vez transitan con las torretas encendidas y el aullar siniestro de las
patrullas. En México como en todo el mundo se viven realidades diametralmente
opuestas. Pero también allí la moral de beatería no importa pues sirve como
justificante de las buenas condiciones en que se vive y se deplora el resto de
estratos sociales. Los mexicanos antiguos tenían trece cielos y mucho me temo
que hoy tenemos muchos más.
Si
la rueda de la fortuna da un giro mas ¿qué fuerza policiaca o publica podrá contener
a las hordas hambrientas y ya desatadas; ninguna. Las 300 mil mentiras que ha
prodigado Miguel Barbosa se ven aumentadas con las que graciosamente nos ha
brindado el gobierno municipal. Pero esto no importa porque tienen mil
justificaciones políticas que los hacen sentir reconfortables al grado de exigir
se les erijan bustos y estatuas al estilo de los emperadores de Roma.
Todos
los filósofos al tratar de política han mostrado las graves carencias de los
gobernantes y han propuesto formalmente desde Aristocles hasta la actualidad pasando
por Nicolás Maquiavelo y José Ortega y Gasset que, los políticos no sean tan
brutos pues en ello nos va el bienestar. El poder político no solo enloquece a
los seres humanos, sino que los embrutece a grados insospechados. En el estado
de Puebla no se ha termina la ostentación, el lujo, la fantochería y todo lo
malo para gobernar, sino que vino en dosis brutales.
El
único camino que se puede seguir es el de la vitalidad, la inteligencia, la
fuerza, la cultura; en fin el saber que con tanto esfuerzo han logrado
conseguir y transmitir filósofos y científicos. Seguir las ordenes de estos
gobernantes es seguir el camino equivocado y en lo personal, no tengo duda de
que serán recordados como los más pusilánimes. Pudiendo mostrar y demostrar un mínimo
de decoro se han mostrado como un coro de papagayos mal entonados. En una conversación
de desatinos entre Gabriel Biestro y otros lerdos dicen querer expropiar o
nacionalizar Universidades y de repente tercia Emilio Maurer. Eso lo dice todo…
lo público, el Estado no les importa porque no tienen la mínima idea de lo que
se trata.
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