miércoles, 3 de junio de 2020

1968-2018, SIN IDEALISMOS


1968-2018, SIN IDEALISMOS

 

A menudo los procesos de toda índole no terminan. Pero, en el caso de la democracia, pues de eso se trataba, aunque eso se vea, en ese hecho de manera marginal, ha tenido su fin en la caída del régimen Presidencial por muy diversas razones que ya explique en diversos escritos. El movimiento del 68, se creía un chiste sin sentido y no podía ser de otra manera debido al apogeo del régimen; se veía imposible la viabilidad del movimiento estudiantil. El Partido Único de Estado estaba en uno de sus mejores momentos y deberían pasar 50 años para que se cumpliera un ciclo insólito: La caída formal y material del régimen totalitarista.

 

Se puede decir, sin temor a equivocarse, que el 68, hoy está más presente que en las décadas que siguieron. Resulta extraordinario que, durante cinco décadas mujeres y hombres se auto convirtieran, por pura fe, basada en la democracia, en guardianes de los derechos políticos de todo un pueblo sin importarles los grandes peligros que les acechaban a cada paso. Se pensaba por propios y extraños que, ese movimiento no tendría futuro. El futuro guardaba secretamente una sorpresa en el 2018.

 

Antes de seguir, quiero advertir que, no trato y no se debe de ver el movimiento del 68 y las elecciones del 2018, de manera idealista como si con esto se hubiera alcanzado el clímax de la democracia y menos del comunismo o del socialismo; ideas tan equivocas y mal empleadas. Los problemas políticos, sociales, políticos y todos los rubros de la vida nunca terminan, nunca. Por el contrario, los problemas en este tipo de rompimientos son el cultivo perfecto para los disidentes para elaborar toda clase de rumores, cotilleos y, bajezas políticas; la mayoría de los recién llegados al poder carecen de la calidad humana, política, jurídica y de gobierno como para hacer una Transformación tersa y cercana a lo ideal. Por lo general, este tipo de transiciones son azarosas, llenas de peligros que se deben superar y los planes no alcanzan a cumplirse, quedando en las tareas para las siguientes generaciones. Las actuales generaciones quedaran en deuda con las siguientes y ni siquiera se están preparando a los futuros políticos para enderezar todas las torceduras que están y las que se están formando. La mera consciencia de un pueblo no es suficiente para que se consolide la democracia pero sin ella tampoco es posible.

 

La mayoría de los políticos que han llegado al poder son inexpertos y hay demasiados arribistas, infiltrados y llegan contaminados por el pensamiento de hacer fama, dinero y perpetuarse en el poder sin aportar lo mínimo. No puede ser de otra manera, carecen de la preparación para tales puestos en cualquiera de los tres niveles de gobierno. No hay un plan general que sostenga a la 4T, es puro pragmatismo como lo han sido las anteriores Transformaciones.

 

El plan de la revolución francesa lo fue el Iluminismo; el plan de la revolución rusa lo fue el marxismo. La 4T carece de ese plan, de esa base sistemática. La conciencia que el pueblo mexicano tomó de antemano es el resultado de múltiples factores internos y extranjeros que dieron como resultado, el triunfo de las izquierdas excepto del Partido de la Revolución Democrática. Es indebido que, se le atribuya tal éxito a un Andrés Manuel López Obrador pues la larga caminata de 50 años está construida con el sacrificio de miles de personas, anónimas en su mayoría, con la contribución ideológica de muchas mujeres y hombres que nunca se rindieron para alcanzar el objetivo político de acabar con el viejo régimen totalitarista e implantar uno nuevo. ¿Quién puede quitarle los méritos a un Heberto Castillo, a Cuauhtémoc Cárdenas?, por citar magramente a unos, pero con una larga lista de líderes que conformaron un Frente contra el oficialismo y que a pesar de todos los obstáculos desembocó en el triunfo de las izquierdas en el 2018.

 

Ha sido el pueblo quien tomó principalmente en sus manos el destino en sus manos y dio el triunfo a López Obrador y no al revés por más que se quiera ver de otra manera; esto, sin quitarle mérito alguno al personaje. Se debe terminar con la vieja idea de Tomas Carlyle y de la cual es adicto Enrique Krauze de ser los “Héroes”, él, encubre el termino con la palabra “Caudillos”, los que hacen la historia y el pueblo meros comparsas. Esto es falso y ha quedado demostrado en el 2018. Ninguno de los grandes expertos esperaba un triunfo tan arrollador del actual presidente. Ese era el gran secreto que nos deparaba el proceso iniciado simbólicamente en el 68. Sería justo honrar a todos y cada uno de los caídos durante ese periodo de 50 años y quizá no sea así por la mezquindad humana, pero sirva el presente como un modesto reconocimiento a ellos. Con ellos todos, sin ellos los equívocos.

 

Antes que seguir a los caudillos y se deben acabar en su hechura pasada se deben seguir ideales democráticos, de justicia, de legalidad, de legitimidad, de observancia plena a los derechos humanos y todo aquello que haga digna la vida de todos los seres que habitan el Estado mexicano. Claro esto queda como una tarea diaria y como un pendiente para las generaciones futuras. El presente escrito debe sacudirse todo idealismo. Sería muy bueno que las izquierdas en verdad pusieran en práctica los ideales ya enumerados y se crearan políticos rectos en lo posible para evitar la corrupción que aqueja al Estado mexicano; esa es la tarea más importante que tiene el Estado mexicano y que el actual partido en el poder a dejado de lado sin sospechar el gran peligro que representa.

 

No se deben tener grandes esperanzas con los políticos pues inmediatamente que se les deja de observar actúan llevados por las pasiones desenfrenadas sin importarles mucho el pueblo; son unos simuladores en toda la extensión de la palabra. Por ello, los ciudadanos no deben dejar de ejercer sus derechos, mandar e imponer los límites al ejercicio del poder político, económico y social. El triunfo fue del pueblo soberano y debe mantener su soberanía intacta y nunca cederla a los políticos; es decir, la soberanía popular debe mantenerse imprescriptible, inalienable y siempre como el limite a los excesos de cualquier político. Honremos a los caídos y forjemos un Estado fuerte con órganos sanos, independientes e instituciones del mismo corte. Este pueblo no es más pero tampoco menos que el resto de la especie. 1968-2018, un ciclo que se debe estudiar a fondo y que queda como otro pendiente.


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