Es
evidente que Morena, sumó a sus filas candidatos de todo tipo, mismos que en su
mayoría ganaron. Esto parecería bueno para dar por finalizado el
Presidencialismo priista y dar paso hacia un régimen verdaderamente democrático
pero no es así. Se sumaron políticos de las demás fuerzas políticas con prácticas
antidemocráticas en busca del poder por el poder. A esto hay que añadirle los políticos
improvisados de Morena y, que han quedado en total silencio, en nula actividad
positiva y como meros acompañantes de los dirigentes cupulares del partido que
han iniciado ya, la formación de corrientes. Este estado de circunstancias
impide que el actual gobierno logre una transición hacia un nuevo régimen político.
La creación
de un nuevo régimen político no solo será lo que se haga sino también lo que no
se haga y hasta ahora Morena no ha logrado presentar una nueva teoría de un régimen
político y menos de un Estado nuevo. Es evidente que no se hay un plan predeterminado
que sea la guía política; si hay una modificación del actual régimen político
de manera fáctica y de esto han carecido las anteriores llamadas Transformaciones
y en general el Estado mexicano. Esta es una de las razones por la cual el
pueblo mexicano no ha logrado salir de su estado de postración. No hay claridad
en el objetivo democrático. Se ha ido construyendo régimen y Estado de manera pragmática
para asegurar el poder político pero no los beneficios generales al pueblo y demás
sectores, económico, social etc.
El plan
para derrocar la nobleza en el gobierno en Europa lo fue todo el Iluminismo que
conto con las cabezas más agudas y variadas de su tiempo. El plan maestro para
derrocar el zarismo, es decir, la nobleza en Rusia, lo fue el marxismo-leninismo.
Pero si se hace un repaso a la historia de México y sus tres anteriores
Transformaciones, se nota inmediatamente que no hubo un movimiento de esta clase
y calidad correspondiente para cambiar el régimen político. Bien se puede
llegar a la conclusión de que no se han alcanzado sus objetivos, o se han
dejado medias o de plano en un estado tal de vulnerabilidad que se truncan los
fines y el Estado mexicano vuelve a caer en la corrupción y los vicios
consabidos.
En el
actual gobierno, en general, campea la ignorancia de que hay que cambiar y como
hay que cambiarlo con su correspondiente fin. En tal contexto, desde ya se puede
vislumbrar la desviación de esta Cuarta Transformación, repito, no únicamente por
lo que se hace sino principalmente por lo que no hacen los políticos y en
particular los legisladores y el presidente en turno. Están desperdiciando una
oportunidad única en más de cien años. 1910-2018.
Ahora
bien, no se debe responsabilizar al partido en el poder sino también a la oposición.
En efecto, es necesaria una oposición hábil, profesional que, de lo mejor de sí
y ponga en aprietos al partido en el poder. Y, hay demasiados flancos
vulnerables por donde se puede atacar con éxito. Esto bien se puede ver como
una “Dialéctica constructiva”. En la cual la oposición realmente haga política de
calidad con propuestas de modelos de regímenes democráticos como base del nuevo
Estado. Esto traería como consecuencia que el partido en el poder diera de si
lo mejor en iniciativas de nuevos modelos integrales y metódicos de regímenes políticos.
Esta dialéctica
seria la teoría y la técnica retórica del diálogo (exposición de ideas de manera
alternativa), respecto al régimen político que dé como resultado la su construcción.
Esto sería la suma de las ideas concretas y aunque el partido en el gobierno no
aceptara adoptar las ideas de la oposición por necesidad se vería forzado a elevar
su calidad política. Sin embargo, ¿qué ha pasado en la realidad?. Que no solo
el Morena está desperdiciando esta oportunidad de oro sino que la oposición se
ha dedicado a lamentarse de su derrota y, a lanzar acusaciones, insultos,
descalificaciones con un vocabulario de lo más vulgar.
El espectáculo
de tres pistas en definitiva trae al pueblo bien distraído y con una participación
en las redes sociales de forma permanente pero de esto no se saca más que, pérdidas
y el estado más lamentable del quehacer político. Y, la situación es de
emergencia como para que los políticos se enfrasquen en los insultos vulgares.
El sector
intelectual y el económico también se han enfrascado en esta lucha sin cuartel
en la arena de la vulgaridad y de la superficialidad. Es necesaria la serenidad
y el dialogo sano entre las diversas fuerzas políticas para que aporten lo que
cada cual pueda aportar y en este campo casi siempre las cabezas son áridas y
poco productivas.
Finalmente,
se deben dejar las ideologías de ambas partes y tratar con la razón, la ciencia
general, la política y la filosofía, todos los temas de orden nacional. No se
debe tratar los problemas nacionales desde la perspectiva de partido único pues
ya sabemos hacia donde lleva esta visión y práctica, al totalitarismo
desastroso. ¿No es hora de atemperar los viejos odios para bien de todos?.
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