El
presente inmediatamente se vuelve pasado. A menudo se hacen juicios sin tener
en cuenta la realidad. La pregunta es ¿Cuál será el futuro de México?. Será lo
que esté pasando por la mente de algunas personas; no de grandes masas sino por
algunos y punto. La mejor forma de convivencia humana lo ha sido el Estado que,
tiene una larga historia y se puede rastrear hasta la Ciudades-Estado en lo que
hoy es Grecia. Más de mil ciudades-Estado, se dice que existían y peleaban
entre unas y otras. La más famosa guerra en ese territorio la sostuvieron los
espartanos contra los atenienses y resulto en un desastre para ambas partes.
Esparta desapareció sin dejar y Atenas quedo muy empobrecida.
La
historia de la nación mexicana también se puede ir reconstruyendo y viendo las
peripecias que han pasado para que ahora haya un pueblo llamado mexicano. Antes
de la conquista el imperio mexicano tenía una unidad política artificial
sostenida por las armas. Esa unidad política fue dinamitada por la mecha
compuesta por un puñado de lo que hoy es España. No había identidad entre los más
de trescientos pueblos que conformaban el imperio mexicano cada pueblo añoraba
su forma de ser y querían la libertad, pero esta siempre es huidiza. No resulto
en libertad la caída de México-Tenochtitlan, sino en servilismo. Tuvieron que
pasar trescientos años para que se diera la independencia. Durante este tiempo
se fue forjando lentamente la identidad entre los descendientes de los diversos
pueblos hasta conformar la nación.
A
partir de 1821, después de la independencia, hay una gran incertidumbre a la
hora de decidir qué rumbo tomaría el Estado mexicano. Las alternativas eran ser
una monarquía que ya no existía y los conservadores fueron a buscarla al
extranjero; los liberales no se decidían por fundar una república centralista o
federalista. Fue con el gobierno de Benito Juárez que el Estado mexicano logra consolidarse
e iniciar relaciones diplomáticas con otros Estados (Estados Unidos de Norteamérica,
Inglaterra etc.).
La
democracia no puede florecer mientras sus ciudadanos no sean maduros y, sientan
esa necesidad de ser más de lo que son pues ser es lo normal y superar esa
normalidad es el impulso vital. ¿No siente el ser humano ser más de lo que es?.
Eso es lo que tiene el ser humano, un impulso vital que lo impulsa a querer ser
más. Esto parecería no tener relación con el Estado y la política, pero tiene
estrecha relación pues son los seres humanos los que han creado el Estado y actúan
con todas sus virtudes y vicios.
El
Presidencialismo fue el fruto más poderoso que los generales revolucionarios
crearon desde 1929 con la creación del Partido Nacional Revolucionario (PNR),
que después en 1938, cambio a Partido de la Revolución Mexicana (PRM, para
quedar en 1946 como Partido Revolucionario Institucional (PRI) y no paso mucho
tiempo para que e se sintiera esa falta de libertad y, a partir de 1968 se
fuera minando el régimen; lenta pero inexorablemente hasta que cayó, en
definitiva en pasado uno de julio de dos
mil dieciocho.
En
el Estado mexicano estaba ya el régimen Presidencial como un todo acabado, pero
a algunas personas querían que el Estado mexicano no fuera esa coraza que
negaba la libertad. La vida es siempre dinamismo mientras que el Estado va a un
ritmo mucho menor que sus ciudadanos e incluso que la nación. Ahora bien, el régimen
político presidencialista era un verdadero estorbo para el pueblo mexicano que
de manera constante busca liberarse de los malos gobiernos y en la historia
reciente, se puede tomar el movimiento que agrupo a muchas corrientes de izquierda
en el Frente Democrático Nacional que encabezó el Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas
como el ataque decisivo contra el régimen. La unión de estas fuerzas políticas
daría como fruto el Partido de la Revolución Democrática (PRD) que dio la pelea
hasta que se unió al oficialismo.
A
menudo se piensa a lo Enrique Krauze y se cree que son los grandes líderes o
caudillos como los llama el, los que hacen la historia y que las masas solo
sirven para ser dirigidas. Pero durante este periodo (1988-2018), se vio como
los lideres planeaban como acabar con el régimen y como el pueblo respondía a
esas ideas hasta que, un porcentaje necesario de la ciudadanía llegó, antes de
las elecciones, al convencimiento que la política debería cambiar, de que ese régimen
político ya no respondía, desde hace mucho tiempo a los anhelos de los
mexicanos. Se cumplió con el objetivo de 1988 y con una historia todavía más
antigua. El binomio lideres/pueblo dio su fruto democrático. El régimen cayó
para no levantarse nunca más.
Todavía
hay una buena parte de políticos y de ciudadanos que añoran vivir bajo el imperio
del totalitarismo priista pero deberán irse acomodando a esta nueva realidad
concreta y son necesarios para construir el nuevo modelo de régimen. En eso
deben ocuparse o desaparecer. Hoy se debe pensar e ir concretando el futuro. La
creación de políticos claros es lo que debería preocupar y ocupar a los líderes
de los partidos políticos pues en ellos está el quehacer político, la construcción
de un nuevo modelo político, el fortalecimiento del Estado y lo más importante
la dignificación de la vida de los mexicanos.
Sería
muy bueno que el pueblo mexicano impusiera su dinamismo al Estado y no al revés,
tal y como ha contendido hasta ahora; que los gobernados sean moldeados por el
Estado y no el Estado como reflejo de una nación fuerte. Y, una nación fuerte
que tenga un fin común podrá dar sentido a su existencia. Esta Cuarta Transformación
debe ser reconocida como una independencia de los mexicanos de un régimen presidencialista
sostenido por un partido único de Estado. Nunca más la dictadura personal, de
partido o de coalición de partidos. Para ello, se requiere la profesionalización
de los políticos; no más políticos improvisados que den al traste con la incipiente
democracia. Hacen falta políticos preclaros y eso es mucho pedir pues,
generalmente son torpes y ciegos ante el caos de la vida. Pero por lo menos el
intento se debe hacer o tener un grupo de políticos medianos, pero actuando en
concierto para impulsar la democracia. La construcción del futuro del Estado
mexicano está en esta hora tardía bajo
el imperativo de querer ser más de lo que se es en potencia para ser lo que se está
llamado a ser.
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