Después de hacer un análisis a las diversas
visiones y versiones de la conquista de lo que ahora es México, bien se puede
llegar a la conclusión de que, los pueblos originarios sometidos por los
mexicanos, fueron los que realmente lograron la conquista del imperio mexica;
si bien, únicamente la nobleza de estos pueblos fueron los beneficiarios, no así
el pueblo llano que cayó en la servidumbre. Habrían de pasar trescientos años
para que paradójicamente los propios españoles, aunque no peninsulares,
hicieran lo impensable.
Y,
lo impensable fue llevar a cabo la independencia de la Nueva España, dando
inicio la larga, dura, difícil y con mermas territoriales de la construcción de
la nación mexicana. Basta con ver quiénes fueron los que, que iniciaron este
movimiento llamado ahora “La Primera Transformación”, es decir, la revolución de
independencia, fueron los españoles que no podían acceder al poder político. Tales
son los casos más conocidos como los de Miguel Hidalgo y Costilla, Agustín de
Iturbide, Francisco Mina y la lista es larga.
Es
paradójico que, todos los pueblos conquistadores que se unieron a los españoles
como lo son los tlaxcaltecas, los cholultecas, los huejotzincas por nombrar
algunos cayeran en el vasallaje y que, trescientos años después fueran los
españoles, descendientes de los beneficiados de la conquista fueran los que
liberaran a estos pueblos de su vasallaje para que se acelerara la creación de México
como nación y después como Estado nacional.
Esto
se oye ilógico y hasta descabellado, pero ahí está la historia y se puede
constatar haciendo la correcta interpretación y claro se puede dialogar,
discutir y hasta polemizar, pero no se puede soslayar la verdad. Y, por ello, luego
de tanto maldecir a los españoles esto va en su descargo. Claro, no se puede
ser tan ingenuos como para llegar a la conclusión de que, lo hicieron por amor
al pueblo mexicano, pero si salimos ganadores. No todo es negro o blando, hay
matices muy interesantes y ricos en la historia. Investíguenlo, piénsenlo y
saquen sus propias conclusiones.
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