El
Partido Revolucionario Institucional fue el resultado de dos experimentos
anteriores el Partido Nacional Revolucionario (PNR-1929) y el Partido de la Revolución
Mexicana (PRM-1938), hasta que en consolido el Partido Revolucionario Institucional
(PRI-1946). En los tres casos esta la idea de explotar los frutos ideológicos de
la revolución mexicana de 1910 y no abandonaran esta idea nunca aunque los
tiempos cambien.
La
legalidad del régimen Presidencial priista será la que el propio partido y
gobierno impongan. La legitimidad tendrá su base en que son los gobiernos
priistas los que harán realidad los anhelos de libertad, legalidad,
legitimidad, justicia, trabajo, casa, educación y todo lo que necesitaba la nación
mexicana a través de apropiarse de los frutos de la lucha armada, de los
colores, escudo y de construir un monopolio político bien acorazado contra la
disidencia y los demócratas.
Es
en este contexto en que nace el PRI, como un partido único de Estado que tenía
como objetivo cuidar que no hubiera disidencias aglutinando en tres grandes
sectores a la población; el obrero, el campesino y el popular controlados por
sindicatos, centrales obreras y campesinas. Dentro del régimen se podía vivir
con cierta soltura, fuera del mismo significaba una sentencia de muerte o la cárcel.
No había más.
Otro
de los fines del PRI era fungir como bolsa de trabajo para los priistas disciplinados;
era tanto como un padre severo que sancionaba o premiaba a sus militantes. Es clásica
la frase que se le atribuye a Fidel Velázquez “Quien se mueve no sale en la
foto”, es decir, los indisciplinados no tendrán puesto público.
El
PRI tenía todo o casi todo lo necesario para mantenerse como se mantuvo en el
poder. Se convirtió en heredero de los frutos e ideología emanados de la revolución.
Nació como partido único de Estado y por esta razón tenía el presupuesto que tenían
a bien asignarle las cúpulas; es decir, nació como un niño rico y mimado que el
buen padre atendía a las mil maravillas.
Elección
tras elección el partido surgía ganador y cuando comenzó a tener competencia a
finales de los años 80s del siglo pasado simplemente cometía fraudes
electorales. Si bien esto le hacía ganar elección tras elección lo privaba de
la práctica de competir con leyes distintas en las que había nacido y crecido.
A la sazón se tendría que enfrentar en elecciones con leyes que tendían gradualmente
a la igualdad electoral y en ese campo se verá como se vio toda su incapacidad en
la lucha democrática.
Esa
falta de saber práctico en el campo de la incipiente democracia llevo al PRI a
aliarse con el Partido Acción Nacional y el Partido de la Revolución Democrática
que como se verá más adelante no fue más que aceptar por parte de los tres
partidos que sentían y presentían su caída. El triunfo del Movimiento de Regeneración
Nacional (Morena), el uno de julio de dos mil dieciocho fue la combinación de
diversos factores, tanto internos como internos pero que me ocupare únicamente de
la descomposición del régimen político en el entarimado de las leyes
electorales.
Bien,
el poder ejercido durante tanto tiempo tenía ya desgastado al PRI y al régimen pero
se negaban a morir y fueron sucedidos por el PAN que adopto a las mil
maravillas este régimen, le sentó bien el viejo traje y ante el temor de una
nueva fuerza política (Morena), se unieron estos partidos más el PRD, en el “Pacto
por México" y ya se estaban planteado gobiernos de coalición para no perder el
poder político. No les funcionó. Los efectos de las elecciones del 2018 son
conocidas y sería ocioso tratar sobre ellas.
La
pregunta es ¿puede el PRI competir en las actuales condiciones para no desaparecer?.
Número uno, ya no tiene el erario federal para hacer política; es un rico
venido a menos; número dos, tienen deudas por todos lados por los préstamos
solicitados; número tres, nunca han luchado por el poder político en
condiciones de tanta debilidad; número cuatro, el desprestigio que tienen ante
el pueblo los tiene vulnerables, es como una maldición decirse priista, hay una
consigna ciudadana de desaparecerlos; número cinco, ya no pueden hacer uso de los
ideales y la ideología emanada de la revolución pues precisamente han ido en
contra de los ideales y la ideología de ser soberanos, de autodeterminación, de
la educación, seguridad pública y todos los servicios básicos que debería otorgar
y proteger el Estado mexicano y número seis, tienen ante sí un gobierno que, está
desmantelando la estructura priista en los tres niveles de gobierno. Los
priistas han agotado todo su crédito ante la ciudadanía.
Tienen
una leve esperanza. Que este gobierno fracase y en consecuencia, en las
elecciones de 2021 puedan lograr detener su extinción. Se ve francamente difícil
por no decir imposible pero existe la posibilidad. Con todo, la posibilidad de extinción
del PRI es abrumadoramente mayor que su existencia. Han perdido la hegemonía en
el Congreso General, en la mayoría de los estados y municipios con lo cual se
colige que las leyes ya no les serán propicias para los fraudes electorales ni
para la
competencia en las mismas condiciones con los demás partidos y menos contra Morena.
competencia en las mismas condiciones con los demás partidos y menos contra Morena.
Por
si esto fuera poco, los priistas tienen en contra la convicción general del pueblo
de que este partido ya no debe gobernar y contra eso, en las actuales
condiciones, no pueden hacer prácticamente una sola acción. Tienen en contra
tanto la legalidad como la legitimidad que nunca les importo conseguirlas. Este
es el panorama general en un cambio de régimen o de época, una extrema
debilidad del viejo régimen y una fuerza desbordada del nuevo.
Como
colofón el PRI tiene una sensible pérdida de ideólogos, de cuadros, de enlaces,
de su movimiento territorial y de todo tipo. Si se suman todos los factores en
estos momentos se tendrá un cuadro lo más completo posible para llegar a la convicción
de estar ante el preámbulo de la desaparición del PRI. Antes de las elecciones
del 2021, estarán las del próximo dos de junio de dos mil diecinueve donde se elegirán
dos gubernaturas, tres congresos locales y ayuntamientos. Esta será su primera
prueba de fuego del PRI, de esta depende su futuro pues en caso de seguir
perdiendo será muy difícil que se recomponga para las siguientes. Por lo pronto los priistas, no tienen ni ideología ni fe en ellos mismos y sin fe adios planes.