viernes, 2 de noviembre de 2018

BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO Y SU OBRA




No se puede poner en tela de duda la valentía de los un poco menos de mil españoles que estuvieron en la caída de México-Tenochtitlán pues la sola travesía de mar ya representaba una gama de peligros. Imaginemos ingresar a tierras desconocidas con todos sus peligros y aun así seguirse internando sin saber que les puede esperar; eso es valor y en esos tiempos hubo muchos españoles valerosos que se aventuraron a navegar con todos en contra.

Bernal Díaz del Castillo no es la excepción; es valeroso como el que más. Tiene además a favor haber estado en muchas de las batallas y en los momentos en que se planeó la caída de la capital del imperio mexica. Por si esto fuera poco, escribió como ocurrieron los hechos desde su punto de vista que  es muy valioso. Díaz del Castillo confiesa que no es letrado pero eso no es obstáculo para bien ponderar el esfuerzo que realizó al escribir su obra. Ahora bien, escribe su obra como reacción a la obra de Francisco López de Gómara que atribuía toda la gloria de la conquista a Hernán Cortés y, que él consideraba que también todos los demás españoles tenían su cuota de gloria en ello.

Historia verdadera de la conquista de la Nueva España es invaluable por su narración de los hechos; no se le puede regatear su valor. Sin embargo, hay que tratar de entender las razones por las cuales los escritores dan a la luz pública sus obras. Por primero de cuentas, son seres humanos con todas las pasiones inherentes a la especie y no pueden escapar a las mismas.

¿Cómo se debería sentir Bernal Díaz después de la conquista?.  Satisfecho en general pero incómodo por la falta de méritos reconocidos. Esto se sabe por las propias manifestaciones de él, mismo en su obra. En busca de ese reconocimiento escribió su obra como la verdadera y las otras con menos exactitud y en buena medida tiene razón pues el, estuvo en los lugares de los hechos y participó directamente en muchos de ellos e investigó en los que estuvo ausente. Vivía orgulloso y celoso.

Ahora bien, una forma de engrandecer los hechos es engrandecer al enemigo o las cual cualidades propias disminuyendo las ajenas según convenga y esto no debe de levantar protestas porque así ha sido y seguirá siendo. Tan solo hay que ver cuando narra la multitud de escuadrones mexicanos enfrenta como un noble hidalgo predecesor del Quijote.

Sin lugar a dudas, para Díaz del Castillo todos los españoles que participaron en la conquista de Tenochtitlán merecen justo reconocimiento pero no los aliados de los pueblos que participaron en la misma. De las tres capitanías que creo Cortés, no da más que ocho mil tlaxcaltecas a cada una de ellas con lo que contradice al propio Cortés que da como cifra de naturales 75 mil. Por otro lado, trata a los tlaxcaltecas más como estorbos que como guerreros  valiosos a la causa. Esto dice:

“Dejemos de hablar más de ello y digamos que a cada capitán se le dio las instrucciones de lo que les era mandado. Y como no habíamos de partir para otro día por la mañana y porque no tuviésemos más embarazo en el camino, enviamos adelante todas las capitanías de Tlaxcala hasta llegar a tierra de mexicanos; y yendo que iban los tlaxcaltecas descuidados con su capitán Chichimecatecle y otros capitanes con sus gentes, no vieron que iba Xicotenga el Mozo que era capitán general de ello, y preguntando y pesquisando Chichimecatecle que se había hecho, adonde había quedado, alcanzaron a saber que se había vuelto aquella noche encubiertamente para Tlaxcala, y que iba a tomar por fuerza el cacicazgo y vasallos y tierras del mismo Chichimecatecle, y las causa para ello decían los tlaxcaltecas tenia era que como Xicotenga el Mozo vio ir los capitanes de Tlaxcala a la guerra, especialmente a Chichimecatecle, que no tendría contradictores, porque no tenía temor de su padre Xicotenga el Ciego, que como padre le ayudaría, y nuestro amigo Masescaci ya era muerto, y quien temía era a Chichimecatecle; y también dijeron, que siempre conocieron a Xicotenga no tener voluntad de ir a la guerra de México, porque le oían decir muchas veces que todos nosotros y ellos habíamos de morir en ella”[1].

En otro pasaje de plano considera a los tlaxcaltecas unos estorbos. Aquí la narración de los hechos:

“…y de esta manera estuvimos peleando con ellos obra de una hora; y tanta prisa nos daban, que no nos podíamos sustentar contra ellos; y aun vimos que venían por otras partes una gran flota de canoas atajarnos los pasos para tomarnos las espaldas. Y conociendo esto nuestros capitanes y todos nuestros soldados apercibimos que nuestros amigos los tlaxcaltecas que llevábamos nos embarazaban mucho la calzada, que se saliesen fuera, porque en el agua vista cosa es que no pueden pelar, acordamos que con buen concierto retraernos y no pasar más adelante”[2].

Puede ser que en el ardor de la batalla y las circunstancias apremiantes a Bernal Díaz les reproche a los tlaxcaltecas que los hechos no fueran como se esperaba pero cuando esto escribió ya había pasado todo esto y ya debería haber pensado mejor lo pasado. Se sabe que los mexicanos con todo su poderío nunca pudieron vencer a los tlaxcaltecas que tenían menores recursos territoriales, humanos y de toda especie. Si de algo tenemos noticia es del valor de los tlaxcaltecas, no corresponde lo que escribe Díaz del Castillo.

Puede ser que los españoles ya señoreando ya también sobre los tlaxcaltecas no quisiera dar lo que él, pedía reconocimiento en la caída de la capital del imperio. Y, es incontrovertible que sin la ayuda de los tlaxcaltecas, huejotzincas, cholultecas y demás aliados los españoles no hubieran podido nunca vencer a los mexicanos. Los entendidos convendrán en esto. Ciertamente la nobleza tlaxcalteca se vio beneficiada por la corona, no así el pueblo llano que quedó sujeta al pago de tributos.

En este punto, Bernal Díaz, es parcial y mal agradecido con sus salvadores y quienes verdaderamente vencieron a los mexicanos, los tlaxcaltecas, huejotzincas, cholultecas y demás aliados; sin ellos no se hubiera salvado y no hubiera contado su historia. Como ya dije no se trata de minimizar el valor en todo lo que hizo cada uno de los españoles en la conquista pero tampoco se debe creer inocentemente lo que cuentan cuando a todas luces es inverosímil hasta llegara lo quijotesco.

Que cada uno de los que esto lea y analice saque sus propias conclusiones sobre lo escrito y analizado aquí. No se debe tratar de otra cosa que de esclarecer los hechos sin minimizar la participación de cada uno de los que en ella intervinieron hasta donde la razón de la posibilidad con base en la imparcialidad y libre de ideologías.




[1] Díaz del Castillo, Bernal. Historia Verdadera de la Nueva España. Tomo II.
México. 1979. Editorial Promexa Editores. Página 42.
[2] Díaz del Castillo, Bernal. Historia Verdadera de la Nueva España. Tomo II.
México. 1979. Editorial Promexa Editores. Página 44.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario