jueves, 22 de noviembre de 2018

LA IDEOLOGÍA COMO BASE DE LA CONQUISTA DE LO QUE HOY ES MÉXICO



Uno de los fines de la Filosofía o mejor dicho de los filósofos es pensar los hechos y buscar la verdad. No es una tarea fácil pues dentro de una civilización concreta se nace ya con una determinada realidad hecha y dada como base de la vida colectiva e individual. Es natural que el Estado tenga como fin dar una versión oficial de la historia en donde se desarrollan todos los demás subsistemas como la familia, el sistema educativo, lo social, cultural y todos los demás ámbitos que se encuentran sujetos en buena medida a lo que el Estado quiere. Por ello, no es raro que se viva en una realidad construida de mitos, de una historia cercenada, mutilada y hasta tergiversada desde el inicio para lograr el control social.

La conquista de México-Tenochtitlan y su imperio más que una conquista fue una revolución de los pueblos sometidos por los mexicas y que supo aprovechar bien Hernán Cortés y los españoles que lo acompañaban. No se trata de quitar o mermar la valentía de los españoles ni los esfuerzos que hicieron o torcer los hechos sino de todo lo contrario, de sacar a la luz los hechos que se omiten para el pueblo en general.

Es de vital importancia conocer los hechos históricos en su forma más acabada para poder darse una idea clara del pasado del pueblo mexicano y no dejar que se imponga una historia general que impida conocer los hechos básicos, fundamentales o una historia oficial que molde sin remedio la historia a su conveniencia.

Hay varias razones para ocultar o minimizar los hechos y actos de los pueblos que se levantaron en franca guerra contra los mexicas: Su dominación y uso por un lado y el engrandecimiento artificial de los españoles. Para ello, se usa la ideología teológica, la ideología de la superioridad, el uso legítimo de la guerra y de la civilización de los naturales. Claro, todo ello es torcido y tendencioso.

Bajo la aparente grandeza impoluta de los españoles siempre laten las más bajas pasiones; ahí se tiene a Hernán Cortés siempre indagando sobre las riquezas y Bernal Díaz del Castillo en todo momento quejándose amargamente de recibir poco de lo ganado y de las mujeres viejas que le tocaban. El vicio es la constante en lo que se llama la conquista de México. El mismo Cortés se queja ante su cesárea majestad, a la cual le besa cien mil beses los pies, de los españoles que están ya en México con todos sus vicios y del peligro de contaminación de los naturales.

Repito, los españoles no llegaban a 1000 antes de la conquista y nunca fueron más de estos pero siempre se llevan los laureles como actores principales como si fueran súper hombres que con su sola presencia sembraran el terror entre los mexicanos. La verdad es muy distinta y nos la hacen saber tanto Cortés como Díaz del Castillo muy a su pesar en las correspondientes obras que cada uno escribió y que en muchas ocasiones están en franca oposición pues el segundo se queja de que el primero se lleva casi todo el reconocimiento, las gananciales, los títulos y favores mientras el, y el resto las migajas.

Imaginen la desproporción de lo que se piensa que mil españoles lograron dominar un pueblo guerrero por excelencia que había conquistado un imperio que llegaba hasta Guatemala desde los límites con el reino de Michoacán y de costa a costa sin conocer al mismo y sin tener aliados. Es de locura y de risa. Perdón pero así es.

El eje central de Cortés es quedar bien con su cesárea majestad y recoger la mayor parte de riqueza y fama; a través de la dominación total de los pueblos prehispánicos. La religión es una forma de dominación que se impuso a través de todos los métodos aun los más bárbaros como si el Dios cristiano fuera mejor que Huitzilopochtli. La supremacía teológica.

La superioridad de la raza (aunque solo exista una especie, la humana), pues se dijo que los españoles eran superiores en todo a los pueblos naturales de lo que hoy es México. ¿Mejores en qué y para qué?. Otra mentira más que se impuso y que operó eficientemente a favor de los españoles.

El derecho de guerra justa para imponer a los naturales de lo que hoy es México una forma social de ser, de pensar, de actuar, de someterse y de ser siervos de la corona española pues con sólo negarse a reconocer esta superioridad basad en el aristotelismo de que lo mejor debe mandar es suficiente para someterlos a través de la guerra.

Se usaron muchas otras formas ideológicas de dominación y es trabajo de los mexicanos no creer o mejor dicho descreer en semejantes ideologías para entender que se pertenece no a una raza sino a la única sola especia, la humana y que es deber particular y general insertarse en ese contexto mundial sin creer ser más ni menos.

Entender el pasado es mirarse a los ojos y reconocerse con las raíces más profundas del ser mexicanos como provenientes de una pluriculturalidad y un pasado glorioso con desastres pero perteneciente de manera legal y legítima al pueblo de México y que no tiene que ser vergonzoso pues estas contradicciones pueden ser superadas sin ninguna duda.

La descolonización de los mexicanos debe empezar por las ideas, por la mentalidad y por la risa franca de volverse a encontrar en el punto que se corta la historia con el entierro del cuerpo de Cuauhtémoc y que ya se ha hecho pero que es menester volver una y otra vez para abrevar del pasado en la construcción del presente y no tan presente. Y, ese volver no tiene que ser nostálgico ni de dolor sino con la firme convicción de que se es solamente un momento aquí en la tierra y que por eso mismo se tiene la responsabilidad de hacerlo mejor en tan corto tiempo.

Una realidad hecha de mentiras nunca será buena como no lo ha sido el régimen político actual y que pongo como ejemplo de lo que no se debe hacer. La lucha es constante pero vivificante en toda la extensión de la palabra y vital en su forma más radical.


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