La importancia de
Stephen Hawking , en la ciencia y la vida no se ha logrado aún sopesar sin
pasiones. Unos lo apoyan, siguiendo sus descubrimientos y, los creacionistas y
teólogos lo tratan de refutar con fanatismo. Es muy significativo que hoy día
se pueda seguir viviendo en y con el fanatismo extremo más propio de la Edad
Media o de la ignorancia ramplona.
Hawking, es la
cúspide de toda la historia iniciando desde Aristóteles que trató de explicar a
través de la razón los fenómenos físicos si bien con la ingenuidad propia de su
tiempo: a esto le llamamos realismo ingenuo pues se cree que los fenómenos
físicos son exactamente como se perciben. Harían falta veinte siglos para que
René Descartes junto con una gama de filósofos y científicos derribarán el
aristotelismo como base de la filosofía y de la ciencia. Entre los científicos
se encontraba ni más ni menos que el gran Galileo Galilei.
Para el siglo XVI, la realidad era
todavía cerrada pues se creía que únicamente existía el cosmos finito y sus
límites lo eran las estrellas fijas. Existía un orden metafísico basado en la
teología cristiana. Para Johannes Kleper el orden solo se podía hallar en un
espacio cerrado pero no en uno informe o uniforme como el de Giordano Bruno que
se oponía al modelo cósmico de Nicolás Copérnico. Para Kepler el cosmos era la
expresión del Dios católico, el Sol representa al Dios padre, la bóveda estelar
al Hijo y espacio intermedio el Espíritu Santo. Todo lo que se opusiera a este
modelo se tenía por fuerza que enfrentar con la Iglesia católica y su tribunal,
la Santa Inquisición (Vaya nombre tan pomposo y eufemístico para designar
fanáticos). Con todo, la razón había sido liberada y ya no había forma de
detener el avance de la filosofía y de la ciencia. Se terminaba toda una larga
época.
Galileo Galilei iba
a ser el científico que iba a enfrentar al Santo Oficio con resultados poco
determinantes para ambas partes pues si bien el tribunal inquisitorio lo
condenó a prisión domiciliaria con la prohibición de no seguir manteniendo su
idea de no ser la Tierra el centro del cosmos. Si este mundo no era el centro
de la actividad divina se perdía todo orden, se atenta por lo tanto, contra
Dios. El modelo no podía cambiar. Claro, Galilei tenía entre sus manos la
ciencia y la tecnología y esta última, a través del telescopio que le hizo ver,
aunque no con toda claridad, los astros y características que antes no se
habían podido apreciar; esto lo hizo cambiar de idea cósmica. Por otro lado,
sus obra “El diálogo sobre dos nuevas ciencias”, ya había salido de Italia y esto
daría pauta que otros científicos avanzaran en dirección contraria a la idea
del “Diseño divino del cosmos”.
El cosmos seguía
teniendo un diseño divino pero gradualmente se mecanizaba y se podía explicarse
a través de la ciencia empírica guiada por la razón ya no únicamente por la
verdad revelada de Dios. Pasarían varios años antes de que se diera el avance
decisivo para madurar la mecanización de la realidad a través de la física.
Para ello nos debemos situar idealmente en el siglo XVII.
Isaac Newton
publica en 1686 su obra capital “Los Principios Matemáticos de la Filosofía
Natural”. Esto era la continuación de los estudios de muchos científicos pero
principalmente de Kepler. Ahora la realidad se podía predecir por los seres
humanos por medio de cálculos matemáticos y ya no era necesaria la idea de Dios
para entender la realidad, aunque todavía la teología estaba arraigada en los
científicos.
Albert Einstein iba
a dar un empuje a la física nunca antes vista y derrocando la Física clásica de
Newton. Esto fue tan revolucionario que en su tiempo unos cuantos podían
jactarse de entender esta teoría, “La teoría de la relatividad especial”, en
donde postula su sencilla pero grandiosa formula: E=MC2 que significa que la
energía era lo mismo que la masa por la velocidad de la luz al cuadrado; en
otras palabras la energía no se crea ni se destruye solo se transforma. Base de
la mecánica cuántica. Se puede ver como la razón científica se va abriendo paso
hacia la cima de la vida. Claro no para todos. Sin embargo, aun para Einstein
el cosmos tenía un cierto orden divino pues creía que, “Dios no juega a los
dados”; es decir, existe un orden que no puede ser cambiado.
Y, llegamos al
final, por el momento, pues con la llegada de Hawking y su pensamiento científico
se abren accesos a la realidad de maneras inesperadas. Si se ve toda su obra de
manera integral se puede ver el avance y nivel de la razón científica que ya
francamente desecha la necesidad de Dios alguno para que el cosmos sea
explicado con la mayor exactitud posible. Claro hasta ahora no se ha logrado
crear la “Teoría del Todo Unificado”, para tener otro avance fundamental en la
explicación de la realidad ampliada.
Esto nos lleva a
ver que Hawking, nos obliga, si lo seguimos, a ser razonables y desechar la
superchería, los dogmas teológicos en grados que pocos tienen acceso pero que
cimbran todo el edificio teológico occidental y mucho me temo que mundial. De
la explicación natural e ingenua hemos pasado al diseño divino a un mundo frio,
medible, predecible y sin misterio. Con ello, se presenta un vacío interior en
los seres humanos pero ese problema se tendrá que encarar con todas sus
consecuencias. El terror que esto trae es enorme pues si Dios no existe o por
lo menos no es necesario ¿hacia dónde va la humanidad?. El problema no es menor
sino vital; no es coincidencia que se haya pasado de tener la vida como centro
de la actividad con la economía a su servicio a transmutar todo y, ahora estar
la vida sujeta a la economía, al pragmatismo hueco, a la vida vacía que trae el
afán de brillar exteriormente pero con un infierno vacío por dentro.
La razón ha llegado
lejos, muy lejos y con ello, nos ha traído una crisis humanitaria, un tema
central, primordial que deberá encarase con toda rigidez o caer aún más en la
deshumanización. La vida cosificada o un nuevo humanismo que rescate lo mejor
de la vida.
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