domingo, 26 de agosto de 2018

LA AUTONOMÍA DEL ÓRGANO LEGISLATIVO. UNIDAD Y COLABORACIÓN





En México nunca se ha sabido bien a bien lo que es el Estado y su naturaleza estructural orgánica e institucional, y se le ha dado el nombre formal de “División de Poderes”, sin embargo, es sabido que, lo que campea por todo el régimen priista es el Presidencialismo que es la supremacía casi absoluta del órgano ejecutivo sobre el órgano judicial y legislativo. El presidente lo era casi todo. El Presidencialismo se parece más a una monarquía, donde el presidente es el gran monarca rodeado de una gran corte de aduladores.

Durante todo este periodo el órgano legislativo es el instrumento por medio del cual el ejecutivo federal prácticamente sustituía al órgano legislativo y este servía casi únicamente para que el primero legislara a su antojo; el órgano legislativo era el camuflaje perfecto para dar las apariencias de democracia, de autonomía entre los órganos y pomposamente decir que había “Pesos y contra pesos”, mientras el presidente en turno se señoreaba sobre el Estado.

Contra el Presidencialismo, se pronunciaron los ciudadanos mexicanos en las pasadas elecciones del uno de julio de dos mil dieciocho; en consecuencia, el Congreso de la Unión, debe lograr ejercer su autonomía y ser el principal creador de leyes que den nacimiento y forma al nuevo régimen político que sea verdaderamente democrático.

La llamada división de poderes en México, no ha sido adoptada de manera rígida como lo propone Louis de Secondant Montesquieu, en donde cada órgano del Estado le compete una sola facultad; así al ejecutivo le compete administrar, al judicial impartir justicia y al legislativo crear leyes. Con todo, aquí, no se siguió este modelo ni en lo formal menos en la realidad y se dio facultades al presidente para enviar iniciativas de ley al Congreso de la Unión y, de este modo crear leyes y lo mismo pasa con los restantes órganos. El órgano legislativo federal en términos constitucionales, al emitir sus sentencias y crear jurisprudencia materialmente hace leyes y, en los caso de juicio político la Cámara de diputados se erige en órgano de acusación y la Cámara de Senadores en órgano de sentencia.

Bien, este es el mal que se debe evitar que sea casi en exclusiva el presidente en turno el Gran Legislador con un ejército de legisladores que sirvan únicamente como instrumento sancionador de las iniciativas de ley. Esto no sería sano ni democrático y, no se trata de quitar la facultad de iniciar leyes al ejecutivo pero su materia es esencialmente la administración de lo público mientras que la del órgano legislativo es esencialmente crear leyes. Esto no tiene que derivar en la confrontación, el autismo y la divergencia sino en la Unidad y Colaboración. Unidad del Estado y Colaboración entre sus órganos y derivado de esto un buen funcionamiento integral del Estado a través de la colaboración entre sus órganos en sus tres niveles.

Ahora bien, es menester que los legisladores se pongan a trabajar a efecto de que, los propios legisladores de ambas cámaras sean personas profesionales, con un perfil adecuado y con el conocimiento y, en su caso la práctica necesaria para poder lidiar con los grandes problemas nacionales. La capacitación constante y la evaluación deben ser permanentes y como requisito sin ideologías de ninguna especie; por el contrario, el Estado mexicano necesita que sus funcionarios públicos sean conscientes que más allá de su partidismo está el bienestar del Estado, el bien común, la buena prestación de bienes y servicios, la legalidad democrática y la transparencia.

En efecto, si el congreso de la Unión no logra su autonomía se estará dando vida a un nuevo Presidencialismo que dará al traste con la incipiente democracia y el costo social, político y económico será alto y de pronósticos reservados. ¿Qué merito tiene ir como legislador al Congreso de la Unión, a los Congresos Locales y a los Cabildos si se va con el ánimo de francamente ser apéndices de los titulares del ejecutivo federal, de los ejecutivos locales y de los Ayuntamientos?, eso no es servir al Estado sino servir a un solo órgano en detrimento del Estado.

En el régimen anterior, el Estado era una monarquía disfrazada de república, donde el ejecutivo federal era el gran monarca, los ejecutivos locales los señores feudales y los presidentes municipales los caciques, estos dos últimos sujetos al presidente de la república. Una voluntad que unía y exigía colaboración pero ambas, Unidad y Colaboración como apéndices de esa voluntad presidencial.  

Hoy, hacen falta legisladores que tengan las ideas claras y distintas de su momento histórico. Que tenga pleno conocimiento de la historia del Estado desde Grecia por lo menos y sepan que el nuevo Estado debe ser diferente, con sus propias características y que las soluciones en su estructura orgánica e institucional deben ser concretísimas en respuesta a las nuevas circunstancias y momentos actuales. Sin estos requisitos inevitablemente esta oportunidad se perderá y seremos responsables y culpables de nuestro fracaso como nación. La pobreza extrema seguirá siendo la base de la política, de la sociedad y la economía. El nuevo colonialismo se instalara en el Estado mexicano sin mucha esperanza de creación propia, de fuerza propia, de voluntad propia.

Hasta ahora, los legisladores han buscado los puestos públicos como mera entrada a los bienes públicos, al erario para poder salir de la pobreza y convertirse en parte de esa clase política que está lejos de los golpes de las crisis económicas y que en lugar de ser garantes de la justicia, la libertad, de la democracia han sido parte de los gobiernos verdugos que han privatizado lo publico en medio de la gran corrupción, saliendo con las manos llenas de dinero público para su beneficio.

La democracia no puede emanar de ninguna institución o instituciones a lo mucho deben ser garantes de la democracia pero la misma debe surgir del pueblo e instituirse en su beneficio. Crear instituciones donde se dicte lo que es la democracia es tanto como lo que hizo el Partido Revolucionario Institucional, institucionalizar la revolución y se sabe que, esto tiene como fin fingir la democracia, simular la justicia, limitar la libertad y cegar a los ciudadanos para que no vean como se tuerce y retuerce la realidad para presentar apariencias como la realidad.

En resumen, hace falta un verdadero órgano legislativo activo y consciente de su tarea y autónomo en su funcionamiento; que no sea apéndice del ejecutivo en sus tres niveles de gobierno. Esto creando una Unidad y una colaboración entre los dos restantes órganos, todas las instituciones y dependencias del Estado en el marco de la democracia y todo lo que de esto se deriva. En la medida de que el pueblo en su conjunto sienta y resienta los beneficios de leyes bien creadas y con el fin de sacar de la pobreza a los millones de personas que el mismo sistema ha creado se podrá decir que ha habido responsabilidad de parte de los legisladores. Es menester un nuevo constitucionalismo, una nueva visión de Estado.


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