En la política mexicana pasa lo que no debería
pasar, cometer errores evidentes y costosos. A pocas personas se les ocurría
poner a un médico a diseñar estructuralmente un puente o un edificio, o
encargarle a un físico la defensa de un delincuente y así por el estilo, sería
absurdo. Pues bien, esto es lo que se estila en México poner a quienes no están
calificados en puestos administrativos y políticos a los más incapacitados de
la historia y el presente.
En Inglaterra se dan errores pero los
ciudadanos comunes san muestra de saber de política y de saber quiénes deben
gobernar. Tienen una larga tradición democrática. No por suerte las leyes
constitucionales fueron la base de la obra de Louis de Secondant mejor conocido
como Montesquieu, “El espíritu de la leyes”, aunque el nombre del auto y de su
obra son mucho más largos que como los conocemos.
Durante
la Segunda Guerra Mundial, escogieron a Winston Churchill como líder para
combatir al nazismo de Adolfo Hitler y como es sabido le ganó la partida a
Hitler; bien, si durante la guerra fue incuestionablemente el mejor, tan luego
termino esta y se hicieron elecciones no fue considerado adecuado para volver a
ser Primer Ministro en la paz y perdió contra Clement Attlee del partido Laborista.
La
política de amigos en el poder es tan dañina como cualquier mal que provenga de
la ignorancia, de la impericia. Y, en México esta es la práctica desde hace
mucho tiempo y, criticar esto es tanto como quitarle al pueblo la religión o
una tradición que por muy absurda que esta asea tiene bien arraigada en su
psiquis.
Se
deja de creer en muchas cosas, ideas, tradiciones, teorías pero necesariamente
se crean otras que llenen la imaginación y, fatalmente se vuelve a la idolatría
por los líderes en los que reencarna la dirección de la vida y se espera que
milagrosamente compongan lo que se ha descompuesto gradualmente desde décadas sino
cientos de años.
Los
casos más recientes se han dado en el sexenio de Enrique Peña Nieto, su grupo
de amigos más cercanos en la política han sido designados en unos y otros
puestos como si fueran amos y señores de varias ramas del saber junto con su práctica.
Los caprichos como estos contribuyeron a la caída del régimen priista.
Si
se sigue designado a los mismos de siempre que únicamente han cambiado de
partido el cambio para bien no se dará. Si se siguen dando puestos a políticos improvisados
únicamente porque son conocidos los resultados no pueden ser buenos en general
sino desastrosos o por lo menos pasivos. Este proceder es un error lo
implemente quien lo implemente y siempre han sido costosos.
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