jueves, 16 de julio de 2015

STEPHEN HAWKING Y LA RISA



Es, en suma agradable dialogar con los grandes científicos, por su riqueza intelectual, y, esto se vuelve un placer supremo cuando muestran su humanismo tal como son, a través de su honradez intelectual. Obviamente los científicos dialogan o tratan de dialogar con sus lectores, es obligación de los lectores, propiciar y completar el dialogo al entender a los científicos.

Una primera advertencia es, estar en constante alerta en contra de las tradiciones insufladas en uno, (son irreflexivas), nuestras manías, defectos, vicios, costumbres y la tontería propia, congénita. Por ello, al dársenos la oportunidad de trabajar en una Asociación Civil sin fines de lucro, con un horario determinado, inmediatamente, me di cuenta que aquello mermaría media jornada en mi tiempo destinado para escribir y estudiar filosofía. Así que no estaba feliz de manera alguna; sin embargo, así son las cosas. Resignación.

No obstante, tropecé con mis libros de Stephen Hawking, y caí en la cuenta de haber detenido mis pasos en el umbral de la médula de la rica física. Bochornosa condición la mía, había dejado la miel por la hiel. En contra partida, me fui al trabajo en transporte público (el mejor lugar y tiempo para leer), llegando razonablemente a tiempo. Como en casi todo inicio, poco trabajo; así que tenía yo cuatro horas para leer a Hawking, casi sin ninguna interrupción. Claro, ese tiempo no es suficiente para leer toda su obra.

Ahora bien, no es mi intención abordar los temas centrales de este físico ingles sino solo tres puntos periféricos risibles narrados por él, mismo y que luego de sorprenderme, me han hecho reír de buena gana.

El primero es relativo a la obra de Immanuel Kant, a la que llama monumental para en seguida decir que es: (Y, muy oscura), ¿Cómo es posible que hasta para el genio la “Critica de la razón pura” sea “muy oscura”. Para mi estos dos conceptos son excluyentes. Una obra no solo es “monumental” debido a su volumen material sino por haberse entendido a cabalidad. Tengo la impresión de que, Hawking casi claudicó ante la obra de Kant, que con todo se puede entender sin más.

El segundo, trata sobre los propios dogmas sirviendo como freno al genio. Albert Einstein al postular su “Teoría de la relatividad general”, sabía que la misma implicaba la expansión del Universo pero, su creencia en un Dios, le dictaba una realidad estática, quieta al punto de introducir un error garrafal a su teoría: la llamada constante cosmológica que anulaba la tendencia del Universo de expandirse. Tiempo después se descubrió que Einstein estaba equivocado en este rubro y penosamente tuvo que aceptarlo con toda resignación. 

El tercero, tiene que ver con la vida íntima de nuestro físico. De frecuente se ve a Hawking como un tipo frío, calculador, lejano a la vida mundana; no. Un hecho que lo estimuló para desplegar toda su genialidad y obtener el doctorado fue su compromiso con su novia Jane Wilde, su encantadora novia. Es evidente que, Hawking, el físico genial en estado germinal, estaba enamorado del físico de su prometida.  Pues bien, esto lo llevó a las alturas ya conocidas en la ciencia física de la mano primaria de Roger Penrose al haber publicado su teorema y con el cual Hawking, construyó su camino inicial. La otra mano no fue problema todas las condiciones estaban dadas, incluso el amor reciproco de su novia. 


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