Es,
en suma agradable dialogar con los grandes científicos, por su riqueza
intelectual, y, esto se vuelve un placer supremo cuando muestran su humanismo
tal como son, a través de su honradez intelectual.
Obviamente los científicos dialogan o tratan de dialogar con sus lectores, es obligación
de los lectores, propiciar y completar el dialogo al entender a los científicos.
Una
primera advertencia es, estar en constante alerta en contra de las tradiciones
insufladas en uno, (son irreflexivas), nuestras manías, defectos, vicios,
costumbres y la tontería propia, congénita. Por ello, al dársenos la
oportunidad de trabajar en una Asociación Civil sin fines de lucro, con un
horario determinado, inmediatamente, me di cuenta que aquello mermaría media
jornada en mi tiempo destinado para escribir y estudiar filosofía. Así que no
estaba feliz de manera alguna; sin embargo, así son las cosas. Resignación.
No
obstante, tropecé con mis libros de Stephen Hawking, y caí en la cuenta de
haber detenido mis pasos en el umbral de la médula de la rica física.
Bochornosa condición la mía, había dejado la miel por la hiel. En contra
partida, me fui al trabajo en transporte público (el mejor lugar y tiempo para
leer), llegando razonablemente a tiempo. Como en casi todo inicio, poco
trabajo; así que tenía yo cuatro horas para leer a Hawking, casi sin ninguna interrupción.
Claro, ese tiempo no es suficiente para leer toda su obra.
Ahora
bien, no es mi intención abordar los temas centrales de este físico ingles sino
solo tres puntos periféricos risibles narrados por él, mismo y que luego de
sorprenderme, me han hecho reír de buena gana.
El
primero es relativo a la obra de Immanuel Kant, a la que llama monumental para
en seguida decir que es: (Y, muy oscura), ¿Cómo es posible que hasta para el
genio la “Critica de la razón pura” sea “muy oscura”. Para mi estos dos
conceptos son excluyentes. Una obra no solo es “monumental” debido a su volumen
material sino por haberse entendido a cabalidad. Tengo la impresión de que,
Hawking casi claudicó ante la obra de Kant, que con todo se puede entender sin más.
El
segundo, trata sobre los propios dogmas sirviendo como freno al genio. Albert
Einstein al postular su “Teoría de la relatividad general”, sabía que la misma
implicaba la expansión del Universo pero, su creencia en un Dios, le dictaba
una realidad estática, quieta al punto de introducir un error garrafal a su teoría:
la llamada constante cosmológica que anulaba la tendencia del Universo de
expandirse. Tiempo después se descubrió que Einstein estaba equivocado en este
rubro y penosamente tuvo que aceptarlo con toda resignación.
El
tercero, tiene que ver con la vida íntima de nuestro físico. De frecuente se ve a
Hawking como un tipo frío, calculador, lejano a la vida mundana; no. Un hecho
que lo estimuló para desplegar toda su genialidad y obtener el doctorado fue su
compromiso con su novia Jane Wilde, su encantadora novia. Es evidente que,
Hawking, el físico genial en estado germinal, estaba enamorado del físico de su
prometida. Pues bien, esto lo llevó a
las alturas ya conocidas en la ciencia física de la mano primaria de Roger
Penrose al haber publicado su teorema y con el cual Hawking, construyó su camino inicial. La otra mano no fue problema todas las condiciones estaban dadas,
incluso el amor reciproco de su novia.
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