De
continuo se escamotea al gran Arturo Schopenhauer reconocimiento por sus
observaciones psicológicas (Como han dejado los filósofos de ser buenos psicólogos
para ser fríos historiadores) sobre las relaciones entre los hombres, entre
estos y las mujeres y entre ellas mismas. Se antepone la palabra misógino para
evitar discurrir sobre el tema y ya no se diga dialogar en privado y mucho
menos en público. Saltan inmediatamente los censores con caras de pocos amigos, los puños apretados y los nudillos blancos. Ridículo. A mí no deja de
sorprenderme determinadas actitudes y conductas de los seres humanos. Al
respecto Schopenhauer nos dice:
“Los
hombres son naturalmente indiferentes entre sí; las mujeres son enemigas por
naturaleza. Esto debe depender de que el odium fiuiinum, la rivalidad que está
restringida entre los hombres a los de cada oficio, abarca en las mujeres a
toda la especie (genero), porque todas ellas no tienen más que un solo oficio y un mismo
negocio, Basta que se encuentren en la calle para que crucen miradas de güelfos
y gibelinos.”
Evidentemente,
estas observaciones merecen re pensarse para ver en qué medida han cambiado las
actitudes y conductas debido al cambio social, científico, tecnológico,
educativo, familiar, en fin de todos los factores que influyen en las mismas y
en qué medida. Esto debe verse en la vida diaria, común y no en la idealidad.
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