Enrique Peña Nieto sigue la línea del tipo ignorante, estúpido que
llega al poder no por sí mismo, sin tener ningún mérito sino impulsado, llevado
de la mano de una cúpula partidista y la mayor trasnacional de televisión de México.
Tiene toda la vieja tradición priista en la visión de la política, de la vida,
los modos afectados de un caballerete malcriado que cree que el pueblo debe acoger
su pobre concepción de la realidad. No hay día que no ofenda a los mexicanos con
sus ideas torcidas de la realidad y esa es la base para hacerle las críticas
hasta llegar al insulto.
Peña Nieto trata de esconder su decadencia y la decadencia del gobierno
mexicano en sus tres órganos pero principalmente el que ocupa, el Ejecutivo
Federal, manifiesta, desesperadamente que en su partido no hay lugar para los
proyectos individuales, claro ellos son una pandilla, y que no hay quien se
adelante a la sucesión presidencial. Debería entender que, el prematuro inicio
a las campañas para el 2018, para la elección de presidente de la República,
es, la consecuencia de su falta de gobierno, de su corrupción en conjunción de
su gabinete, de la decadencia personal. De la corrupción y decadencia no puede
venir un buen gobierno ni cosa positiva alguna.
El sexenio de Peña Nieto terminó y en la reunión de su partido lo confesó
tácitamente, con la repartición de culpas a sus opositores. La culpa es de
todos menos de los priistas y de Peña Nieto. Cincuenta y cinco millones de pobres,
corrupción como sello de la actual administración, nepotismo, impunidad y el
presidente festejando con arengas vergonzosas su decadencia amplia y profunda
que afecta a la mayoría de la nación mexicana. Una maquinaria eficiente de
hacer pobres es, este mal gobierno.
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