PASADO, PRESENTE Y
FUTURO DE LOS MEXICANOS
Un
apocalipsis cayó el uno de julio de dos mil dieciocho sobre el vetusto régimen
político, de manera repentina y arrasó en unas cuantas horas más de cien años
de un periodo histórico (1910-2018). El sistema presidencial había caído para
no levantarse más. El dos de julio amaneció como cualquier otro día. La gente
se desayunó y se fue hacer su día. Todo parecía normal. Las apariencias
ocultaban todo un drama tras de sí.
El
grito de reclamo por décadas de abusos, impunidad y desinterés no terminaba. Por
el contrario, se extendía por todo el territorio nacional. Los responsables
habían sido llevados ante el tribunal soberano y este había dictado sentencia
condenatoria. No cabía la apelación ante el máximo tribunal.
Era
hora de revisar la historia y señalar los adeudos históricos. La independencia tuvo
sus ideales de democracia, de libertad y de justicia. La independencia no logró
estos objetivos. Por el contrario, el Estado mexicano se sumió en una larga y profunda
crisis. Todo esto quedó postergado.
Sin
embargo, los problemas ahí seguían todos los días y el pueblo estaba reclamando
atención y sanación. Y eso fue lo que intento solucionar la Guerra de Reforma.
Pero tal y como había pasado con la independencia; había por doquier, grupos de
personas que se oponían a democracia, a la justicia y a la libertad. Se
declaraban conservadores, católicos, apostólicos y romanos con el gusto por la monarquía.
Y sucedió que, nuevamente quedaron postergados estos reclamos populares. La
desigualdad, la injusticia y la separación de los mexicanos por clases antagónicas
se profundizaba.
A
todo esta problemática arropada por la dictadura de Porfirio Diaz, respondieron
rabiosa y brutalmente los revolucionarios. El viejo régimen cayó, pero inmediatamente
se levantaron otros muros con el centro acorazado por sindicatos, centrales obreras,
organizaciones campesinas y populares que, escamotearon los valores rectores de
la revolución de 1910. Se creo “La dictadura perfecta” que, no lo era. Nuevamente
la justicia social se simuló. La vieja problemática de falta de justicia,
democracia, libertad y todos los demás principios rectores de la vida democrática
se abandonaron por una retórica camaleónica que, ocultaba la verdad.
Los
trabajos de enjuiciamiento, contra la corrupción política, se iniciaron desde
hace mucho tiempo, pero pongamos el año de mil novecientos ochenta y ocho como
su inicio formal. El fraude cometido con toda impunidad, en ese año, iba a quedar
momentáneamente sin juzgar de fondo. Tuvieron que pasar treinta años para
llevar a todo un régimen, así como a sus representantes ante el tribunal
supremo, el pueblo soberano y este, con todos los hechos y todas las pruebas
dicto sentencia definitiva e inapelable; no obstante, lo anterior, los
responsables y culpables e niegan a aceptar el fallo. Se han puesto en franca rebeldía
en contra del pueblo soberano y este no debe vacilar en castigar semejante desacato.
Les debe hacer entender que, se acabaron los tiempos de usurpar, simular o
torcer la realidad.
Los
opositores al pueblo sueñan con volver a someter a los mexicanos y luchan todos
los días a lo largo y ancho del territorio en una unión anómala entre el
Partido Revolucionario Institucional (PRI), el Partido Acción Nacional (PAN) y
el Partido de la Revolución Democrática (PRD). Todos ellos deben ser declarados
en desacato y combatidos por el pueblo hasta lograr su extinción. Para iniciar
el cumplimiento de la igualdad, de la libertad y de la democracia estos partidos
deben desparecer; son los reductos donde se han refugiado todos los
sentenciados que, no aceptan su responsabilidad y culpabilidad. Es menester se
les imponga el cumplimiento de las penas por medio del poder soberano del
pueblo. El pasado nos reclama, el presente nos llama y el futuro se construye.