Está
demostrado que los verdaderos vencedores de los mexicas fueron los pueblos que
tenían sojuzgados y, entre estos, los tlaxcaltecas tuvieron el rol principal.
Hay que recordar que fueron los tlaxcaltecas los que recibieron, curaron y se
aliaron con los españoles después de la llamada “Noche triste”. (30 de junio-1
de julio de 1520), fecha en que recibieron una terrible derrota. Los ayudaron a
construir los 13 bergantines que servirían para atacar por agua a la ciudad de
México-Tenochtitlan. Fue tanta la ayuda que recibieron los españoles de este
reino que Hernán Cortés, lloró con profundidad la muerte de Maxixcatzin señor
de Ocotelulco quien murió de viruela. ¿Hasta donde fue sincero el dolor de Cortés
o puesta en escena?. No se puede saber con certeza pero si intuir que tuvo una
buena parte de actuación. No es creíble que en tampoco tiempo hubiera surgido
una verdadera amistad entrañable.
Ahora
bien, se pensaría que después de haber prestado tantos y tantos apoyos los
españoles por parte de los tlaxcaltecas; los primeros serian agradecidos para
con los segundo y les darían un trato especial durante la Colonia. No hay tal. A
pesar de las promesas que Cortés les hizo a los tlaxcaltecas de señorear sobre
Cholula, Tecamachalco y Tepeaca y de no ser tratados como vasallos sino como
conquistadores esto sucedió a medias. El mismo Márquez del Valle da cuenta en
una de sus cartas a Carlos V; específicamente la que le envió de fecha 15 de
octubre de 1524, en donde le da ambiguamente relación de lo que ha pasado con
Tlaxcala.
“Y
la provincia de Tascaltecal está debajo de nombre de vuestra alteza, no por el
provecho ni renta que de ella ha de seguir, sino porque como vuestra majestad
por las relaciones ha visto, aquellos han sido harta parte de haberse
conquistado toda esta tierra, aunque primero ellos fueron conquistados con
harto trabajo; y por esto, porque parezca que tienen alguna más libertad, no
los repartí como los otros; y porque tengan también la sujeción que conviene
tanto como a los demás, están en la dicha provincia dos o tres hombres en
guarda de ellos, que les hacen sembrar maizales para vuestra alteza, y aun
criar algún ganado, y hacer una fortaleza; y para que se tenga tal orden que en
las demás ciudades y villas, he de hacer allí un monasterio, y están allí tres
frailes que los instruyen en las cosas de nuestra fe, y de esto tienen cargo el
factor de vuestra alteza”[1].
Esta
es la base de todo el trato que se les dará a los tlaxcaltecas. Por un lado, se
les reconocen los servicios fundamentales para la conquista del imperio mexica
pero por otro se les sujeta a la corona española de la misma manera que a los demás.
Gradualmente serán sujetados a las mismas condiciones que el resto de los
pueblos. Si bien durante los próximos 300 años la nobleza tlaxcalteca
ingenuamente tratara de estar por encima de todos los demás pueblos. Las
cédulas reales que se les conceden a los tlaxcaltecas y a la provincia serán más simbólicas
que realmente concesiones igualitarias. En suma fueron engañados con palabrería
y más palabrería desde el mismo momento de hacer pacto con los españoles.
La
única clase ganadora lo fue la nobleza tlaxcalteca pues se siguió gobernando
como antaño pero con injerencia española. Los macehuales padecieron los mismos
trabajos, los mismos tributos hacia la corona española. Sufrieron diásporas para
poblar otros lugares y tuvieron que defenderse ante los monarcas españoles sin
mucho éxito pues tuvieron que trabajar para edificar la ciudad de Puebla y
sembrar los campos de Atlixco. La ambición española no se iba a detener por
promesas hechas por Cortés. Y, como sea, los tratados o alianzas siempre se
pueden evadir por quien tiene el poder.
Es
muy significativo que Xicohténcatl Axayacatzin haya visto lo malo en la alianza
de los tlaxcaltecas con los españoles y que ellos mismos lo hubieran entregado
para que Cortés lo mandara ahorcar con fecha 12 de mayo de 1521. La alianza
ingenua con los extranjeros no solo no garantiza el bienestar de los mexicanos
sino todo lo contrario; aquellos que hacen pactos contra los mexicanos quedan
igualmente sometidos y pierden todo lo aparentemente ganado.
Con
la independencia de México, a la cual se opusieron los nobles tlaxcaltecas, se terminaron
los privilegios para los mismos así como la unión del territorio tlaxcalteca
con el español que se juraba iba a ser eterno. Esa alianza y unión por
conveniencia y antinatural tenía su propio sello de caducidad con el surgimiento
de la mexicanidad que se da en el propio seno de la Colonia.
No
es que el pueblo mexicano se deba cerrar al mundo y vivir en constante temor y
mucho menos miedo pero se debe llegar a la madurez de tratar con los demás pueblos
en la igualdad jurídica y humana pues no hay razones para que esto no se logre.
Se deben desterrar prejuicios de todo tipo. Se debe volver a tener la fuerza,
salud, sabiduría de nuestros antepasados pulidos con la razón, la ciencia, el arte,
la economía, la filosofía, la política y son lo social para dejar este régimen político
insano y que todo ha contaminado.
Esto
no es únicamente historia sino la advertencia contra las promesas y alianzas
con los extranjeros que en el fondo no tienen en mente más que las riquezas de
todo tipo que hay en México y debería servir para la unidad nacional que es la
base de la fortaleza del Estado. Sin orden sano no podrá haber verdaderos
adelantos en todos los rubros de la vida.
[1] Cortés,
Hernán. Cartas de Relación.
México. 2005. Editorial Porrúa. Colección “Sepan
Cuantos…”. Página 268.