Los
gobernantes y políticos actuales mantienen una campaña intensa, sosteniendo que
la vía pacifica, es decir, las elecciones bajo el control estatal y de los
partidos es, seguir construyendo la democracia. Falso. La muerte del Estado
moderno mexicano fue planeada pero, no se planeó la construcción del nuevo
estado híper moderno mexicano. Se implantó el Neoliberalismo, la privatización
de lo público, con el único afán de sacar grandes tajadas de ganancia por parte
de los dueños de las trasnacionales, los gobernantes y políticos, dejando fuera
al pueblo mexicano.
La
construcción del nuevo Estado mexicano requería no solo la implementación de
las reformas estructurales (rubro económico), sino también, la puesta en
vigencia de la reforma política, en donde se establecieran las penas efectivas por la comisión
de delitos por parte de gobernantes y políticos para acotar la enorme corrupción
oficial; hacía falta reformar el sistema electoral en donde el Instituto
Nacional Electoral estuviera a cargo verdaderamente de los ciudadanos con todas
las facultades para imponer sanciones económicas, administrativas, civiles y penales
en contra de aquellos gobernantes, políticos y ciudadanos que cometieran ilícitos
electorales.
El
rubro electoral es necesario reformarlo. Para ninguno que tenga la mínima
inteligencia, es secreta la enorme corrupción que se despliega en cada elección
sin que los responsables sean declarados culpables. El cinismo con que se
cometen toda clase de ilícitos no tiene comparación a nivel mundial y va desde
el presidente de la República hasta el más modesto presidente de la junta auxiliar
más remota, pasando por gobernadores, presidentes municipales, senadores, diputados
federales y locales, líderes de los partidos políticos y toda clase de oportunistas.
Es evidente que, todo el sistema electoral es corrupto y esta corrompido. En consecuencia
los políticos electos llegan sin legalidad alguna más que en la apariencia y
con deudas políticas con aquellos que los han apoyado; tienen que pagar el dinero
ilegal aportado por personas físicas y morales; para ello tienen que hacer
grandes concesiones de obras y de todo tipo, compras de toda clase y pago de
facturas políticas; es decir, tienen que mantener la corrupción como forma de
gobierno.
La
nación mexicana debe de obligar a los gobernantes y políticos a promulgar
reformas en los rubros ya indicados con el fin de cortar la corrupción en la política.
Seguir con elecciones en los términos actuales es seguirle insuflando vida al
sistema corrupto. Por algún lado se tiene que iniciar el saneamiento de todo el
estado mexicano y en especial de los órganos Legislativo, ejecutivo y Judicial
y todos los organismos, instituciones y fideicomisos y debe empezarse por el
sistema electoral para evitar la llegada de los más corruptos, los que más
violan las leyes electorales.
Los
extranjeros deben tener interés en que el sistema electoral sea legal en toda
su amplitud y profundidad si quieren invertir en México y no entrar al sistema
corrupto bajo las mismas condiciones y con las mismas prácticas ilícitas a las
que se verán obligados a tratar si no se sanea todo el régimen corrupto. No se
debe permitir el cinismo actual de los gobernantes y políticos que representan
una farsa en las elecciones, dando una apariencia de legalidad cuando en
realidad todas las elecciones están llenas de ilegalidad y de esta ilegalidad
no puede emanar otra cosa que no sea ilegalidad que se filtra desde las
elecciones a todos los rubros.
La
elección de gobernantes y funcionarios públicos debe pasar por la criba de la
legalidad y el castigo de todos los actos ilícitos cometidos por los propios
gobernantes, políticos y funcionarios públicos. Basta ya de simulaciones. La
miseria, la corrupción, el descontento empieza y termina en el mal gobierno. Si
el gobierno en turno tuviera a los menos la virtud republicana de la
austeridad, la trasparencia y legalidad en vez de la corrupción, el lujo
excesivo, el cinismo, la impunidad y como sello de su tiranía la Ley del
Garrote, otra cosa se diría.