Si
se quiere ver a seres humanos libres (en la medida de lo posible), se deben investigar
no las normas religiosas, las sociales y las jurídicas sino su concepto de
libertad y su vida práctica. La cuna de la libertad está en la mente como una
necesidad inherente a seres humanos concretos. La mayoría prefieren la comida,
el bienestar y fatalmente se llega al conformismo de “ganar poco aunque seguro”,
el burocratismo rastrero que da fortaleza a los malos gobiernos. Si no se tiene
la imperiosa necesidad de la libertad la democracia será una ilusión.
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